La tierra y su medio ambiente
La Real Academia de la Lengua define al medio ambiente –o, medioambiente- como “el conjunto de circunstancias exteriores a un ser vivo”, lo que no deja de ser una definición bastante reduccionista. O sea, sin vida no hay medio ambiente, lo cual deslegitima esta realidad para una Tierra prebiótica. Por ello en algunos de mis trabajos sostengo que el medio ambiente es “el estado dinámico de la Tierra en un momento determinado”. Ello comprende una visión histórica de la evolución geológica del planeta y de los cambios y mutaciones que sufrió la biósfera hasta alcanzar el estado actual.
Para ello hay que remontarse al principio de los tiempos, en el periodo Hádico (por el Hades infernal), cuando la Tierra estaba en sus primeras etapas de formación planetesimal. Fue en aquellos tiempos en que la colisión de un asteroide gigante llamado Theia le arrancó un enorme pedazo con el que se formó la Luna. Casi un símil de la metáfora de la costilla de Adán en el Génesis bíblico. Desde entonces evolucionaron juntos, el planeta y su único satélite.
El Hades hace referencia a una etapa oscura en que el planeta pasó de la aglomeración de un cúmulo de escombros fríos hasta convertirse en un océano de magma en el cual seguían engulléndose y fundiéndose los asteroides que caían del espacio. Esos magmas planetarios se enfriaron hasta convertirse en una costra sólida oscura que daría nacimiento a la litósfera. El pasaje de una Tierra roja incandescente a una Tierra negra de escorias fundidas.
Cuando la temperatura bajó lo suficiente pudo retener el agua del hielo de los cometas. La distancia al Sol permitió que esa agua se mantuviera en los tres estados, esto es líquida, sólida y como vapor. Allí nacerían la hidrósfera, la criósfera y la atmósfera: la Tierra azul.
Pasarían todavía algunos cientos de millones de años antes de que apareciera el fenómeno más extraordinario de todos: la vida. Aún no se sabe cómo se originó la vida. Si fue en el fondo oceánico a través de las fumarolas negras o bien en los volcanes y géiseres del ambiente terrestre. Sobre dos pilares básicos: agua y carbono. En rocas del Arcaico de Canadá y Australia se encuentran por ahora las evidencias más antiguas que rondan entre 3800 y 3500 millones de años atrás.
Algunos investigadores sostienen que así como África es la cuna del hombre, el cratón de Pilbara en Australia sería la cuna de la vida. Allí se habrían producido las reacciones químicas que llevaron al “puente dorado” entre lo inorgánico y lo orgánico, entre lo abiótico y lo biótico. Un mundo de bacterias primitivas habrían comenzado a colonizar los océanos del mundo y los registros más antiguos se encuentran en forma de estromatolitos o tapices bacterianos que se han conservado fósiles. Había nacido la biósfera que primero colonizaría y luego transformaría completamente el planeta: la Tierra verde.
Para entonces la atmósfera era químicamente reductora. Pero hace 2500 millones de años se produciría una de las grandes revoluciones que fue el pasaje de una atmósfera reductora a una oxidante. Un gas venenoso como el oxígeno tomaría el control hasta nuestros días para convertirse, paradójicamente, en el gas esencial de la vida.
La relación entre las esferas de la Tierra mantendría un equilibrio dinámico con múltiples expansiones y retrocesos entre ellas. Un ejemplo fue el avance de la criósfera a fines del Proterozoico que llevó hace unos 600 millones de años a convertir el Planeta en una bola helada. La Tierra luciría entonces blanca y no muy distinta a algunos de los satélites de Júpiter o de Saturno. Hacia finales de aquella época aparecieron en los mares unas formas de vida únicas e irrepetibles, el reino Vendobionta del Ediacariano. Eran cuerpos blandos y globosos fijos al sustrato.
La nueva gran revolución de la vida se da con la extinción de esas formas y la aparición de organismos invertebrados con exoesqueleto que dan nacimiento al eón Fanerozoico. Comienzan a reinar los trilobites que se expanden por todo el planeta. Luego aparecen los peces y los más viejos del mundo se encontraron en Bolivia: el Sacabambaspis. Algunos millones de años después aparecen las primeras plantas terrestres representadas por Cooksonia.
Más tarde, en el Carbonífero, los bosques de coníferas se extienden hasta latitudes altas y la materia orgánica que se acumula va a dar origen a las extensas formaciones de carbón de piedra que hoy se explotan en el mundo. Energía solar concentrada y conservada en carbones fósiles. Aparecen los anfibios, los reptiles y los insectos que van a poblar el mundo con nuevas formas de invertebrados y vertebrados.
Hacia fines del Pérmico se produce una extinción masiva que arrasa con el 90% de la vida en el planeta y cuya causa sigue siendo aún un misterio. El planeta se desertiza y se forman grandes mantos de sales marinas generadas por evaporación: las evaporitas. En el Triásico aparecen los primeros dinosaurios que van a dominar la Tierra por 160 millones de años. Son formas reptilianas, avianas y de otros planes anatómicos que en algunos casos alcanzan tamaños extraordinarios, un gigantismo que no se vio ni se verá más en los ambientes continentales del planeta. Los dinosaurios argentinos Patagotitán, Argentinosaurus y Giganotosaurus son los mayores colosos de todos los tiempos, tanto en herbívoros como carnívoros.
Hacia fines del periodo Cretácico el mundo se había cubierto por mares someros que avanzaron sobre las zonas bajas de los continentes creando una especie de “Water World” o mundo ácueo. En los mares tropicales se formaban plataformas carbonáticas. Los hielos habían casi desaparecido. La materia orgánica dio pie a que esa época generara los grandes yacimientos de hidrocarburos del planeta.
Pero ese mundo casi edénico iba a ser violentamente interrumpido por un evento cósmico mayor. La caída en Yucatán de un enorme asteroide de 10 km de diámetro que impactó con una fuerza inusitada desestabilizando en cadena todos los ecosistemas planetarios y llevando a la extinción del 60% de la vida en la Tierra. Los nichos ecológicos vacíos luego de la gran extinción del Cretácico/Terciario fueron ocupados por los mamíferos y las aves.
Había transcurrido entonces gran parte del Eón Fanerozoico y los continentes que estuvieron ensamblados originalmente en Pangea se dividieron primero en Laurasia y Gondwana y luego estas masas terrestres se fragmentaron en los continentes actuales. Hacia fines del Terciario (hoy Neógeno) aparecen en África los primeros antropoides del árbol genealógico humano. Crean herramientas de piedra, dominan el fuego y avanzan inexorablemente.
Por último llega el Cuaternario donde el planeta vuelve a ver sucesivos avances de los hielos desde los polos hasta latitudes medias, la aparición de las megafaunas de mamíferos y finalmente el hombre para dar origen a una nueva esfera: la Noosfera de Teilhard y Vernadsky. El Amazonas avanza y retrocede al ritmo de las glaciaciones, convirtiéndose ora en una selva y ora en un desierto. Sin ir más lejos en los últimos mil años el planeta asiste a un periodo cálido medieval y a una “Pequeña Edad de Hielo”. Las detonaciones atómicas dan comienzo a una nueva era: el Antropoceno.
Para alguien que viajara en el tiempo, todos los mundos comentados le serían irreconocibles, tal como si estuviera visitando otro planeta y no la Tierra.