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El balotaje consagra el debate parlamentario

No somos recua

«Hay que tener en cuenta que la gente vota libremente, nosotros no la podemos acarrear para un lado u otro, no podemos decirle a quien tiene que votar. Somos respetuosos de las decisiones de la gente.»

[Gustavo Ruberto Sáenz, salteño, ex candidato a vicepresidente por el Frente UNA]

Ni la estadísticas, vea, condicionaron el voto. El castigo a la especulación del cálculo sesgado ha sido grande. Hay un solo vencedor en estos últimos comicios del 25-O: Es la Libertad. Se expresó en dos dimensiones, que eran las que se estaban apolillando en los desvanes de la politiquería, y que son, claramente: La consciencia en el acto de votar y su consecuente afán de control, ejercido no solamente por los mecanismos legitimados como son las Fiscalías partidarias en las mesas electorales, sino por la grande, enorme sombra de la Ciudadanía sobre los oscuros rincones en los que se cocinan los apestosos guisos de la corrupción comicial. Por algo Aníbal Fernández habrá dicho “Me dejaron solo”, y recibió la enorme paliza de Quilmes, son contar otros distritos, toda la provincia, bah. A qué tipo de abandono se estaría refiriendo ¿no? Recordemos que en las Paso hubo denuncias nunca respondidas sobre el extendido y guarango fraude bonaerense, entre ellas, las de Felipe Solá, quien afirmaba la sustracción de cientos de miles de votos. Y también la aparición de contenidos de urnas en zanjas de los límites rurales. A Fernández, no lo abandonaron sino los que no pudieron operar sobre las urnas [debido al control popular], entre otros que efectivamente lo dejaron solo en la parada. Y lo dejaron solo porque tuvieron al Gran Hermano Popular encima, fotografiando boletas, planillas y telegramas.

No somos recua

La cuestión es que el 25-O, los distritos electorales comenzaron la rápida, no lenta, transición de ser una hacienda de pastoreo paciente, a una estampida aplastadora. La recua conducida de aquí para allá plantó pezuñas.

Justamente, el pensamiento del constituyente del 94, al consagrar la segunda vuelta electoral de candidatos a Presidente de la República, planteó un gran problema a futuro: Bajo ciertas condiciones de la numerología electoral, los dos candidatos que tengan mayor caudal, dirimirán en otra votación su definitiva ubicación. Aquí aparece el diluyente de recuas, si así puedo llamar a esta alternativa electoral. Claro, pues, quedará demostrado que ni los votos que parecían propios, lo fueron en la primera vuelta, y lo más importante, aparecerán los otros, los que la Estadística ninguneaba porque no medían el amperímetro.

De modo que en la mini campaña balotajera, cada cual de los dos en pugna, deben pensar en aquellos en los que ni pensaron antes, a la vez que intentar aferrar a los que, habiendo sido recua cautiva, demostrarán que no lo son.

Ahora, desde el punto de vista del paisanaje, se la una cuestión que lo lleva a pensar, según el balotaje, entre dos que a lo mejor ni siquiera lo representan, pero que podrá controlar desde el Congreso de la República.

Desplazar el eje de la presión política

Sergio Massa indicó claramente que no apoyará ni indicará a sus 5 millones de sufragantes que apoyen a Scioli o a Macri. Se lo dictó el viejo y querido Pero Grullo, que para estas cosas, es el mejor asesor político que he conocido hasta el momento. Claro pues. Massa, que dejó la carrera por mandato constitucional para una nueva elección, obviamente sabe que bajo ningún aspecto puede indicar cómo votar a nadie, si ha perdido la elección. Pero, pero, pero... Se guardó el escenario dónde hacerlos valer, sea quién sea el que gane el balotaje. Es consciente de que volcó los números en el Congreso de la República. Allí, a partir del próximo período legislativo, ya no se apoltronarán, en Diputados, aquellos patéticos muñecos mecánicos y mayoritarios cuya única articulación es la de levantar el brazo para votar sí a lo que sea, siempre y cuando la orden baje de la Rosada; así nomás, sin debate republicano. Massa lo sabe y es su baza más importante. Ahora, sea quién sea el inquilino de la Rosada a partir del 10-D, sí, o sí, deberá presentarse al debate con saco, corbata y asistencia perfecta, como corresponde. Algo que suena tan extraño ahora, porque estábamos acostumbrados a esa cáfila de elite con sólo un brazo articulado; el brazo de aprobar sin debatir. Lo más fascista que nos pudiera pasar.

Cosa diferente, pero de la misma naturaleza libertaria, sucederá en Senadores. Allí, la mayoría es absoluta; pero, a diferencia de Diputados, los senadores representan a provincias, y no al paisanaje. Pero porqué naturaleza libertaria, don Profe. Muy sencillo, Doña: Los gobernadores, de a poquito están abandonando aquella impostura de sátrapas rosados, sometedores feudales de sus pueblos, precisamente por ser sometidos feudales de la Rosada. Gobernadores que de identidad política, niente. Aplaudidores de Cadena, claque de estudio televisivo y lanzadores de carcajadas a una señal del director de cámaras. Están decidiéndose a recuperar su personalidad; aquella que les llevó a sus sitiales provincianos. Además de aquellos nacidos libres en las elecciones del 25-O, como en Jujuy y en BA.

Sea quien sea, Doña

De los dos en pugna para el balotaje, cualquiera que asuma estará frente al mismo escenario republicano: Un Congreso dispuesto al debate, como debe ser, en el sacro recinto soberano donde reina la Democracia.

Ese es el valor que adquiere monumentalmente el mensaje de los Massa, los de la Sota, los Sáenz. Verdaderos ganadores, porque se ubicaron donde se hace crecer a la Democracia, poniendo de rodillas a un Ejecutivo despótico.

Maduro, Fernández, Mussolini y las Grandes Marchas

Justo el 30 de octubre de 1922, hacen hoy 93 años, Benito Mussolini conducía a sus huestes de “Camicie Nere” sobre Roma, iniciando el derrumbe del sistema parlamentario vigente sostenido por la monarquía de Víctor Manuel III. Se inauguraba el fascismo como forma de gobierno autoritario y despótico. El mismo día, pero de este año 2015, Nicolás Maduro, en Venezuela anunció que resistirá la entrega del gobierno, en caso de perder las elecciones. Y un día antes, la señora Fernández, de Argentina, recalcaba que el Régimen perdurará, con Scioli o sin él, palabras más, palabras menos pronunciadas ante la gran movilización conducida por el aparato. Coincidencias de la Historia, Doña Clota. Ese mismo sistema parlamentario, hoy en riesgo. Ahora ¿qué papel juega Daniel Scioli en este esperpento? Plantea la eterna duda acerca de sus verdaderas intenciones y lucubraciones. Puede salir para cualquier lado, lo que no debería sorprendernos.

¿Y Macri? Declamador compulsivo del Cambio pero sin concretar qué cambiará. Porque si analizamos sus propuestas, son las mismas de siempre y las de cualquier candidato de cualquier pelaje.

Por eso mis queridos Paisanos: Tengamos los ojos puestos en el Congreso de la República y sus futuros comportamientos. Y las manos, prestas para formar una sólida cadena de defensa de la Democracia. Sencillamente, porque no somos una recua.


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