La paja en el ojo ajeno
Para Juampi Rodríguez, la construcción electoral de
Romero es un “rejunte”
Si algo resulta sustancial para la trascendente actividad de los hombres que asumen responsabilidades políticas, es el de poder mostrar una trayectoria que los haga merecedores del más honroso de los títulos que una sociedad otorga, y que es el de considerarlos dirigentes.
Ello equivale a instalarlos en una categoría donde los valores éticos y morales distinguen a los hombres que así, entonces, predican y conducen con autoridad y merecimientos indiscutibles.
Lo que, sintetizado en una sola palabra se llama ejemplaridad.
Si pensando en ello hoy se observa a la política tanto nacional como provinciana y por ende a sus dirigentes y gobernantes, por cierto es que la conclusión no puede ser más decepcionante.
Enfocando la lente de este análisis al orden local, y particularmente en el salto al centro de la escena del flamante ministro político del gobernador Urtubey, el joven Juan Pablo “Juampi” Rodríguez, esa crisis de valores resalta con rasgos imposibles de disimular.
Ello se desprende de las propias declaraciones del novato ministro que, en una evidentemente planificada ofensiva mediática, fue enviado cual kamikaze en su primera y urgente misión contra Juan Carlos Romero, el opositor más peligroso que el urtubeísmo triunfante del 2007 no creyó volver a tener nunca jamás… en un cálculo que evidentemente erró.
Así fue como ante los micrófonos del colega Mario Ernesto Peña (FM Aries) pisó el acelerador a la tabla con inocultable aire de autoridad y hasta de superioridad política para denostar al rival que, en Democracia, el ABC de la política enseña que sólo se lo puede superar en campo del debate ideológico, doctrinario, filosófico, de proyectos y de modelos de país, de provincia, de región.
No sorprende por cierto a los conocedores de los valores y disvalores de una dirigencia donde no prima precisamente ésa ejemplaridad ya mencionada, que la inexperiencia del amigo del gobernador sumerja a la política por enésima vez en el fango. Como cotidianamente se ve en mil y una expresiones de las penosas campañas electorales de estos tiempos.
Como si hubiese nacido hoy a la vida pública para asumir el rol de un cabal Capitanich de Urtubey, el ministro político no sólo pontificó sobre las bondades de la gestión de su actual líder y conductor, sino que fustigó duramente al ex gobernador Juan Carlos Romero, cuya sombra sí lo acogió para que comenzara a existir y a amamantarse. Políticamente. Etapa que parece, una fortísima amnesia borró de su memoria para hacerlo renacer en ésta, por cierto provechosa como resulta más que fácil comprobar.
Así, muy suelto de cuerpo y boca proclamó que lo que hoy hace Romero y toda su dirigencia y militantes en materia política no son otra cosa que tropelías. Dijo, por ejemplo: “La construcción política de Romero es un rejunte de todo lo que venga con tal de ganar una elección…”
Y en su osadía de inexperto y algo peor, avanzó para poner en la picota apellidos de políticos que –guste o no- son los protagonistas de las lides de esta etapa de nuestra reconstrucción democrática que los argentinos pagamos con el altísimo costo de un genocidio.
Así –y muy a lo Capitanich- la frágil espada política del gobernador Juan Manuel Urtubey mencionó a muchos dirigentes que por discrepar del kirchnerismo local y nacional y aportar sus ideas y proyectos para una alternativa de cambio, no merecen el mínimo de los respetos.
“Son todos lo que han ido quedando al margen de espacios electorales y de gobierno”, arriesgó imaginando el micrófono periodístico como el atril de un catedrático.
Lo que no pudo explicar Rodríguez ante una inevitable pregunta periodística, es cómo, si lo de Romero es un rejunte, debiera llamarse al Frente Electoral de Urtubey donde las incoherencias e incompatibilidades ideológicas son idénticas o aún mayores. Tal la compra –cabe la expresión- del sello originario, militar, antiperonista y ulloísta del Partido Renovador de Salta, amortizado con siete años de una vice gobernación dedicada full time a acompañar procesiones. Contrato que termina en este 2015 con una fuerte coz en las posaderas del estallado y residual PRS.
Mucho menos podría argumentar el novato ministro sobre el Frente en el que hoy milita o trabaja, si se lo llevara al terreno del debate ideológico con la izquierda sui generis de Libres del Sur, accionista nuevamente del proyecto reeleccionista de Urtubey.
Por ejemplo si en ese marco se plantearan las posiciones respecto a las relaciones gobierno-iglesia o gobierno – entidades financieras o gobierno – contratistas del Estado. En el ámbito de los puentes gobierno – Justicia o Partido Judicial, por estos lares a Urtubey no se le plantearía el cisma que tiene trastornada a la presidente Cristina.
¡Y ni mencionar el debate inevitable por la legalización del aborto o la comunión de la doctora Kirchner con el impresentable heredero de Chávez y su revolución bolivariana!
Mucho menos intentar un replanteo de las pretensiones legítimas del manoseado Partido de la Victoria, verdadera esencia kirchnerista, de ocupar espacios de poder con los que sueñan y no supieron ni saben conquistar, resignándose a las migajas de la mesa de Finca Las Costas.
(Ejemplos: Ayer, “Marocco ministro de gobierno no marginado” Hoy, “Leavy vicegobernador” sin un Andrés Zottos re enganchado de prepo para el premio consuelo de senador provincial, a costa de todo mérito militante de la dirigencia K del norte.
Opereta que en nada difiere respecto a la dirigencia de la Capital donde los peronistas y los urtubeístas tuvieron que tragarse el rococó de Javier David único candidato a intendente, amnistiado y premiado por su probada deslealtad para con Romero.
O la traqueotomía sin anestesia de Urtubey a todas las mujeres justicialistas que dejó colgadas de su histórica “rama” cuando sin anestesia ni justificativo doctrinario posible les impuso a la antiperonista más probada del PRS fundacional, Cristina Fiore, nada menos como senadora nacional.
Todo, todo, marcando con la fusta la tristemente célebre sentencia yoísta que reza y ordena: ¿No les gusta…? … ¡Ya se van a acostumbrar…!
En consecuencia, en el Frente K salteño, que no es un rejunte según el conceptual razonamiento del nuevo ministro, todos de cúbito ventral. Y si es integrante de la Corte de cortesanos, de rodillas… pero aplaudiendo. Y cobrando, dicho como un mero detalle.
Entonces, cuando hoy escuchamos del encumbrado Juan Pablo Rodríguez acometer contra sus rivales de hoy en la lid electoral, también sus líderes de tiempos no lejanos, queda palmariamente demostrado aquello de la diferencia entre un ministro político y un Coqui vernáculo.
Ni para éste, ni para cualquier otro gobierno circunstancial de un turno democrático, hay excepciones en cuanto al contenido ético y moral de la política.
Y si la guía del conductor del nuevo ministro es la de su pensamiento cristiano, no queda muy bien que digamos eso de hablar de rejuntes y de desterrados políticos porque tengan un pensamiento crítico al poder de turno.
Seguramente algún asesor espiritual le arrimaría a Urtubey, para que ilustre a su nuevo cruzado, este pensamiento que sí podría darle la luz que hoy no posee:
“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42)
Claro… son cosas que están en los libros.
Y –vale insistir- en esa escala de valores morales y éticos de toda actividad del ser humano.
En este caso, en la de los políticos.