Cristina es incorregible
Decía Jorge Luis Borges que los peronistas no eran ni buenos ni malos, que eran incorregibles. El concepto podría aplicarse con toda rigurosidad a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su discurso de hoy.
Cristina, mantiene la cara suficientemente dura como para hacer un ejercicio brutal y sin escrúpulos del doble discurso. Hizo un post grado en hipocresía, en decir una cosa y hacer otra.
Escuchar a Cristina reclamando libertad produce indignación y sorpresa. Justo ella, que se pasó junto a su marido atacando las libertades de los medios y de los opositores ahora reclama lo que ella le negó al resto. Es increíble. Dice que los argentinos ahora estamos perdiendo la libertad cuando su gobierno no instaló al chavismo más autoritario solo porque una franja del periodismo independiente y amplios sectores sociales pusieron los límites republicanos al patoterismo de estado.
Justo Cristina habla de los medios que ocultan los hechos de corrupción de los políticos. Su gobierno se dedicó a construir un oligopolio de chupamedias y para periodistas que quiso convertirla en una diosa eterna y blindarla de impunidad. Lo que pasó fue que fracasaron. Jamás entendieron la lógica del periodismo y por eso ahí andan sus pasquines o sus radios y canales pidiendo la limosna de la pauta publicitaria porque fueron incapaces de conseguir audiencias y publicidad.
El colmo de Cristina, que es casi la quinta esencia del sectarismo dogmático y maltratador, es convocar a un Frente Ciudadano que tenga amplitud y pluralismo y al que no se le pregunte a nadie a quien voto o de donde viene. Justo ella que se refugió en una facción pequeña del kirchnerismo y que va derechito a formar una minoría intensa con gran capacidad de movilización pero con una gran imposibilidad de ganar alguna elección en un gremio, en una facultad y ni hablemos de una provincia o en un municipio. Para acompañarla al banquillo de los acusados, se llenó la explanada de Tribunales de perdedores seriales de elecciones en sus distritos e incluso en las internas partidarias. Hablo de Sabbatella, Aníbal Fernández, Carlos Tomada, Kunkel, Agustín Rossi, Abal Medina, Fernando Spinoza, Luis D’Elía y tantos que están muy lejos del poder de representación que tienen muchos gobernadores e intendentes que apenas expresaron un apoyo tibio y muy formal a Cristina.
Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago parece ser la columna vertebral del pensamiento de Cristina. Acusó a Macri de corrupto por el tema del contrabando agravado de autos que fue absuelto por la mayoría automática y se burló de la empresa off shore que descubrieron los Papeles de Panamá. Justo Cristina que no puede explicar ni siquiera su declaración jurada, ni la cantidad de sus plazos fijos. Justo ella que en las causas Hotesur va a tener que dar muchas explicaciones para no ser encarcelada por lavado de dinero. Buscaron la ruta del dinero K y se encontraron con la ruta del dinero M, dijo muy suelta de cuerpo para halagar el oído de la militancia. Fue durísima con la gestión del actual gobierno porque según su discurso nunca vio tantas calamidades en 120 días. Como si la pobreza multiplicada o la inflación galopante y el frío económico no tengan un altísimo componente de su propia responsabilidad sumado a la del propio Macri. Hay mucho de maldita herencia recibida y un poco de gestión macrista.
Dio por hecho, solo porque ella lo dijo, que los fondos Buitres le pagaron a Jorge Lanata para que la investigara. Una mentira grande como la movilización que lograron hacer sus fanáticos.
Era patético como Cristina hablaba de abrir el juego, de sumar gente que piensa distinto y sus militantes, formados en su discurso intolerante, solo cantaban a favor de 678 y en contra de Clarín y TN. Incluso en un momento, claramente insultaron a Diego Bossio que hasta ayer era uno de los dirigentes preferidos de Cristina pero que huyó agotado de tanto verticalismo y reproches. El grito de guerra fue: Bossio/ compadre/ la concha de tu madre”. Fue tan humillante que hasta la propia Cristina dijo: “Así no van a convencer a nadie”.
La ex presidenta que muy pronto va a tener que volver a declarar por la imputación que le hizo el fiscal Guillermo Marijuan no tuvo pudor ni vergüenza en compararse con Don Hipólito Yrigoyen y Juan Perón.
Hubiera sido más pertinente compararse con Carlos Menem, otro populista aunque de signo contrario que también metió la mano en la lata y robó pero nunca al nivel del kirchnerismo como ladriprogresismo feudal. El relato forzado de Cristina dice que siempre que derrocan a los líderes populares se inicia una campaña de desprestigio para hacerlos quedar como corruptos. Las diferencias son abismales. Para empezar tanto Yrigoyen como Perón fueron derrocados por las botas de dictaduras militares y ella volvió al llano luego de ser derrotada por los votos de los ciudadanos en plena democracia.
“Los medios le picaron la cabeza a la gente”. Eso dijo y ella está convencida de que por eso perdieron las elecciones. Se subió a la demagogia para imaginar que si este gobierno pudiera, prohibiría la letra K del diccionario y no fue capaz de reconocer un solo error. Todo lo malo que le pasa a ella es una conspiración derechista de los medios hegemónicos, el partido judicial y las corporaciones económicas. Todo lo bueno que le pasa al país fue gracias a Ella. Flor de soberbia.
Cristina intentó plantarse como la jefa de la oposición y de un nuevo movimiento más abarcativo y ciudadano, un frente que nuclee a todos los heridos que va dejando la política económica, de inflación y despidos.
Cristina pidió que no insultaran a nadie y que recuperaran el amor entre los argentinos pero su soldados golpearon a nuestra colega Mercedes Ninci entre otros y mostraron altos niveles de violencia en medio de una organización casi castrense, típica de las brigadas y de las patrullas de Milagro Sala, Luis D’Elía, Fernando Esteche y el Cuervo Larroque. Escuadras al estilo Mussolini.
Son los que se apropiaron de la calle como si fuera propia. Los que llevaron a la práctica la orden de Máximo Kirchner, el príncipe heredero que en un acto dijo: “Vamos a dejar el gobierno pero no el poder”.
Provocativa y desafiante, Cristina dijo que la pueden citar 20 veces más e incluso meterla presa pero no la van a callar. Asesorado de cerca por el nefasto Eugenio Zaffaroni recusó una vez más al juez Claudio Bonadío a quien ni siquiera quiso saludar.
Altanera como siempre, dijo que no tiene miedo y aprovechó para victimizarse y pasar de perseguidora a perseguida. La verdad es que la concentración fue pobre y muy aparateada con colectivos que llevaron poco más de 15 o 20 mil personas. Quiso ser una demostración de poder y fue una exhibición de pobreza.
Finalmente Cristina sigue viendo la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio. Planteó que la familia Macri había hecho su fortuna a costa del estado. Puede ser. Pero la fortuna de ella y la que todavía no se conoce, fue saqueada al estado y a todos los argentinos.
Dice Cristina que tiene los fueros del pueblo. El juez tiene diez días para resolver su situación. La puede procesar, apresar o liberar de culpa y cargo. Hay dos sensaciones que quedaron después del acto. Volvió Cristina y fue millones, de dólares y euros con más allanamientos en La Rosadita. Y es incorregible. Cristina milita en el doble discurso y en la mentira. Solo que ahora está aislada, sin poder y en el llano. Cambia, todo cambia.