El debate de los '70 sigue abierto
Los militares represores eran unas bestias brutas de rara presencia en la humanidad. Y el plan era sistemático; eso lo sufrimos los que en algún momento estuvimos en su mira y en sus manos.
Gómez Centurión pateó el avispero, fue políticamente incorrecto, la verdad, no tengo nada que ver con lo que expresa. Solo me quedé con una duda, ¿tendrá derecho a expresarlo?
En el tema de los años '70, del pasado todavía vigente en el debate, en ese tema es donde los kirchneristas imaginaban haber cerrado la brecha imponiendo una mirada única e indiscutible, un dogma de fe, una convicción que es la de ellos pero, casualmente no es la mía. Mucho menos lo es la de Gómez Centurión, la veo demasiado negadora; eso sí, no sé si por estar fuera del dogma kirchnerista no tiene derecho a ser funcionario. Eso me hace ruido, me suena a un poco estalinista, dogmático, y compartido por gente que decía tener un pasado que era tan falso como sus propuestas de justicia social.
Cuando me contaban la situación de Milagro Sala me quedaba dudando, si no era que existe una vara para los militares represores y otra para los amigos de los que condenaron a esos militares. Absurdo, pero en el kirchnerismo se armó una gestión diabólica para que la justicia convirtiera la sospecha en condena, y generara una adicción de juececitos asustados a la dureza de la pena, demasiadas veces sin mucho fundamento, a veces sin ninguno más allá del rencor. Y sin asumir que la venganza es la peor negación de la justicia.
Los militares represores eran unas bestias brutas de rara presencia en la humanidad. Y el plan era sistemático; eso lo sufrimos los que en algún momento estuvimos en su mira y en sus manos. No era "todo un caos", habían decidido matar, no tenían siquiera una conducción digna de respeto, y a veces alguno se excedía, pero solo a veces.
Siempre intento llamar la atención sobre el hecho original que la defensa de aquella etapa la expresen los deudos, Madres y Abuelas, a partir de la falta de respeto que merece la Conducción que sobrevive y hasta el momento es poco y nada lo que nos explicó.
Esos deudos generaron una mirada sobre el pasado que condena a los represores, y sin duda coincido, mientras aligera o disimula el lugar de la guerrilla, cosa donde ni remotamente puedo estar de acuerdo. En la versión de los deudos falta la decisión de la guerrilla de tomar el poder por las armas, y en consecuencia de la necesidad de hacerse una autocrítica. Más aun, esa autocritica debe diferenciar dictadura de democracia, porque si haber empuñado las armas contra una dictadura era digno, hacerlo contra la democracia era errado y dañino para la misma sociedad.
Como este debate lo arrastro desde mis 25 años y acabo de cumplir 75, me siento con derecho a opinar libremente. Decidieron que la violencia era el camino hacia el poder, no se acercaron siquiera al mismo, perdimos miles de vidas en ese error y ahora la culpa la tiene la sociedad que no entendimos su objetivo. Jamás fui amigo de un represor, mis compañeros de siempre fueron los que eligieron la violencia, mi opinión de siempre es que estaban equivocados. Perón se cansó de decírselos, muchos lo hicimos, perdí en esa guerra la mayoría de mis mejores amigos. Pero no es como dicen los deudos a quienes respeto, sino como no pueden decir la Conducción que sobrevive, a la que ni yo ni nadie le tiene respeto.
Acompañé como pocos a los presos en la cárcel de Trelew, me hice responsable del velatorio de sus muertos, tuve exilio y secuestro, la mía no es una opinión como la de Cristina Kirchner que nunca firmo un habeas corpus ni como la de Zaffaroni que era juez de esa atroz dictadura. En Uruguay los tupamaros hicieron su autocrítica y son parte esencial de un gobierno progresista, entre nosotros está prohibido opinar y así podemos echarle la culpa a la derecha, pero ya es hora de asumir que muchos gritones no tienen nada de izquierda.
La dictadura fue asesina y eso está fuera de discusión, es indefendible. Pero la guerrilla se equivocó y no tiene derecho a esconderse detrás de la absurda teoría de los dos demonios para no enfrentar la autocrítica. Es demasiado el daño que le hace al progresismo, son un ancla que sirve de excusa a la derecha para condenar a todos los que convocamos a la justicia social más allá de tantos reivindicadores de violencias injustificables.
La guerrilla se acercó al pueblo al asesinar a Aramburu y se alejó para siempre de ese pueblo al asesinar a Rucci. Fue en democracia y formaban parte del gobierno. Que alguien se haga cargo. Nuestro pueblo va perdiendo derechos cada día, no creo que eso se resuelva discutiendo el pasado, pero tampoco jugando al distraído e imponiendo visiones sectarias que en nada coinciden con la realidad. Y es bueno que cada uno diga lo que piensa, aun cuando sea parte de un gobierno con el que no coincido, pero al que vote parar poder superar ese sectarismo de fanáticos sin razón que terminó siendo el gobierno de Cristina.
Anímense a debatir los setenta, vale la pena hacerlo, vale la pena intentar pensar y salir de los dogmas. Resulta absurdo que los dogmas de los ateos sean tanto más rígidos que los de los creyentes. Cosas de la fe.
Y eso sí, que quede claro, los peronistas somos una historia, los violentos fueron otra. Que alguna vez camináramos juntos fue para enfrentar la dictadura, en el resto, en la concepción del mundo y la política, en eso no terminamos siendo ni siquiera parecidos. Por suerte para mi gusto.
(*) Julio Bárbaro. Dirigente histórico del peronismo. Ex diputado nacional