Alud en la Quebrada de Humahuaca
Dicen por ahí que el de este año fue el peor alud de barro en la historia de la Quebrada de Humahuaca. ¿De qué historia estamos hablando? Si nos referimos a la historia del último siglo hubo al menos tres eventos de mucha mayor magnitud. Y ni hablar si se retrocede algunos siglos o algunos milenios. Pero ocurre siempre que la memoria corta y generacional habla de los últimos eventos como los peores. Las crónicas antiguas y los estudios isotópicos modernos están arrojando nueva luz sobre un fenómeno que se remonta a decenas o centenas de miles de años. El fenómeno que dio lugar al gran cono aluvial de Volcán en la Quebrada de Humahuaca considerado un ejemplo de clase mundial. De eso trata esta nota.
La Quebrada de Humahuaca volvió a ser golpeada por fenómenos naturales de remoción en masa en este verano de 2017. Algo que ocurre no de ahora, ni de los últimos siglos, sino desde hace miles a decenas de miles de años. Hay una recurrencia cíclica pero aperiódica. Los fenómenos sucedieron en el pasado, ocurren en el presente y volverán a acontecer en el futuro. La memoria corta de quienes somos testigos circunstanciales de estos eventos, hace que sean olvidados de una generación a la próxima. Y que siempre, el evento actual, parezca el peor de todos.
Durante los fuertes desajustes climáticos de mediados de la década de 1980, la Quebrada de Humahuaca fue fuertemente castigada por tormentas intensas que sepultaron la estación ferroviaria de Purmamarca con numerosas víctimas fatales y cuantiosas pérdidas materiales. El propio pueblo se salvó entonces por muy poco.
Ahora le tocó una vez más a Volcán, aunque golpeó con fuerza desde Bárcena hasta Tumbaya. Téngase presente que cuando se viaja por esa región, hasta la latitud de Volcán se observa todo verde y, al pasar Coiruro, se llega a un codo en la ruta, antes de Tumbaya, donde todo cambia a un ambiente árido. Es el codo famoso por su relieve de “Tubos de Órgano” o “Paisaje Gótico” en el sentido de Franz Khun, el geomorfólogo que les prestó atención a principios del siglo XX.
Existe allí un umbral manifiesto que responde al alcance de los vientos húmedos. Las montañas preparan a veces durante varios años material suelto que se libera de rocas pizarrosas frágiles. Al llegar las lluvias fuertes y concentradas del verano ponen en movimiento millones de toneladas de barro y escombros que fluyen pendiente abajo. Esto forma parte de los fenómenos de remoción en masa que da lugar a los flujos densos descriptos en la literatura científica como “mud-flows” o “debris-flows”, los cuales son popularmente llamados en el norte argentino como “volcanes de barro”. Ello por formar grandes coladas de lodo oscuro que recuerdan por analogía a las coladas basálticas.
El abanico aluvial de Volcán está formado por decenas de flujos densos superpuestos durante milenios. En el pasado llegaron a cortar el río Grande y formaron endicamientos naturales que produjeron lagos aguas arriba. La estación ferroviaria de Volcán está construida sobre esos depósitos lacustres. Uno de los fenómenos más intensos en tiempos modernos ocurrió en 1945 cuando se formó un lago de 2 km de largo que obligó a usar botes para navegar en el viejo embalse y transportar a los damnificados tal como se conserva en fotografías de la época. Ello quedó registrado en diarios y revistas que ayudan a resguardar la memoria histórica y recuperar valiosa información. Para sortear el dique natural y abrir nuevamente el cauce hubo que recurrir a voladuras con dinamita.
Uno de los muchos científicos que se interesó por el fenómeno fue el Dr. Horacio J. Harrington, considerado entre los más grandes geólogos argentinos. Harrington escribió un prolijísimo trabajo que fue publicado en el primer número de la recién fundada revista de la Asociación Geológica Argentina (1946). El trabajo se internacionalizó al ser citado como ejemplo mundial en un libro clásico de la geología del siglo XX: Principios de Estratigrafía (Dunbar y Rodgers, 1957)
Los registros históricos del cono torrencial de Volcán son muy abundantes por la especial circunstancia de que los viajeros que partían desde Buenos Aires a Potosí cruzaban por la zona en los meses de verano. De allí que se tengan noticias al menos desde los relatos de Acarette Du Biscay en 1658. Antes de Harrington, otros dos geólogos eruditos, los doctores Franco Pastore y Pablo Groeber, realizaron un estudio del Volcán de Jujuy que publicaron en 1931.
Téngase presente que solo los grandes eventos han sido registrados, y en este caso cuando han producido severos daños a la ruta, puentes, poblados vecinos u otras obras de infraestructura. Generalmente han movido masas de más de medio millón de metros cúbicos. Se considera que los eventos de mayor magnitud se dieron en los años 1928, 1941, 1945, 1984 y 1985. Sin embargo otros estudios mencionan la presencia del fenómeno en los años 1923, 1930, 1943, 1954, 1972, 1987, 1988, 1989, 1990 y 2008.
Esto se acerca a repeticiones promedio cada 2, 5, 10 y 20 años y da por tierra con los comentarios acerca de una recurrencia cada 40 años como se comentó en los medios.
El evento de 1984-1985, considerado entre los de más grande envergadura, produjo la movilización de 2.500.000 metros cúbicos de barro y rocas cubriendo una zona de 500 m con una capa de 4 m de espesor. Otros estudiosos que a lo largo del siglo XX y principios del presente hicieron sus aportes en el tema son Monteverde, Kittl, González Díaz, Fauque, Igarzábal, Rivelli, Agüero, Castro, Cencetti, Marcato, Moreiras, Coronato y los geólogos jujeños Weigert, Chayle, Solís, Chalabe, entre otros. Recientes estudios del grupo científico de la Universidad de Potsdam (Alemania), entre ellos Taylor Schildgen, Sara Savi, Bodo Bookhagen, StefanieTofelde, Heiko Pingel, Dirk Scherler, Peter Kubik, Steven Binnie, Hella Wittmann, Jürgen Mey, bajo la dirección del Dr. Manfred Strecker, investigaron la tectónica y el clima de la Quebrada de Humahuaca, especialmente de la región de Volcán, logrando interesantes resultados que se publicaron en revistas internacionales.
Para ello utilizaron modernos métodos de datación de edades a través de isótopos cosmogénicos, berilo-10, luminiscencia ópticamente estimulada, carbono 14 y otros métodos analíticos.
Una vez más el verano de 2017 deja lecciones sobre el rol de la naturaleza en esa particular geografía, tanto en las víctimas fatales como en las innumerables pérdidas materiales.
Y también deja el sabor amargo de comprobar que los intrépidos pilotos del Dakar sólo se lucen en caminos consolidados. El alud era la imprevista oportunidad para poner a prueba la potencia de sus vehículos y “abrir huella”, pero optaron por cambiar de ruta dejando a sus fieles seguidores con la nostalgia de etapas inconclusas o canceladas.
En el otro aluvión, el de las noticias y reportes periodísticos, se escuchó hablar de los “desmanes” de los ríos, castigos sobrenaturales, reacción a las malas prácticas humanas, efecto de los que tiran “malas ondas”, entre otros argumentos para tratar de explicar desde lo mágico e irracional, algo que ya tiene una clara explicación científica y natural.
Incluso hubo un ministro de la Nación para el cual los incendios e inundaciones son de naturaleza profética y filosófica.
Precisamente ni lo uno ni lo otro, aunque siempre es más cómodo endilgar la responsabilidad a cuestiones ultra terrenales.
La Quebrada de Humahuaca es un valle tectónico joven, formado por el levantamiento de dos bloques corticales que contienen en su interior al río Grande de Jujuy, el cual con rumbo norte a sur baja desde la Puna hacia el Bermejo.
La geología y el clima marcan la interacción de los fenómenos endógenos y exógenos que dan forma y contenido al paisaje. La concurrencia de factores geológicos y climáticos hace que los movimientos de remoción en masa sean inevitables. Los materiales se comportan primero como un lodo con gravas flotantes, transportando incluso bloques del tamaño de un auto o más grandes, pero una vez que se endurecen forman un material soldado que recibe el nombre de cenoglomerado.
La presencia de estos cenoglomerados a lo largo y ancho de la Quebrada nos habla de grandes eventos de volcanes de barro en el pasado. Los que por otro lado van a seguir ocurriendo en el futuro ya que la naturaleza es insensible a las cuestiones humanas.