Los que reclaman reactivación, impulsan medidas que las impiden
A un año del gobierno de Macri, las certezas parecen detenerse. En economía, las incógnitas son aún mayores. Con Ganancias, Macri está pagando la falta de un balance contundente ante la sociedad de la herencia recibida. El inventario “El estado del Estado” pasó prácticamente inadvertido. El dato más contundente lo dio el Indec: uno de cada tres argentinos es pobre. Indiscutible. Los números de déficit fiscal y deuda que dejó el kirchnerismo fueron mucho más negativos de lo imaginado. Pero a pasó un año.
Un mensaje claro hubiera hecho comprensible porque Cambiemos demoró 11 meses en generar un proyecto para modificar la carga de Ganancias, que Macri prometió en su campaña. Ahora, es una incógnita qué ocurrirá con el impuesto–que crea otros impuestos–en el Senado. Al menos ocho gobernadores están preocupados por el impacto en sus cuentas.
Por estas horas, el Gobierno nacional tiene todas las fichas puestas en que el pronunciamiento de la mayoría de los gobernadores–críticos de los cambios que casi toda la oposición aprobó en Diputados–termine por definir la conducta que tendrá el Senado respecto del Impuesto a las Ganancias, después de instar a los gobernadores a que convencieran a los senadores representantes de sus provincias a rechazar el proyecto que fue aprobado en Diputados, no sólo por el impacto fiscal que tendría sobre la Nación, sino también sobre los distritos ya que Ganancias en un impuesto coparticipable.
Recién después de ver qué grado de incidencia sobre la decisión del Senado tendrán los pronunciamientos de los mandatarios provinciales, se decidirá cómo sigue la estrategia: ya sea la introducción de cambios en el Senado al proyecto que viene de Diputados, o el veto parcial o total del presidente Mauricio Macri en caso de terminar convertida en ley.
Macri, pidió al Senado que mostrara “compromiso con la gobernabilidad” y al titular del bloque del frente para la Victoria y el PJ en esa cámara, Miguel Ángel Pichetto, que conduzca a sus senadores en la senda de “la credibilidad y la razonabilidad”. Entre los pronunciamientos de gobernadores que no son aliados incondicionales del Gobierno, como los casos del santafesino Miguel Lifschitz y el rionegrino Alberto Weretilneck, que coincidieron con el cordobés Juan Schiaretti, el salteño Juan Manuel Urtubey y el sanjuanino Sergio Uñac, además de los macristas bonaerenses María Eugenia Vidal y porteño Horacio Rodríguez Larreta, sobresalió el testimonio de Lifschitz, quien declaró que su provincia dejaría de percibir unos 2.500 millones de pesos con el proyecto que se aprobó en Diputados, al que respaldaron los legisladores de su frente Progresistas. Córdoba perdería más de 2.000 millones El gobernador rionegrino, a su vez, manifestó que perdería 800 millones de pesos sobre un presupuesto anual de 38.000 millones. Salta perdería cerca de 900 millones de pesos.
Aun si se cobraran todos los tributos creados, el bache fiscal oscilaría entre 30.000 y 40.000 millones de pesos más de los 27.000 millones previstos inicialmente. Las provincias “coparticipan” más del 20 % de las pérdidas. El Ejecutivo no gravaba la renta minera, ni plazos fijos, y el Tesoro ponía la plata para que las Provincias no perdieran. Pero sí incorporaba en Ganancias al juego, con un 0,75 % por cada ficha de apuestas, más 40.000 pesos por máquina. Massa sacó todo eso y dejó sólo un 10 % por cada máquina, que son 10.000 pesos al año. A las apuestas, no les cobran nada. Es altamente sospechoso” La oposición afirma que el dinero en los bolsillos irá al consumo, que este año caería entre 2 y 4 %. ¿No es una inequidad que un soltero que gana más de 33.000 pesos puede desgravar el alquiler, mientras que un padre de familia, que gana menos de esa cifra deba soportar íntegra la carga del alquiler? Una de las incógnitas del proyecto Massa-Kicillof.
Los tributaristas coinciden, además, en descalificar el método kafkiano ideado para actualizar las escalas de Ganancias. Otra incógnita está vinculada sobre qué sucederá con el impuesto a la renta financiera, además de que siempre habrá “sujetos” dispuestos a realizar colocaciones por menos de 1,5 millones de pesos para no pagarlo. El costo del crédito será más caro para familias y empresas, advierten los analistas. No es la mejor noticia para el despegue. ¿Vetará Macri el proyecto? Otra incógnita. Tampoco se sabe la reacción final de los gobernadores y su influencia real sobre los senadores. Los diputados se dividieron a la hora de obedecerlos.
Así, el drenaje de fondos se torna incontrolable y asusta a los potenciales inversores.
La oportunidad política dio un giro de campana. Más allá de cómo resuelva el gobierno nacional la modificación del Impuesto a las Ganancias, se produjo un punto de quiebre. Después de sortear sin sobresaltos la salida del cepo cambiario y a los fondos buitre, Mauricio Macri había logrado un tiempo de concordia. Fue posible por un Sergio Massa aún contemplativo y gobernadores sedientos de fondos. Pero el ritmo de la economía y los errores políticos–algunos groseros–que cometió el oficialismo le dejaron a la oposición peronista la bandeja servida para intentar impedir que el macrismo tome aire en las elecciones legislativas de 2017. Desde Cambiemos, creen que el escenario se despedazó porque las traiciones estuvieron a la orden del día, pero se sabe que esas actitudes son un lugar común en el juego político. Dentro de escenario de errores, en el seno de la coalición se fustigaban por dos cuestiones: la impericia de prolongar las sesiones legislativas sin tener los votos asegurados para una ley clave y el inoportuno viaje a China de Rogelio Frigerio, el ministro político. Aunque Massa intentó calmar a sus interlocutores del Gobierno con la promesa de acompañarlos en otras leyes, ya nadie le cree. Entienden que Massa está decidido a utilizar las elecciones del año próximo como trampolín hacia las presidenciales de 2019, para lo cual necesita a un Macri debilitado.
El Gobierno intentará contrarrestar la influencia de Massa a partir de lo sucedido en Diputados. El discurso oficial ya comenzó a pegarlo al kirchnerismo: “Massa y Cristina volvieron a jugar juntos y son lo mismo”, será el eje de la estrategia oficial. El kirchnerismo también juega fuerte para debilitar a Cambiemos. Necesita recuperar poder, especialmente para intentar frenar la embestida judicial. Un actor no menor frente al Gobierno es el papa Francisco. Por medio de Juan Grabois–su operador político–, empujó a las organizaciones piqueteras a reclamar la ley de emergencia social, también con media sanción. Esa normativa, junto con la que pretende imponer el peronismo sobre Ganancias, aumentaría el déficit con el propósito de dejar al Gobierno sin margen de acción en lo económico. Así, el drenaje de fondos parece incontrolable y asusta a los potenciales inversores. Frente a tantos pesares, desde el centro del poder se deslizó que Cambiemos utilizará lo que queda del año para acusar a la oposición de querer frenar la recuperación económica.
Ese sería el escenario que permitiría explicar a la sociedad el posible veto de Macri a Ganancias, en caso de que saliera del Senado sin modificaciones. Claro, la tarea no será fácil, porque una porción importante de votantes propios son justamente los que sufren el peso del tributo.
Apuesta a 2017
El Presidente decidió apostar a ganar las elecciones de 2017. Pero está atrapado en atender las demandas de empleo, mejora del salario real y los pedidos de los movimientos sociales, frente a la ortodoxia que le exigen los agentes económicos para invertir y planificar negocios.
El campo ya es más que un brote verde. En la campaña 2016/17 se prevé recolectar 122 millones de toneladas, 7 % más que en el ciclo anterior, con un excedente de ingresos de unos 2.000 millones de dólares, según cálculos del sector.
La industria automotriz parece despertar. Renault ya ensambla en la planta de Córdoba tres modelos que se producían en Brasil, además de que desde 2018 se destinarán 600 millones de dólares para fabricar tres pick ups. Peugeot anunció que destinará 320 millones de dólares para producir también el vehículo que demanda el campo. La construcción y el consumo se sumarían a la onda de los brotes verdes. Brasil volvería a crecer.
Una de las grandes incógnitas es qué sucederá con las cuentas fiscales y cómo se financiará el festival de plata anunciado para gobernadores, gremialistas y piqueteros.
Las expectativas de un mejor futuro no reparan en los desafíos que existen para poder cumplirlas.