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Peronistas al borde del infarto

Zottos, con el sello de un nuevo frente, quiere renovar su sociedad con Urtubey

Confirmando por enésima vez que aquello de “aún no es tiempo de hablar de candidaturas ni de campañas ni para el año que viene y mucho menos para la sucesión de Juan Manuel en el 2019 –el Bello Otero en la caracterización del talentoso y filoso Jorge Asís- en todo el frente del oficialismo, léase Casa de Gobierno, Finca Las Costas y sedes del PJ “U” (ex “K” hasta el desastre de Scioli) y P.R.S. las ambiciones legítimas y de las otras trabajan a full.

Corroborando lo dicho, hace pocas horas el presidente en retirada del partido renovador Andrés Zottos buscó los micrófonos de la radio del colega Mario Ernesto Peña (FM Aries que transmite el programa “Sin Libreto” por Canal 10) para intentar reinstalarse como “noticia” saliendo del fortísimo cono de sombras en que lo colocó de un plumazo tras el negocio de dos vice gobernaciones consecutivas, su ex líder y conductor peronista y actual gobernador… pero ya si él de mochila.

Allí, y fiel a sus usos y costumbres para “hacer política”, el tartagalense hoy reducido a senador provincial proclamó –sin ruborizarse- su recauchutada estrategia con miras a las elecciones intermedias del año que viene y obviamente también a las tentadoras generales del 2019 en las que su sueño es nada menos que sentarse el sillón que hoy ocupa en tercer mandato su amigo gaucho y ya no tan amigo, Juan Manuel Urtubey. (Ver: “Las ambiciones del griego que nunca supo de Zorba”)

Recitando sus reciclados cassettes sobre la búsqueda del Bien Común que tan buenos dividendos al menos personales le tributaron como aliado electoral del peronismo originariamente kirchnerista de Urtubey y hoy cuasi macrista por razones más de estómago que de corazón, el inefable Andrés Zottos anticipa que bien podría alejarse de las ruinas en que él mismo dejó al Partido Renovador que en cuestión de horas ratificará legalmente el pase en la presidencia a favor de la senadora nacional multipartidaria Cristina Fiore. Con lo que también se reafirmará la condición del vaciado ideológico partido fundado por el patriarca de los renovadores Roberto Augusto Ulloa en lo que lo convirtió Zottos; es decir, la condición de furgón de cola del partido de Urtubey.

Zafando de la presidencia del PRS tras haber visto frustrado su deseo de seguir usufructuando la provechosa prebenda del nicho de vicegobernador donde hoy mora el idénticamente frizzado por Urtubey Miguel Isa, Zottos afila el lápiz y renueva su libro de contabilidad política.

En ese aspecto ya comenzó en este ciclo periodístico mencionado de Mario Peña, que lo tendría el menor de los reparos doctrinarios (que implican en el verdadero sentido de la palabra Política sustanciales requisitos morales y éticos) en crear un nuevo engendro partidario que le sirva como sello a incorporar en una eventual nueva negociación con el peronismo urtubeycista que evidentemente buscará rearmar su frente electoral donde no interesa si al final el amasijo resulta con más afrecho que harina.

Máxime teniendo presente la más que incómoda luz roja que lo encandila y lo turba con los resultados electorales del principal distrito como lo es el departamento Capital, donde erróneamente creyeron –tras las trastadas y defecciones del 2007 en adelante- haber muerto y sepultado a su ex líder, conductor, estadista y padrino, Juan Carlos Romero.

Con quien –dicho sea de paso- hoy vive una nueva etapa de –cuando menos- no agresión visible aunque sea a todas luces falsa y pletórica de hipocresías por cuanto sabido es que la aspiración es sentarlo en el banquillo de los acusados ante alguno o algunos jueces y fiscales fieles militantes de una especie de “Justicia Legítima” provinciana, y, va de suyo, de ser posible, verlo condenado.

Pero volviendo la lente al enfoque del personaje principal de este panorama, el renovador Andrés Zottos, con su reaparición en la palestra política desde un programa radial/televisivo de renombre, el misil lógicamente impactó en la Santabárbara del PJ vernáculo donde el avispero estalla cuando de candidaturas se trata.

Al confesar Andrés Zottos que quiere volver a asociarse con Don Juan Manuel para las parlamentarias del 2017, pero al comando de otro sello pues el del PRS ya es con Fiore patrimonio o furgón de cola del peronismo oficialista, los muchachos de Urtubey están que braman… además de al borde del infarto.

Lo que sucede es que no son pocos los que quieren las excelentemente remuneradas becas de diputados nacionales o lo que se dé con tal de “seguir sirviendo al pueblo” y “haciendo lo que las bases manden…”.

Y ni hablar si la mira se levanta y apunta al 2019, que dicho sea de paso y al vertiginoso y dinámico ritmo de los aconteceres políticos, también está “a la vuelta de la esquina”.

Urtubey y sus mejores muchachos –quienes saben mejor que nadie que sin el menor titubeo su líder los pondría en el cadalso si las negociaciones de su proyecto personal lo requieren- están convencidos que así como están las cosas en el gobierno y en el partido, las perspectivas de un triunfo contundente que necesitan imperiosamente, no son muy alentadoras.

Por eso es que sueñan que las millonadas de dólares y pesos de los nuevos endeudamientos se conviertan en el salvavidas para los desafíos electorales venideros.

Por supuesto… descartando que semejante carrada de billetes no sufra el virus que se morfó –vale el lunfardo- al tristemente célebre Fondo de Reparación Histórica del Norte Salteño que no reparó por cierto en nada la postergación de sus ciudades, sus pueblos y parajes.

Y ni hablar de la condición de parias de los pueblos originarios a los que como candidatos nadie deja de visitarlos llevándoles miserables bolsones, alzando y besando a las viejitas y a cuanto chiquito anémico y mocoso, pero eso sí prometiéndoles dignificarlos. Y por supuesto... volver “siempre” por esos pagos olvidados hasta por Dios para pagarles la deuda que aún y desde siempre mantuvo y mantiene con ellos la Democracia. El mejor y a la vez el más perfectible de los sistemas.

Aquellos candidatos a los que el Gran Atahualpa describía y el Gran Jorge Cafrune denunciaban como “…los maracanases que vienen del pueblo… a elogiar divisas ya desmerecidas y a hacernos promesas que nunca cumplieron…”

Amén de empapelar hasta los algarrobos y quebrachos con los costosos afiches luciendo sus caras maquilladas y mágicamente rejuvenecidas mágicamente a fuerza de photoshop y la más amplia posible de sus sonrisas.

Mientras esos tiempos lleguen… afanosamente retornan a cuanta redacción y estudio de radio o televisión les es posible, también para palmear a los periodistas a los que muchos de ellos, demasiados, ignoraron y hasta maltrataron o no atendieron, ensoberbecidos de poder como copetudos funcionarios.

Salvo, claro está, los 7 de Junio, donde saludan a los que convidan con un brindis al que dedican un par de minutos en una especie de “vuelo rasante” donde improvisan fervorosos discursos como pretendidos adalides de la Libertad de Expresión y de prensa.

Falsarios militantes de la noble causa universal que por estos lares del mundo consagra la Declaración de Chapultepec y custodia cada día con mayor trabajo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Pero que nadie se confunda en algo profundo, sustancial e irrefutable: que todo ciudadano tiene ante todo dos deberes: el primero, ocuparse de política; y el segundo, no ocuparse exclusivamente de política. Y que la falta a cualquiera de ellos tiene consecuencias funestas.

Porque tal como es regla ineludible para el ejercicio de la noble actividad del hombre que es la política, “no está absolutamente para nada probado que para obtener los cargos públicos –desde los cuales puede contribuirse en mayor o menor grado al bien del país y al tan proclamado como meta Bien Común y Dignificación del ser humano, siempre sea necesario sacrificar la moral…” (Vaz Ferreyra “Moral para Intelectuales”)

Quieran los dioses que los nuevos tiempos de la para nada fácil reconstrucción democrática post dictadura y genocidio expulsen definitivamente la escoria y allanen de una buena vez el camino hacia el país que merecemos. Y que es posible.

El país soñado.


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