El poder y sus peores muchachos
Un intento de nota de “política-ficción” imposible de escribir por imperio de la Verdad, “la única realidad”
Un viejo y sabio general cuyos nombres eran Juan Domingo nos legó entre sus sabias enseñanzas que para bien de su país no sólo fueron teóricas sino que hizo realidad de forma tal que le cambió su rumbo histórico dejándolo con la proa puesta hacia un norte soñado libre, justo y soberano, aquella máxima que enseña que por sobre todos los intereses deben primar la Patria, luego el movimiento social capaz de construir una república con democracia sin deudas sociales, y por último los hombres.
Ese sabio general, que la historia ya juzgó y premió con tres presidencias, acaba de ser homenajeado por quienes se proclaman sus herederos del presente, en una fecha cumbre, de sentido cuasi religioso desde lo doctrinado inspirado en el pensamiento social de la iglesia, y bien bautizado como el “Día de la Lealtad Popular”
Pero hete aquí que sus pretendidos discípulos que ocupan las tribunas alusivas en este ciclo político que pasa a la historia como el post kirchnerismo, no parecen ser tan buenos apóstoles como lo merecería la memoria de un indiscutido gigante de la historia.
Veamos por qué decimos esto sin medir los enojos y las histerias de una verdadera troupe de funcionarios y funcionaretes -valga la expresión no muy castiza que digamos- que se apretujan contra su actual líder y conductor local para que el gran angular de los periodistas gráficos y televisivos los capten, naturalmente haciendo la “V” de la victoria y haciendo notoria la vocalización en imagen de alguna parte de la marcha partidaria tan pegadiza como histórica por cierto.
Es en este párrafo de una crónica imaginada al comienzo como una nota de periodismo ficción, cuando ineludiblemente debe cambiar su enfoque hacia la realidad de hoy, arrastrada por la fuerza de la realidad que -como bien dijo Aristóteles e hizo suya el sabio general para eternizarla en el idioma de todas las expresiones de la política argentina- ¡Es la única Verdad…! Aunque muchas veces lo sea… pero relativa.
Igual vale.
Entonces el cronista vuelve a asentar los pies en la tierra aunque jamás deje de mirar a las estrellas, y revisa prolijamente los registros de los colegas fotógrafos, camarógrafos y redactores, y no puede evitar un suspiro y una conclusión repetida hasta el hartazgo -cabe la expresión- “desde siempre”. Aunque en rigor de la certeza bien podríamos encuadrar desde la recuperación de la democracia hasta hoy:
¡Si Perón y Eva Duarte vivieran!... ¡O se levantaran de sus tumbas…! Tronaría y el escarmiento para muchos y también muchos serían expulsados de los templos. Por fariseos…
Demás está decirlo, por supuesto, con las honrosas excepciones que todos conocemos y que existen y seguirán existiendo siempre. Los famosos anticuerpos de los que también hablaba el viejo y sabio general y a los que Eva no trataba con sutilezas, pero que como excepciones valiosísimas sirven de luz de esperanza.
El país soñado es posible, aunque éste esté a siderales distancias pero hay que decirlo, con una lucecita encendida al final del túnel.
¿Y por qué el título de este panorama de “Los peores muchachos” cuando trasladamos la lente a Salta y al territorio que gobierna en tercer mandato con compromiso democrático y justicialista Juan Manuel Urtubey?
Justamente por lo dicho, en principio pensando en una nota de política-ficción pero que, a la postre, es imposible.
Y si para muestra sobra un botón, desde esta latitud de la Argentina, lamentablemente una dirigencia decadente ha venido mostrando a Salta desde el escándalo, la desvergüenza, la inmoralidad, que sin solución de continuidad la llamada “prensa nacional” fue publicando como titulares de tapa. Veamos y que quien quiera desmentir que salte a la palestra con sus argumentos, enojos o histerias, que aquí tendrá -si lo considera justo- su “derecho a réplica”.
Hoy, sin ir más lejos ni necesidad de buscar archivos en hemerotecas o en los implacables registros de las redes sociales y cibernéticas, estalla y se viraliza -decir que ya es parte del idioma cotidiano- un video de un concejal onanista cuya vida y gustos privados a nadie interesaría si no tuviese la proyección de escándalo público que hoy conmociona y asquea al conjunto de la sociedad.
Sumemos a ello, sin mayor esfuerzo de la memoria, la reciente expulsión de un “Defensor del Pueblo” por antisemita autoproclamado sin el menor rubor.
También en la nómina aquel otro escándalo de un “político” que hasta ya comprobada la denuncia por pedofilia se hizo famoso con sus “te invito a mi fiestita” siendo intendente apadrinado por el gobernador en su “territorio” en el Valle de Siancas. Y que pronto estará sentado ante los jueces en un juicio imparable que aunque pudiera zafar, ya tiene veredicto de la condena social.
O el caso de aquel otro intendente fiestero y prostibulario que también el gobernador se equivocó horriblemente en apadrinar por especulación electoral, allá por la frontera con Bolivia, en el departamento San Martín. No importaba nada la gravedad que señalaban los investigadores policiales y judiciales que configuraban el acto infraganti protagonizado en Salta Capital por aquel intendente (hoy ex) donde las figuras penales hasta incluían la posibilidad del gravísimo delito de la trata de mujeres.
Y el muestrario de “botones” o “perlitas” de este rosario de decadencia de los protagonistas “políticos” también suma narcotraficantes como aquel concejal anteño -también oficialista- que la justicia federal pudo apresar y llevarlo donde merecen estar los envenenadores de generaciones y generaciones de jóvenes particularmente y de todos los estratos sociales.
O recordar los ríos de tinta que merecieron -esta vez ya no desde los espineles políticos partidarios- encumbrados personajes de la Justicia, como ser un juez y un camarista federales.
Muchachos, que sean los mejores los que reivindiquen los 17 de Octubre.
De ellos, de los buenos, deben surgir los fuegos que cual alto horno de siderurgia expulse la escoria y haga fluir el mejor de los aceros.
Entonces la política volverá a escribirse con mayúsculas y con sus valores éticos y morales restaurados. Recuperados. Reivindicados.
El pescado -decía también el sabio y viejo general- se pudre por la cabeza.
Y el pueblo lo sabe.
Y al votar premia y castiga.
Así de simple.