Salta, con caminos como éste, NO TE ENAMORA
La ruta que conecta la 68 camino a Cafayate con un único Museo del Tabaco y otras bellezas naturales del Dique Cabra Corral es un cauce de piedras y desagüe pluvial intransitable
Millonarias y obviamente necesarias campañas publicitarias a nivel local, regional, nacional e internacional realizan todos los gobiernos de turno en pro de afianzar a Salta en su destino insoslayable de atracción mundial. Los slogans que jalonan esos propósitos de concretar efectivas políticas de Estado en materia de Turismo son incontables. Hoy por hoy el de “Salta tan linda que te enamora” es una proclama ya instalada. Desde el gobernador hasta el más ignoto de sus funcionarios pertenezca o no al específico ámbito del turismo, las obras públicas así como la promoción e incentivo a todo quehacer privado relacionados al mismo son o deben ser agentes públicos comprometidos con tan trascendente objetivo.
Por estas horas ya estalla la luz de la Serenata a Cafayate mientras el Pujllay despide su impresionante pasión popular que no sabe de distingo de clases ni pertenencias de ningún tipo a lo largo y ancho de nuestra geografía. Decir, en una nota sobre nuestras costumbres culturales que en tal sentido mostramos a propios y a visitantes, que el turismo tiene en Salta un destino ya fuertemente consolidado es repetir una verdad incontrastable. Ello a la par del convencimiento de autoridades y del conjunto de una sociedad que es consciente que falta siempre mucho por avanzar, por perfeccionar, por generar como novedades.
Hasta aquí –cabe la expresión- “todo bien”.
Pero como nunca falta un buey corneta, hoy un tema que podría algún un funcionario considerar “menor” motiva esta nota.
Se refiere a un corto camino vecinal que conecta la número 68 que nos lleva a los Valles Calchaquíes (Cafayate, San Carlos, Animaná, Angastaco, Molinos, Seclantas, Cachi, Payogasta, La Poma, etcétera) y a la altura de Coronel Moldes, con la denominada Finca Santa Anita, sede –entre otros infinitos atractivos propios de la zona del Dique Cabra Corral- de un novel pero día a día más original y completo Museo del Tabaco, principalísima actividad productiva del Valle de Lerma.
Hoy por hoy ese corto tramo de fácil y para nada oneroso mantenimiento se ha convertido en un verdadero pedregal. Un verdadero cauce de río que impide al viajero conocerlo o transitar por allí hasta volver a alcanzar la ruta 47 que desde el pueblo de Coronel Moldes arranca hacia el murallón del Dique Cabra Corral, un verdadero paraíso que aún los gobiernos no supieron promocionar acorde a su potencial inconmensurable. Dicho sea de paso, es la ruta que tras llegar al murallón del dique continúa con calzada enripiada hasta la vital ruta del norte argentino que es la número 34/9, a la altura del puente sobre el Río Juramento… cauce famoso por ser un hábitat ideal para la vida del preciado Dorado.
Si se tratase de una omisión o de una de las tantas posibles fallas de la efectividad del gobierno en materia de obras, la cuestión podría solucionarse a través del derecho de los ciudadanos, de sus intendentes, de sus legisladores, de peticionar y gestionar. Pero he aquí que el tema no corre por esos andariveles “normales” de la burocracia.
Fuertes denuncias del abandono han instalado ya por estos días el problema ante el gobierno que encabeza Juan Manuel Urtubey, quien en cuanta ocasión tiene habla no sólo del turismo como política prioritaria de su gobierno, sino en particular de esta zona, del Dique y –repetimos una y mil veces- su enorme potencial.
Esas gestiones, esos justificados reclamos, inclusive han derivado en roces tan innecesarios como absurdos entre los vecinos de la zona y un enorme apoyo de los visitantes.
Y lo de absurdo no es ninguna ocurrencia del cronista, sino que lo comprueba en forma contundente la negativa obstinada y hasta grosera de las respuestas “oficiales” de los organismos competentes en materia de rutas y caminos. En este caso particular uno vecinal y del ámbito de vialidad provincial.
En esta historia y avalando la certeza de lo denunciado expone su nombre un vecino que ostenta una importante trayectoria en distintas funciones de gobierno anteriores al actual, y propietario precisamente de la mencionada Finca Santa Anita, sede del primero –y seguramente único- Museo del Tabaco de Salta. Se trata de Carlos Lewis quien hizo escuchar su voz no solamente peregrinando por despachos oficiales, sino también a través de las redes sociales donde sí tuvo un fuerte eco de apoyo.
Los resultados hasta aquí no muestras otra cosa que un empecinamiento en negar toda posibilidad de ocuparse de ese pequeño tramo de un camino que es tanto de los moldeños como de todos y cada uno de los visitantes. De todos y cada uno de los turistas que seducimos cantándoles al oído que “Salta te enamora”.
Urtubey es la llave. Está visto. Y ello es así cuando en su propio equipo el funcionamiento no es precisamente el apropiado.
Porque desde la función pública, donde cada hombre y mujer con el gobernador a la cabeza son los que más están sometidos al escrutinio del pueblo, las respuestas no pueden ser jamás ni caprichosas ni soberbias.
Mucho menos groseras.