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¡No quiero que me gobierne Parodi!

Urtubey está en campaña… Urtubey está de novio…

Urtubey está en campaña,

Juan Manuel está de novio.

Mientras, en Salta se cocinan a fuego lento los municipios del interior.

El relato exigía cada vez más recursos, más publicidad que lo sostuviera y Salta pagó su parte, las producciones regionales fueron quebrando de a una, la población aumentaba y los puestos de trabajo retrocedían.

Los intendentes, dirigentes con mirada local saben que esa situación se los iba a llevar puestos y empezaron a rellenar sus planillas de personal, que es la forma más directa de poner plata en la calle y asegurar un voto más feliz.

La mirada desde la capital no entiende cómo municipios pobres se van llenando de empleados que no les permiten ahorrar los fondos para alguna obrita. Los intendentes saben que no esta pobre la municipalidad, esta pobre el pueblo.

Esta situación se va a ir cobrando un intendente por mes, intendentes que vienen al Grand Bourg a pedir le estiren la coparticipación, le solucionen la deuda o le den un adelanto.

Y en el Grand Bourg no encuentran a Juan Manuel que les prometió conducción y futuro, que el cambio recién comenzaba, ni siquiera a Miguel que compartió sus problemas allá en el foro de intendentes.

Allí sólo lo encuentran a Parodi, con el mandato de aguantar pagando sueldos.

Salta voto por tercera vez un gobernador, y por noveno año consecutivo encontró que la gobierna un administrador.

Cuando hay plata funciona, se reparte en tiempo y forma, los vicios de ese sistema pasan desapercibidos, la gestión va desapareciendo pero sobraba candidato para enfrentar las elecciones.

Cuando hay ajuste empieza a necesitarse presencia, ideas, lápiz fino, consensos que contemplen a los amigos y a la oposición.

Esto excede la formación y las capacidades del superministro.

El 2016 no es el 2012; hay otro cuadro, otra mirada de la realidad y otra necesidad de conducción.

Necesitamos un gobernador cama adentro.

El PRS y su soledad

Ocho años duró la farsa, un PRS que simulaba no haberse subordinado al Peronismo sino que vendía ser socio de un gobierno de un frente local y progresista.

Ocho años hasta que los números marcan que por tercera elección consecutiva no se consigue una banca de concejal en la capital.

Ocho años hasta que un gobernador, cansado de las mochilas, decide que “equipo que gana sí se toca”, que él es Peronista y que le conviene un compañero de fórmula que le levante la capital.

El frente ignoro a Renovadores y al Partido de la Victoria, que le aseguro la elección allá en San Martín le dio un espacio vergonzoso, un espacio de partido chico.

Vienen tiempos nuevos, de exigencia de diálogos, no porque Salta los exija, sino porque nuestro gobernador quiere ser presidente y para eso debe mostrar un adelanto político que supere la novedad del voto electrónico.

Ese diálogo lo debe encabezar Urtubey, no es delegable en Parodi, Salta debe avanzar en reformas institucionales si quiere estar a la altura de los tiempos.

El país tiene un escenario incierto, con dos sectores con un anclaje de votos de treinta puntos cada uno, Massa peleando por no diluirse y una enorme dependencia del rumbo de la economía.

La provincia está dividida en tres treinta, uno es del gobierno Nacional otro es del gobierno provincial y el otro lo pelea de la mano de Gustavo y la futura gestión de su intendencia.

Dos tienen líderes definidos, Urtubey y Sáenz, el tercer espacio no tiene un liderazgo ni organización clara.

Es más ciudadano que partidario, se juntan el PRO, la UCR, el PPS, el PCP, algunos Lilitos y gente de Stolbitzer, pero mayoritariamente está compuesto por miles de Salteños independientes que quieren crecer, quieren alternancia, quieren volver a insertarse en el mundo y quieren honestidad y seguridad.

Esa conducción deberá armarse y organizarse en el juego en equipo.

¿Dónde queda el PRS en ese reparto?

Por votante, por historia y por plataforma debiera engrosar ese treinta por ciento último y en plena organización.

Pero no genera confianza, y pese a su desarrollo en la provincia no tiene autoridad para pedir encabezarlo, apenas puede ser llegar a ser recibido como un mal necesario.

Varios intendentes le dan soporte, pero son intendentes de Urtubey, no del Renovador.

Si gana la presidencia del PRS Cristina Fiore está claro que seguirá en el frente que apoya a nuestro gobernador hasta la victoria o la hoguera.

Si gana Gramaglia deberá ser desde la convicción de los intendentes que llegaron nuevos tiempos, deberá horizontalizar la conducción, fijar un nuevo rumbo y apostar a formar una dirigencia nueva que pueda ser creíble nuevamente.

El grupo, sea nación, provincia o municipio que no entienda la lógica de diálogo que está cruzando la sociedad Argentina está condenado a ir desapareciendo.

Tenemos futuro. (A.U.)


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