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Del Infierno del Dante a “La Paz sea contigo”

Lo mucho de farándula no pudo ocultar la Política. Urtubey brindó con Romero en su boda.

Así como con sobrados argumentos actuales y antologías de antecedentes históricos suele afirmarse que la política es el arte de lo posible o cosa parecida, con no menos realismo y ejemplos cuasi cotidianos también no es arriesgado afirmar que la política de estos tiempos es un verdadero culto a la hipocresía.

Si bien los ciudadanos “de a pie” ya habían cuanto menos asimilado el ostensible giro de no hace mucho tiempo hacia la paz dispuesto por el gobernador Juan Manuel Urtubey en su hasta entonces persistente persecución judicial contra su ex padrino, líder estadista y conductor, el ex gobernador Juan Carlos Romero en una cumbre que dejó un desparramo fundamentalmente en sus más fervientes seguidores; el último acontecimiento de la boda Urtubey Macedo puso un broche de oro con moño a ese evidente acuerdo. Cuando menos, de no agresión.

El hecho cierto de la invitación de Juan Manuel a su ex amigo Juan Carlos al brindis jubiloso por su boda con la bella jujeña Isabel Macedo el pasado sábado en Finca Las Costas, confirma que en el alma de los hombres triunfa finalmente la bondad, la generosidad, el espíritu fraterno, como diría seguramente una homilía obispal o meramente sacerdotal si hubiese sido posible la ceremonia en alguna Casa de Dios oficial. Porque sabido es que el Señor está en todas partes, igual.

Una prolija y premeditada estrategia de mostrar al esperado casamiento como un suceso sideralmente más de la farándula y trivial que político como también inevitablemente lo fue, logró en gran medida su objetivo. Las crónicas de la fiesta, y la cobertura de “la previa” por parte de un verdadero ejército de colegas movileros tanto locales como enviados especiales de medios porteños, demostraron con creces que pocos eran los que tenían pensado fijar la lente en “algo” que fuese distintivo de lo previsible del vestido, de los zapatos Sarkani, de los inspiradores cabellos al viento y angelicales sonrisas de la novia y por supuesto de esa obra mayor de nuestro lujo artístico el orfebre Horacio Bertero. Que realmente mereció todos los recuadros que los periodistas le dedicaron a su obra que agigantó al infinito la hermosura del atuendo de Isabel Macedo.

Y no se equivocaron los colegas con buen olfato y experiencia. Las presencias de la vicepresidente de la Nación Gabriela Michetti (lamentablemente inhallable para un diálogo que la sacara de un par de intrascendentes y hasta tilingos piropos para los novios) y del ministro político Rogelio Frigerio con algunos otras figuras relevantes del macrismo gobernante, sirvió para confirmar por enésima vez la evidente simpatía y espíritu colaborador de nuestro gobernador para con el presidente su amigo Mauricio.

Y es allí, en ese espacio donde encaja cual perfecta pieza del rompecabezas que va armando la política hacia las elecciones que siempre están a la vuelta de la esquina, la concurrencia de Juan Carlos Romero, acompañado por su esposa siempre pletórica de simpatía, Bettina Marcuzzi.

Justamente quien fuera una de sus más valientes y filosas espadas en los tiempos no lejanos de las durísimas batallas políticas vernáculas. La gladiadora que entonces ubicó a su anfitrión de ayer en el noveno anillo del Infierno del Dante, resultándole poco las nueve fosas del octavo para arrojarlo al último -y a la última de sus cuatro rondas (Judeca)- destino de las más irredimibles de las traiciones. Las que se cometen contra los benefactores.

Que la evocación de estas páginas que ya están escritas en la historia, en modo alguno sea interpretada como expresión de resentimiento. Todo lo contrario. Mucho más nos alienta imaginar a los protagonistas en una etapa de madurez, de evolución, de autocrítica como valor esencial del ser humano.

Y así, intentar la lectura de las fotografías, de los gestos, de los saludos, de los abrazos, de los cruces de miradas con rostros sonrientes y de burbujeantes brindis en sonoros cristales, pensando en que ojalá sea Verdad que aquel “Infierno del Dante” que inspiró peleas, odios y rencores, hoy queda atrás y el camino es como el de la Divina Comedia con su centenar de cantos de las tres cantigas que arrancando del Infierno, pasando por el Purgatorio arriba final y felizmente al Paraíso.

Al saludo ¡Las Paz sea contigo…!

Con un Virgilio reencarnado que ilumine sus caminos.

¡Qué maravilloso viaje imaginario!... si fuese cierto.

El tiempo lo dirá.

Pronto… muy pronto.

Y usted lector amigo, leal y constante; y nosotros… lo veremos.

Y lo escribiremos.

Para la historia.


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