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“Salta Transparente” y el “hacer “Periodismo de Periodistas”

La primera advertencia que debemos señalar en esta nota editorial, que naturalmente expresa en forma precisa y exclusiva el pensamiento de su autor, es que el hecho de polemizar con el colega director del medio digital “Salta Transparente”, el abogado Gonzalo Guzmán Coraita no afecta en lo más mínimo nuestra vinculación personal ni profesional ni mucho menos la valoración y agradecimiento de nuestras editoras a su co patrocinio letrado en el Recurso de Amparo que la Justicia Salteña, en fallo histórico para la Libertad de Expresión dictara al promediar el año 2015 exigiendo al Gobierno de la Provincia a reparar y terminar con frecuente crimen que constituye por parte de los estados la “Censura Indirecta”, es decir la persecución e intento de silenciar las voces libres del periodismo desde la repudiable concepción ideológica de la intolerancia a la opinión crítica. Acción que constituyó todo un manifiesto del pensamiento antidemocrático que en vano se resiste al ineludible control ciudadano sobre los circunstanciales funcionarios que debieran entender que conducir al Estado por mandato popular es someterse sin la menor reserva al escrutinio público en todas y cada una de sus acciones.

Hecha esta salvedad que sin duda alguna será valorada en la dimensión del respeto con que se la formula, centremos la atención en el hecho que la motiva.

Se trata concretamente de una serie de notas publicadas por el colega Guzmán Coraita donde se difunden informes especiales e investigaciones sobre el manejo jamás transparente ni normado legalmente como debiera serlo, de los dineros públicos de la denominada Pauta Publicitaria Oficial. En este caso concreto, la provincial.

Nadie, ni propios ni extraños al quehacer de este oficio maravilloso al decir del gran Gabo García Márquez, piensa siquiera en discutirle al colega su absoluto derecho y hasta obligación por qué no considerarla así, de enfocar su lente observadora sobre esos dineros públicos y la discrecionalidad rayana muchas veces con lo delictivo de su reparto: “amigos” “amigas” “socios electorales”, “cómplices electorales y de cualquier otro tipo de prebendas”, triangulaciones, “campañas electorales”, “abuso sobre los intendentes con idénticos “pasamanos” de fondos”, etcétera.

Toda una enciclopedia de la malversación de fondos y otras figuras jurídicas para nada difíciles de realizar pero eso sí garantizadas por las impunidades del poder de turno.

Donde esta publicación y este periodista centran su discrepancia es en la que ojalá resultara una decisión equivocada publicar listas extensas de nombres y apellidos, de nombres de fantasía, de nombres de empresas con años de existencia y generadoras de fuentes de trabajo, etcétera, como si se tratase de una sanción extra que seguramente por sus características y efectos se remontaría al Medioevo donde amén de pedirse castigo se sometía sin necesidad de sentencia al eventual infractor o violador de la ley, a la Vergüenza Pública.

Sobre esa consecuencia personalizada en infinidad de colegas empeñosos y talentosos trabajadores de la prensa de las publicaciones nos ocupan hoy en esta editorial, es que con toda contundencia y claridad levantamos nuestra crítica y protesta.

Nadie duda de la arbitrariedad de los Estados en esta materia, así como renueva sus esperanzas de que ello se termine en tiempo no lejano merced al avance de la legislación provincial con el fallo de la Jueza Bibiana Acuña sobre nuestro Amparo, nacional con los de la Corte Suprema de Justicia e internacional con la cada día más firme acción de la Comisión Interamericana de Prensa a través de su Relatoría Para la Libertad de Expresión de la OEA.

Sentimos así y aquí la satisfacción ética y moral que nos exige el ejercicio del periodismo de respetarnos.

De debatir entre nosotros.

De discrepar como forma única que aproximarnos al objetivo irrenunciable a ideal de la Verdad.

De defendernos no como corporación sino como la voz de los que no tienen voz cuando se acalla al periodismo.

Resulta más que válido repetirlo: De respetarnos.

Posdata: Quien sabe de los avatares de este oficio y profesión dignísimos, de sus voces aunque sin infinidad de nombres reales o de medios conocidos, entenderá el sentido de esta nota y reforzará también como saldo positivo la necesidad de nuestras propias solidaridades. Comprobar en esas letras molde un medio, una productora, un periodista o un programa porque “mereció” de la “gracia” del poder de turno unos miserables pesos, obvia mayores comentarios. Esta mención es al sólo efecto de reivindicarlos en su decencia por su compromiso de defender la Libertad de Expresión.

Que esa sí es nuestra causa común. (El director)


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