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La Argentina de Tribunales

En la Argentina los temas políticos se ventilan en los estrados judiciales.

Los últimos días, funcionarios de la ex gestión kirchnerista pasaron por los juzgados federales y algunos de ellos terminaron tras las rejas procesados por delitos graves contra la administración pública.

Al parecer, los jueces federales recogieron el guante sobre lo que dijo el presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Ricardo Lorenzetti, cuando afirmó: “queremos que los jueces dejen de demorar las causas” y pusieron mano a la obra sacando de los cajones expedientes polvorientos que tenían con causas “grosas” y que involucran a personajes “intocables” hasta el pasado 10 de diciembre de 2015.

Ricardo Jaime, su ex secretario Manuel Vázquez, Alejandro Vanoli, además de Axel Kicillof, Julio de Vido y hasta la propia Cristina Kirchner, por ahora, pasaron y pasarán por Comodoro Py para dar cuenta de lo que hicieron en sus tiempos de funcionarios, además de personajes allegados al poder como Lázaro Báez y su banda compuesta por sus hijos, Daniel Pérez Gadin y sus hijos y otros, que durante doce años se ufanaron de gozar de impunidad nada más que por ser “amigos de Néstor y Cristina”.

Ahora esos tiempos de tranquilidad y de bonanza económica para ellos parecen haber pasado, y lo que viene se vislumbra como oscuro, tenebroso y con sonidos no conocidos como puertas de calabozos abriendo y cerrándose a sus espaldas.

Por lo que puede conocerse hasta ahora a través de la información periodística y lo que trascendió de la investigación judicial, el monto de lo que se robó es muy difícil de estimar pero no hay que ser un matemático para considerar que fue por “demás mucho” como dicen los gauchos aquí en el norte.

Ante tantas carencias, en un país cargado de necesidades, con un 34% de pobres y otro tanto de indigentes y con trabajos precarios que penden de un hilo, es absolutamente inmoral ver tanta plata que se fue vaya a saber adónde como producto de actitudes corruptas, que despiertan la envidia de famosos delincuentes que ni aún volviendo a vivir podrían meter en sus alforjas tamaña cantidad de dólares, euros y pesos.

Hoy, la sociedad argentina que estoicamente asiste a un ajuste muy duro de precios en mercaderías y servicios, clama ya no sólo por ver a los delincuentes que se disfrazaron de funcionarios junto a Cristina Fernández de Kirchner en prisión, sino que principalmente piden, a gritos, que los ladrones devuelvan el botín, tal como dice la canción, “devolvé la bolsa”.

Las provincias, como Salta, sufren por estos meses el retaceo de fondos por parte de la Nación quién esgrime como argumento para no pagar sus deudas, la necesidad de pagarle a los holdouts para terminar con esa pesadilla generada por Néstor Kirchner y alimentada por su sucesora, Cristina Fernández, con el falso argumento que se libraba una batalla épica contra el capitalismo salvaje. “Patria o buitre”, se acuerdan?

Eso genera que la precaria situación económica de los ciudadanos del interior se profundice y provoque innumerables problemas de toda índole.

La “gentecita”, como gusta decir el filósofo urbano, Juan Carlos Villamayor, siente en carne propia los ajustes y los atrasos en los pagos y comienza a desprenderse de sus bienes para capear el temporal a la espera que nuevos y mejores tiempos asomen en el horizonte.

Sufren de impotencia al ver que el producto del esfuerzo de años, se desvanece a causa de no poder percibir lo que le adeudan desde hace ya muchos meses atrás, porque la provincia atraviesa una “delicada” situación financiera.

Esta historia no es nueva para los argentinos.

Las generaciones que peinan cana, recuerdan aquella frase del entonces ministro de Economía liberal, Álvaro Alsogaray, cuando dijo: “hay que pasar el invierno”.

El problema, con esto, es que más allá de quienes gobiernen, “el invierno” siempre les llega a los mismos, mientras siempre los mismos viven de veranito en veranito.

Existe, a pesar de la coyuntura, la esperanza de que todo este sacrifico sirva para, definitivamente, vivir en un país “normal” dónde los funcionarios funcionen, que sean idóneos, responsables y por sobre todo honestos.

Ya están hartos de los Boudou; los Jaime; los De Vido; los Cristina; los Aníbal Fernández y otros descuidistas que asolaron el país en nombre de una “revolución” imaginaria.

A ellos, les sirve de poco ver a los chorros esposados dejando sus Lear Jet y subiendo a celulares policiales con chalecos antibalas y esposados a la espalda custodiados por policías con rostros adustos como la circunstancia exige.

Les sirve de poco imaginar a Cristina y Máximo Kirchner cortar clavos mientras esperan estar frente al juez Claudio Bonadío, un magistrado al que catalogaron como “mafioso y pistolero”.

Les sirve de poco para los que sufren en villas y asentamientos miserables yéndose a dormir con un jarro de mate nada más, imaginar que esos que les robaron el futuro puedan terminar en las cárceles.

No les sirve porque saben que con lo que se robaron en pesos o dólares, también le robaron la posibilidad que sus hijos, desnutridos, tengan igualdad de oportunidades en un porvenir cercano.

Una abuela, a través de un mensaje a “7 PM”, decía que lloraba de alegría mientras escuchaba el programa y veía las imágenes televisivas que mostraban a un Lázaro Báez subiendo a un móvil policial.

“Estoy emocionada. Viva la Patria”, afirmaba.

En su mensaje, grafica quizás ésta argentina que estamos transitando.


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