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Scioli: El tiro por la culata de Urtubey

De canciller ficticio pro buitre a volver al territorio a asegurar su sucesor. ¿Otra vez “de la misma sangre”?

Al momento de confirmarse la exacta valoración de los argentinos a través de su voto sobre la figura del históricamente manejable Daniel Scioli –dicho así para recurrir a un calificativo azas benigno- y obviamente sobre la proclamada década ganada del kirchnerismo de Néstor y Cristina, nadie puede imaginarse que para el gobernador Juan Manuel Urtubey ese resultado podría pasar como una cosa ajena, o si no tanto, cuanto menos lejana de toda posibilidad de rozarlo en su legítimamente ambicioso proyecto político personal que tiene como norte nada menos que la presidencia del país.

Dicho esto no como una especulación periodística o de politólogos, sino como resultado del más simple de los análisis que el ciudadano realiza como principal interesado de la gestión y de las actitudes de sus gobernantes. Lo que se llama el escrutinio crítico sobre los hombres públicos. Un derecho y una libertad absolutamente sustanciales en todo sistema democrático.

Es imposible pensar que la decidida y publicitada militancia de nuestro gobernador en el marco de la campaña presidencial de Daniel Scioli, asumida con plena consciencia de que lo hacía en desmedro de su responsabilidad de gobernante de un estado provincial cuya ciudadanía, presa de los artilugios de un sistema electoral hecho a medida de los que buscan las reelecciones eternas acaba de honrarlo con un tercer mandato, no merecería finalmente como hoy sucede un juicio, una valoración, una aprobación o un reclamo.

Urtubey, sin duda alguna usufructuando los bienes del Estado que no le pertenecen sino que debiera utilizar con recato y preservar con austeridad, paseó su figura de Bello Otero cuadriculando el país como un cabal operador full time de Daniel Scioli.

Demás está decir que con idéntica financiación de las arcas públicas su estrategia de diseño personalista lo instaló en cuanta redacción periodística en cuanto canal de televisión y/o radio le fue posible ser invitado o comprar como lisa y llana contratación publicitaria.

Todo valía para la campaña: dejar la provincia, dejar el gobierno en manos de un gabinete que él mismo no ve las horas de vitalizar por ineficiencias culposas pero por su propia tolerancia, ignorar toda crítica y en definitiva ratificar las características de su personalidad notoriamente cesarizada.

Característica ésta que, lo dijimos desde el momento de su ostentación pública no respondió a la creatividad de un cronista sino que fue extraído de aquel discurso que el propio Urtubey pronunció a sus funcionarios reunidos en el Hotel Termas de Rosario de la Frontera, donde desnudo sin falsa retórica su convicción de ser un “elegido”… Un elegido para conducir a todos cual César de palabra y acción absolutamente indiscutibles. Más aún, les llegó a pedir fidelidad silente habida cuenta de lo mucho que él debió sacrificar para llegar al timón del barco.

No hace falta abundar más al respecto.

El lanzamiento de la campaña de Scioli muy a pesar del kirchnerismo puro con Cristina a la cabeza y La Cámpora rechazándolo lo ubicó a Urtubey en la palestra nacional pero obviamente no en el lugar deseado que fue y sigue siendo precisamente el del motonauta. Es decir, un escenario que rápido de reflejos e inteligente como lo es, lo hizo replantear la estrategia trasladando su expectativa personal para dentro de cuatro años.

Así las cosas, el gobernador salteño, con una experiencia de jugadas riesgosas con excelentes resultados como la de vencer repetidamente a su ex amigo y padrino Juan Carlos Romero, se instaló a la diestra de Scioli apareciendo tanto o más que el impuesto candidato a vicepresidente Carlos Zannini. El bien llamado “la tobillera de preso” que Cristina colocó quedándose con la llave. Amén de decretar, sin derecho al pataleo del históricamente “manso” Scioli, que Aníbal Fernández fuese el candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Capricho soberano que terminó en el desastre que hoy amenaza con otra catástrofe nacional a Scioli y por ende a Urtubey y su imaginaria nueva fuerza de gobernadores por fin libres del yugo K.

Hoy, la bofetada de las urnas que determinó el fracaso de un Scioli que se sintió ganador en primera vuelta y con la fusta bajo el brazo, sepulta el canto triunfalista de Urtubey en campaña.

En definitiva para el salteño fue un minuto de fama. Un estrellato fugaz donde inclusive llegó a convertirse en anticipado canciller que en nombre de un Scioli confiado en que ya estaba en el sillón de Rivadavia se embarcó hacia Nueva York donde pegó su grito diciéndole a los kirchneristas puros, con Cristina a la Cabeza, que se dejen ya de joder con aquel slogan de la presidenta y La Cámpora de: “Patria o Buitres”.

Desde el imperio, y para furia cristino-kirchnerista, el gaucho salteño Juan Manuel, en nombre del candidato que pensaba ganar en primera vuelta, proclamaba en el mismísimo centro del poder económico norteamericano y para el mundo, que en la Argentina se acababa el 25 de Octubre la soberanía K de no pagar a los acreedores buitres. Y así Argentina volvería al mundo de las relaciones no sólo económicas sino también políticas del que se alejó en aras de su visión revolucionaria chavista, a la venezolana.

El impacto lógico de semejante traición doctrinaria de parte del supuesto canciller de Scioli fue enorme. Tanto como la ira de Cristina y sus centuriones como Aníbal Fernández y Axel Kiccillof –entre otros amén de La Cámpora en pleno- que obedeciendo el mandato superior se lanzaron en picada contra el apuesto rebelde norteño.

En el tejido de esa urdimbre política propia, y naturalmente con el beneplácito mayúsculo de su candidato Daniel Scioli, Urtubey elucubró la teoría de reconstruir el poder de los gobernadores para una futura gestión donde no estando Cristina y su staff de cajeros distribuidores discrecionales del presupuesto nacional podría reivindicarse un federalismo soñado en las constituciones pero jamás cumplido por los gobiernos nacionales. Mucho menos en esta década perdida.

Confiado en las encuestas como Scioli, Urtubey siguió en campaña como operador full time hasta que el 25 de Octubre se peló la frente con el magro resultado que obligó al balotaje del 23 de Noviembre, jamás pensado por el oficialismo.

Previsor, aunque sin dejar de recitar frases alusivas a la campaña del maleable candidato a presidente del Frente Para la Victoria, el imaginado futuro canciller y monje decisivo de la futura corte de Scioli hizo la del gaucho astuto de alguna famosa canción criolla: bichó la puerta y se alejó reculando…

Terminado el coqueteo desde donde inclusive llegó a traer promesas maravillosas porteñas para engrupir a los salteños en obras y todo tipo de prosperidades de parte del que ya presumía presidente, Urtubey volvió a los micrófonos amigos del pago desempolvando aquellos versos no lejanos del compromiso total con Salta y los salteños. Es decir, volviendo a recitar la mentirilla de no haber pensado jamás en mudarse a Buenos Aires para acelerar día a día en su campaña presidencial, puesto que cuatro años pasan volando… y son sólo un pestañeo.

Si los pronósticos de una nueva tormenta para Scioli en el balotaje se confirmaran y el PRO de Mauricio Macri – Michetti y Vidal asociado con Sergio Massa lograra cerrar el largo ciclo del kirchnerismo, en modo alguno Juan Manuel Urtubey será sorprendido con la guardia baja.

Tras el probable acto fallido de estas elecciones, el gobernador en modo alguno abandonará sus espacios conquistados en el concierto nacional en los planos partidarios y también por supuesto en los mediáticos.

Pero eso sí, acá, en el territorio, subsanará sus recientes descuidos y volverá a subirse a su imaginario barco para repetir aquella prédica de Rosario de la Frontera ante sus apóstoles, refrescándoles en la memoria, por las dudas se hubiesen olvidado, que el que manda es sólo él.

Y con ésa línea de pensamiento, sumada a los antecedentes de sus decisiones personalísimas sin derecho a apelaciones, enfocará su mira en el 2019 donde colocará la banda y entregará el bastón de mando de gobernador a un sucesor. Su sucesor.

No pocos se preguntan al respecto si Juan Manuel, el Bello Otero, no estará pensando –otra vez- en aquello de “la misma sangre” Como en la taba cargada de El Tolo.

Más aún… otro ñaño, El José, la pata kirchnerista de la UIA hasta aquí, afirma cuando se le preguntan sus ambiciones políticas: Y… ¡si las bases me lo piden…!

Habrá que preguntarles qué piensan esta vez –porque el number one ya no estará en esta grilla - a los que hoy tienen el cepo U como Miguel Isa, Santiago Godoy, Sonia Escudero, ¿por qué no? Bettina Romero, los Leavy del Frente Para la Victoria consagradísimos como pretenciosos pero siempre finalmente engrupidos… etcétera.

Y en ése etcétera… como un fantasma, seguramente confirmará su presencia Gustavo Ruberto Sáenz… también de muy buena estrella.

Pero eso está un poco más lejos.

Sólo un poco más lejos del balotaje, y de la aventura Sciolista de Urtubey.

El vizcachazo errado en primera vuelta.


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