El estado mayor de Cristina
Está claro que Cristina es la comandante en jefe del Frente para la Victoria del Golpe. Es la autora intelectual del intento de golpe de estado que derroque al presidente Macri y le permita a ella zafar de la cárcel y del juicio y castigo por la cleptocracia que lideró durante tantos años. Ya dijimos que Cristina se juega la libertad ambulatoria. Que, como dice Andahasi, el cristinismo le declaró la guerra a la democracia. Sería bueno iluminar cual es el estado mayor que acompaña el proyecto de quebrar las instituciones republicanas y voltear a Macri.
El estado mayor está integrado por los autores materiales de este crimen de lesa institucionalidad. Son los ejecutores de los planes macabros de la exitosa abogada millonaria que nunca ganó un juicio y que perdió el juicio varias veces. El coronel de inteligencia sigue siendo Oscar Parrilli pese a la calificación de pelotudo, cuerpo a tierra, salto de rana, carrera march que le propinó la generala.
Si bien no es el jefe de la patria es el director y mayordomo del Instituto Patria. Su segundo es Juan Martín Mena que es el operador que aprieta a jueces y fiscales con viejas carpetas y violaciones a la vida privada de los magistrados. Trabajan en esta área los topos que quedaron en la vieja SIDE y los quintacolumnistas que sacan papeles y colocan palos en las ruedas en todos los ministerios. Horacio Verbitsky y el doctor Eugenio Raúl Zaffaroni reciben órdenes directas de Cristina pero coordinan con Parrilli todas las operaciones de encubrimiento de los corruptos investigados y los aprietes a jueces, funcionarios y periodistas independientes. En el caso Milagro Sala se ve con claridad. Verbitsky no tiene empacho en dinamitar la credibilidad del Cels, un organismo que en su momento tenía prestigio profesional e independencia. Verbitsky lo pone al servicio de la arquitecta egipcia y la violenta y corrupta líder de la Tupac Amaru. Ambos utilizan sus contactos con los organismos internacionales y tienen cooptados a ciertos dirigentes de los derechos humanos como Hebe y Estela Carlotto y a la mismísima Amnistía Internacional.
La coronel de justicia es Alejandra Magdalena Gils Carbó. Ya hablamos de ella ayer. Es la que mueve las piezas del ajedrez de tribunales y diseña cada imputación o acusación que se les hace a funcionarios oficialistas y a periodistas independientes y la que blinda de impunidad a los ladri progresistas que se enriquecieron ilícitamente con los dineros del pueblo. Su éxito radica en que ya lograron imputar al presidente Mauricio Macri en 5 causas y en 80 al resto de los funcionarios del gobierno de Cambiemos. Los K no le niegan una imputación a nadie. Buscan el título en los diarios que genere daño y deterioro al presidente.
Gils Carbó cuenta con el ejército de Justicia Legítima. Ahí hay fiscales y jueces con el casco puesto para dar todo tipo de batallas y guerras populares prolongadas.
El coronel vocero y lenguaraz es Aníbal Fernández. Es el que verbaliza las peleas e instala las frases con la que la tropa de tuiteros viraliza defensas insostenibles de sus presos y ataques feroces al resto de los mortales. Solo falta que diga: “libertad a Lázaro Báez, Ricardo Jaime, César Milani y demás presos políticos”. La población carcelaria de ex funcionarios está creciendo sin prisa pero sin pausa. Por eso, Ernesto Sanz propuso rebautizar como “Néstor Kirchner” a uno de los pabellones de la cárcel de Ezeiza.
El comisario político e inspector ideológico es Carlos Zannini, el gran timonel. Tiene bajo perfil pero acompaña a Máximo Kirchner, el jefe de La Cámpora en el control de la pureza doctrinaria, en la organización de las brigadas movilizadoras y en el monitoreo de algunos arietes como Roberto Baradel, Hugo Yasky y un grupo de paraperiodistas que solo hace lo que Cristina le ordena. Ahora y siempre. Víctor Hugo presente. Ya comentamos el mal momento que pasó Zannini en Santa Cruz frente al escrache que le propinaron trabajadores estatales en huelga. Fue una situación humillante. Yo me siento a las antípodas de Carlos Zannini. Estoy en la vereda de enfrente de su ideología y de su ética. Pero rechazo cualquier tipo de escrache. No importa quién sea la víctima o el victimario. Creo que el insulto cara a cara con otro es un paso previo a la violencia física que se sabe cómo comienza pero no como termina. Entiendo profundamente la desesperación de esos empleados que no cobran y que padecieron durante años el autoritarismo feroz del kirchnerismo. Pero la mejor forma de combatirlos es derrotarlos en las elecciones y para eso hay que construir mejor política y mejores políticos. De nada vale que se patotee a nadie. Es solo una especie de liberación momentánea pero que le hace mucho mal a la democracia.
La caja, como siempre la maneja, directamente Cristina. Aprendió de Néstor que eso no se delega. La caja es poder. Recibe ayuda financiera de los intendentes K como los de Berazategui, Ensenada o Avellaneda y a veces apela a las montañas de ahorros que hicieron durante sus 12 años de gobierno. El cuartel general está ubicado en la calle Rodríguez Peña donde funcional el Instituto Patria que tiene el aporte cultural si podemos llamarle así de Teresa Parodi, otra pasión de minorías que extrañamente logró un buen pasar económico que nunca tuvo.
El frente de artistas tiene un rol clave en la batalla cultural. En instalar ideas y consignas. El Indio Solari no puede explicar la tragedia de Pergamino con muertos y millones en sus bolsillos pero llama a los padres de Micaela y expresa un dolor que no expresó con las víctimas de su recital desmesurado y codicioso. Muchos actores arman videos y obras de teatro. Agitan desde todos los ángulos. Y cavan una grieta cada día más profunda.
Después están los edecanes. Los cadetes que hacen los mandados: Martin Sabbatella, Hernán Reibel, Juan Cabandié, Rodolfo Tahilade, Juliana Di Tulio. El estado mayor de Cristina tiene un denominador común. Miran para otro lado y se hacen los parrillitudos frente a la realidad. Lázaro Báez está preso hace más de un año. Tuvo que afrontar un cateterismo cardíaco y quedó internado en terapia intensiva. Los muchachos kirchneristas no dicen una palabra. Como si Lázaro fuera del PRO y no el amigo, socio, cómplice y testaferro de Cristina en su mega enriquecimiento ilícito. Lo mismo pasa con otro preso: el general César Milani. Se mienten a sí mismos y hacen como si lo hubiera designado algún opositor enemigo del pueblo y fue Cristina la que lo hizo. Pero no lo hizo sola. Tiene un estado mayor que la ayuda y que no tiene problemas de tirar del mantel de la democracia si fuera necesario. Están desesperados por garantizar la libertad de Cristina y son capaces de hacer cualquier cosa por eso. Así les va. Así nos va. (A.L.)