El macrismo no gobierna. Se justifica
Pasado y Presente para Los Insustanciales
Tío Plinio querido,
El macrismo no gobierna. Se justifica. Durante el primer año, justificaron la patriótica incapacidad con el legado catastrófico que dejaron los kirchneristas. Los malos. Se legitimaron la mayor parte del año con el agotador “efecto comparativo” (www.jorgeasisdigital.com). Lo más rescatable, en el año de gestión de Macri, fueron los sucesivos reportajes a Macri. Con preguntas como centritos, ideales para cabecear de palomita (ver “Entrevistas a la carta”, www.jorgeasisdigital.com).
Ahora, en otra muestra de coherencia, se disponen a justificar el segundo año con otra verdad de hierro. El temor a que vuelvan los malos del pasado. O malos peores.
A ver. Primero se justifican por lo que dejaron los que se fueron. Segundo se justifican porque, los que se fueron, pueden volver.
Ambos esquemas, tío Plinio querido, de simplismo conmovedor, se encuentran unidos por la conjunción artera de las “íes”. Donde se combina la incapacidad con la magnífica irrelevancia. Con la robusta intrascendencia. En definitiva, con la fascinante insustancialidad que, después de todo, seduce.
Por suerte, emerge Javier González Fraga, un socorrista verbal de la teoría. Llega con la reflexión que necesitaban. “Los inversores no quieren invertir por temor al regreso del populismo”. El país no tiene salvación. Debe ser fusilado hasta el último populista-peronista. Por la espalda.
El fracaso que nutre
El peronismo se nutre, tío Plinio querido, del fracaso de los sucesores. A los que se los deja siempre, en efecto, con la culpa servida.
Es una adaptación libre del clásico divertimento explicativo del General. “No somos buenos, los que nos siguieron fueron siempre peores”.
El que sucede al peronismo, en general, nunca acierta. Pero se le brinda la justificación: si no acierta es por la pesada herencia que le deja el peronismo.
Por lo tanto el peronismo siempre se prepara, tío Plinio querido, para el reparto del regreso.
Esquema Fernández Díaz
El esquema es otra adaptación libre del prestigioso ensayista de domingo Jorge Fernández Díaz. Con el cuento de la justicia social, el peronista suele siempre disiparse. Hace crecer escandalosamente el gasto público, hace un desastre con los números, por supuesto se la lleva toda. Aparece entonces “el gil”, el intermediario que paga la fiesta. Es el que llega para ajustar, recortar, despedir y poner orden. Pero al ponerse el país irremediablemente de sombrero, el peronismo se propone volver, con el cuento de la buena pipa. El de la justicia social. Para lanzarse otra vez despreocupadamente a repartir, a gastar sin responsabilidad. Hasta que aparezca el próximo “gil”, para hacer el trabajo sucio y renovar el ciclo.
Ontología del Poder
El peronismo es, tío Plinio querido, el invento más inteligente del poder. Desde el poder. Y se propone ser, sobre todo, la ideología del poder. Es el mismo poder ontológico el que signa las claves de la ideología. ¿Cuesta entenderlo? Puede orientarse hacia la derecha, con la transformación noventista y la pasión privatizadora de Menem. O hacia la izquierda, con el pragmatismo neo setentista y la pasión recaudatoria de Kirchner. En el medio se extinguieron dos “giles”. En realidad, tío Plinio querido, fue un solo gil. Fue Fernando De la Rúa, el que se extravió en el ordenamiento contable, el “achicamiento” del déficit, fue traicionado a canilla libre, se puso la Argentina de sombrero y fue el antecedente de la subasta sucesoria de Duhalde. El Pescador de Tiburones probó con los mejores que había. Pero eligió el peor.
Sin épica, sin fantasía, tío Plinio querido, el peronismo no existe. La épica se genera con el 17 de Octubre. Cuando el General, desde el balcón, le pidió al pueblo cantar el himno nacional. Fue sólo para hacer tiempo y ver si se le ocurría, mientras tanto, algo. Alguna idea para arrancar el discurso. O con El Renunciamiento de Evita, aunque a quien más le interesaba conseguir la renuncia era al General, que como era sensato no quería saber nada con hacerla vicepresidente.
Pero la gran épica se genera con La Resistencia. Fueron demasiados los muertos, los actos heroicos, los sacrificios y las torturas, como para aceptar, tío Plinio querido, al cretinito con los bolsos de la recaudación.
Pero para mantener la épica del peronismo resulta siempre fundamental asegurar la incapacidad de quienes lo suceden. Los multiplicados nabos de hoy, sin ir más lejos, con la acumulación de denuncias de los políticos con sirena y del periodismo patrullero, generan, sin saberlo, la próxima épica de pasado mañana.
Pasado y Presente
Para colmo, trasciende también por el rejuvenecido La Nación, gracias al colega Veneranda, que el promisorio Federico Salvai, el número dos de la provincia, busca candidatos desconocidos para 2017. Ene Enes que se parezcan a La Gobernadora. Como si fuera posible encontrarlos. Jóvenes del “presente” que puedan depositar a Massa y Randazzo en “el pasado”. Estremece conocer el secreto de los tiempos, para salvarse. Y ser, tío Plinio querido, eterno presente. Sin recibir nunca la prematura condena de “ser pasado”. (Conste que esta carta es redactada desde la antigüedad. Siglo Diecinueve).
Carrió, por ejemplo, tiene 60 y es presente. En cambio Randazzo, que tiene 51, para el plan es “pasado”. La Gobernadora, máximo emblema del presente, tiene 43. En cambio Bossio, que tiene 37, es también parte del “pasado”. Asimismo, Los Insustanciales quieren que el doctor Facundo Manes, el radical que creció desde el cerebro, se atreva “a dar el paso”. Y sea candidato. Para ser presente. Con 48. ¿Cómo puede ser “presente” Carrió con 60, o Manes con 48, y “pasado” Massa con 44 y Randazzo con 51?
El secreto para ser presente y formar parte de la insustancialidad reside, tío Plinio querido, en estar o no con ellos. El camino para convertirse en otro insustancial. Si se los enfrenta, la insustancialidad organizada apura la condena hacia “el pasado”.
Novela del futuro
Dígale a tía Edelma que se avanza en la novela del futuro. Se titula “Las tres Serpientes”. Transcurre en 2031. Son tres los candidatos presidenciales. Curiosamente los tres son Serpientes de Fuego, de 1977. Los tres tienen 54 años y plantean, desde distintos ángulos, la recomposición territorial de la Argentina, que se encuentra separada en varios pedazos. Con capitales, como Buenos Aires, que contienen barrios violentamente enfrentados. Marcos Peña, por el centro derecha. Máximo Kirchner, por el peronismo (luego de una interna con Bossio, Cabra del 79). Y la señora Victoria Donda, que representa diversos conglomerados de la izquierda.
Dígale a Tía Edelma y a La Otilia que pronto se les van a adelantar, si se comportan, capítulos de “Las tres Serpientes”. Dígales que armonicen, como Mauricio, la ansiedad. Con incienso de sándalo.