Periodismo y Justicia
Buena parte de la sociedad argentina, entiende que si no fuera por el periodismo, este país viviría a oscuras ante los hechos de corrupción tanto en los ámbitos nacionales como provinciales y municipales que se llevan adelante desde los despachos oficiales y con los dineros públicos que, se supone, deberían ser de todos.
Últimamente, como ya había ocurrido años atrás, la tarea de los periodistas y los medios, ha adquirido roles relevantes ante la parsimonia que muestran jueces y fiscales frente a resonantes denuncias que, por lo menos, ameritarían que se proceda a investigar todos y cada uno de ellos, que sólo se ventilan, por ahora, en estudios de TV, programas radiales y páginas de diarios y portales virtuales y de papel.
Exaspera hasta el hartazgo ver la manera como se mueve la Justicia en Argentina.
Similar a una paquiderma embarazada, quien debería estar atenta para iniciar investigaciones urgentes, reposa, duerme una larga siesta santiagueña mezclada con mexicana, mientras los actos de corrupción, sin solución de continuidad, siguen apareciendo merced a las investigaciones periodísticas o las denuncias que los ciudadanos realizan ante los medios de comunicación, que son lo único con lo que cuentan para tener aunque sea la esperanza que algún día se hará justicia.
Las imágenes de unos tipos contando con máquinas millones de euros, dólares y pesos en una habitación, conocida en la jerga de la timba financiera como “cueva”, fue quizás la gota que colmó el vaso y provocó que en las redes sociales y medios de comunicación, estalle la indignación, el asco, la bronca y también la impotencia ante tamaña demostración de impunidad que sin ningún pudor, exhiben estos personajes ligados a ex funcionarios de la anterior gestión que ocuparon los primeros lugares en la administración del Estado.
Con impudicia total y con la tranquilidad que otorga saber que son intocables, los hijos de Lázaro Báez, su contador y algunos otros como Fabián Rossi, el experto en blanquear dinero sucio a través de cuentas off shore en el extranjero, le mostraron a todo el mundo que “ellos” nunca serían alcanzados por el largo brazo de la ley, por eso actuaban con absoluta “normalidad”, aún cuando sabían que lo que estaban haciendo era cometer un grave delito castigado severamente por las leyes escritas, pero muertas, por decisión de quienes deberían mantenerlas vivas.
¿Sabrían hoy los argentinos de no ser por el periodismo lo que se hacía en ese lugar llamado “La Rosadita” con el dinero sucio producto de la corrupción llevada delante en el más alto nivel del poder?
¿Sabrían hoy los argentinos de los millones de pesos, casi mil, que el ex ministro de Planificación, Julio De Vido se llevó, vaya a saber uno adónde menos dónde debería haber ido que era la construcción de obras de infraestructura en todo el país?
¿Sabrían hoy los argentinos de las mil y un fechorías, estafas, y robo descarado que llevó a cabo en cuatro años el ex vicepresidente de Cristina, Amado Boudou de no haber sido porque periodistas y medios estuvieron atentos para exponerlo públicamente mientras la Justicia miraba para otro lado?
¿Sabrían hoy los argentinos que en FAdEA, una fábrica administrada por La Cámpora que se supone debía hacer aviones se “perdieron” 1.401 millones de pesos sin que en ocho años haya salido de allí ni siquiera un tornillo, a la vez que se le pagaba a “vedetongas” en caída, como Florencia Peña, cientos de miles de pesos para que diera charlas sobre violencia de género?
¿Sabrían hoy los argentinos los negociados impúdicos que Cristina y Máximo Kirchner junto a sus socios hicieron con sus hoteles en el sur y que le costaron a los argentinos millones de pesos?
¿Sabrían hoy los argentinos el despilfarro diario que hizo en Aerolíneas Argentinas el ex presidente de la empresa, Mariano Recalde junto a La Cámpora y que significaban, según estimaciones, por lo menos una escuela por día en el país?
¿Sabrían hoy los argentinos lo que se les pagaba a cantores y actores “nacionales y populares” para que salieran a sostener el relato y defender lo indefendible?
¿Sabrían hoy los argentinos lo que se robaron funcionarios, allegados, chupamedias y buscas de toda especie con el argumento que había que salir a la calle a defender el “modelo”?.
¿Sabrían hoy los argentinos lo que se les pagaba a seudos periodistas, mercenarios y gurkas en verdad, como los de “6,7, 8” o Tiempo Argentino; Página 12 o TV Registrada y otros, para que tipejos de baja estofa salieran a mentir descaradamente y esconder la realidad?
La lista podría llegar a ser interminable pero de no haber sido por el periodismo, esos delincuentes se sentirían seguros, a resguardo y dispuestos a salir a disfrutar del producto de sus robos.
En verdad, fue una parte del periodismo, el independiente, quién en todos estos años a pesar de las persecuciones físicas y económicas fue capaz con valentía y malos ratos, de contarnos lo que en realidad estaba pasando a nuestro alrededor.
En el siglo XX, la Alemania hitleriana logró mantener su relato hasta el final, gracias al cuento que, con maestría, había elaborado su ministro de propaganda, Joseph Goebbels.
Aquí, en esta Argentina de los últimos ocho o doce años, el matrimonio Kirchner pretendió hacer lo mismo.
Pensaron que con comprar algunas voces y plumas en venta, bastaría para instalar y hacer pasar por verdad falacias enormes, con la complicidad de una Justicia domesticada, desde la que sólo algunos jueces y fiscales, muy pocos en realidad, como José María Campagnoli y Claudio Bonadío, entre otro pequeño grupo, fueron los que intentaron poner luz en ese mundo oscuro y lleno de cucarachas aún a riesgo de sufrir persecuciones, juicios políticos y hasta ataques físicos.