Ya es oficial: Venezuela es una dictadura
Desde la muerte de Hugo Chávez y la baja del precio de petróleo, Venezuela no ha dejado de desbarrancar hacia lugares desconocidos hasta la fecha por ese país caribeño.
Chávez no fue un gran estadista, ya que dividió en forma tajante al pueblo venezolano, pero indiscutiblemente sabía no traspasar la raya de lo que le convenía y no se aisló. Se acercó a los países del Mercosur, le vendió petróleo barato al Caribe y a Centroamérica y tuvo en la Cuba de Fidel Castro un aliado incondicional que le otorgaba prestigio en la izquierda dogmática latinoamericana. Tenía liderazgo interno.
Como Venezuela ha sido y es un país rico, por sus inmensos recursos petroleros no le era difícil. Maduro desde que asumió no hizo más que malgastar el poder heredado, encarceló políticos opositores, rompió las reglas de convivencia, trató de emular a su mentor y no supo, y cayó en el ridículo (que, recordemos, es desde donde no se vuelve jamás)
Durante la noche oscura, cuando las dictaduras gobernaban el Cono Sur latinoamericano, Venezuela mantenía el sistema democrático y permitía que muchos dirigentes de países gobernados por militares viviesen en ese país y gozaran de la libertad de escribir, de pensar y comunicar lo que pasaba en sus países de origen.
Si bien la corrupción no fue ajena a la decadencia del sistema de partidos políticos tradicionales, que lideraron las sucesivas elecciones, los Socialdemócratas y los Demócratas Cristianos se alternaron en el poder respetando las libertades fundamentales.
No todo era de "maravillas" y a la corrupción endémica latinoamericana se le sumaron la ineficacia y falta de voluntad política para salir del cepo del petróleo como única fuente de riqueza, que hacía que la clase media venezolana, sin mucho esfuerzo, pudiese disponer de abundantes dólares para viajar y dispensar esa fuente de divisas que parecía inagotable y con el excedente comprar todo lo que no se producía en el país que era… casi todo.
Pero como siempre sucede, un día el petróleo comenzó a bajar de precio y de los 35 dólares que llegó en la primer crisis de 1973-74 bajó a menos de 25, volviendo a subir en los años del gobierno de Chávez hasta llegar a 145 dólares el barril.
Es decir Venezuela ha sido un país que vive y depende del petróleo, totalmente.
Dicho esto pasemos a la actualidad. Hoy Venezuela es un país en crisis terminal, tiene todos los problemas que existen en todo país socialista y no tiene ninguna de las ventajas que el socialismo le otorga a sus gobernantes -y a veces- a sus pueblos.
No hay alimentos en los supermercados, escasean los bienes de primera necesidad, la moneda se devalúa diariamente, el Gobierno no acierta dominar el dólar y un largo etcétera.
Ello ha obligado al gobierno de Maduro a endurecer sus posiciones. a encarcelar opositores y en el día de ayer, en un manotazo de ahogado, a cometer "un autogolpe" al disolver la Asamblea Legislativa otorgándole todas sus funciones al Poder Judicial, por adicto y complaciente.
Se acabó la República y se terminó la división de poderes, el Poder legislativo desapareció y la facultad de legislar queda en manos de los otros dos poderes que obviamente no tienen constitucionalmente la legitimidad para hacerlo.
A nivel interno no hay nada que se pueda hacer, hay un dictador en el poder que no quiere respetar el juego democrático, la posibilidad de revertir esa situación solo se encuentra fuera de Caracas, en Washington, en la OEA
Así lo ha entendido el Secretario General de ese organismo, Luis Almagro, que ha convocado al Consejo Permanente invocando el artículo 20 de la Carta Democrática, a la cual todos los Estados Miembro de la OEA han adherido.
Este Consejo Permanente (donde cada Estado tiene un voto) detenta entre sus facultades la de suspender a Venezuela del organismo o adoptar otras medidas.
La voz entonces está en manos de los 35 Estados Miembros de la OEA.
Se verá si el petróleo, que desde la época de Chávez Venezuela le vende a los países del Caribe y algunos de América Central a precios bajos, posee una mayor capacidad de adhesión o existe en la región la voluntad de ponerle un freno definitivo a cualquier intento dictatorial y antidemocrático.
La Argentina, que lidera la posición de los 14 países que han tratado de parar el intento antidemocrático de Maduro, deberá trabajar arduamente para movilizar a todos los países de la región. Es hora de demostrar que no hay más margen en nuestro continente para aventuras como las que impidieron en el pasado que Latinoamérica se desarrollase y creciese en democracia como nuestros pueblos lo necesitan y desean.
Es fundamental que en la reunión del Consejo Permanente se aplique el artículo 20, que significa que Maduro retroceda y levante la medida de disolver la Asamblea Legislativa, devolviéndole sus poderes y haciendo que el Poder Judicial vuelva a ocupar el lugar que le tiene reservado la constitución.
La suspensión de Venezuela sería un hecho trágico y un retroceso para todo el sistema americano pero mucho peor sería dejarle hacer a sus gobernantes lo que está prohibido.
(*) El autor es diplomático. Ex Representante Permanente en la ONU. Fue embajador argentino en China y Canadá.