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LOS ÚNICOS PRIVILEGIADOS SON LOS FUNCIONARIOS Y AFINES - Por Silvia Fesquet


“Hay un sistema de salud pública cuando los presidentes se atienden en los hospitales públicos. Lo demás es puro cuento”, decía Cristina Kirchner.

“Odio todo lo que sea privilegio y monopolio. Considero como tabú lo que no pueda ser compartido por la multitud”, decía Mahatma Gandhi. Lo frustrado que se sentiría de asomarse hoy por estos lados. La ultrakirchnerista y ultracristinista intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, acaba de protagonizar uno de esos episodios que hubieran hecho ruborizar al abanderado de la independencia de la India. Dada de alta la semana pasada de su operación de un adenoma pleomorfo de la parótida izquierda, subió a su cuenta de Twitter el agradecimiento al personal de salud por la atención recibida.


Defensora de la inclusión -en sus mensajes Mendoza se dirige indefectiblemente a todxs, y jamás olvida mencionar a los vecinos y las vecinas- el detalle es que el equipo en cuestión no era precisamente el del público Hospital Iriarte, del distrito que gobierna, sino del privado Hospital Austral de Pilar, donde se operó de la tiroides Cristina Kirchner cuando era Presidenta. La decisión provocó la reacción de trabajadores y trabajadoras de la salud del Iriarte: mejorar ese Hospital había sido uno de los propósitos de Mendoza, según dijo a poco de asumir.


“Ojalá los alrededor de 700 mil habitantes de la ciudad pudieran acceder a un sistema de salud de calidad, al igual que usted. Eso no sucede”, le escribieron en una carta, en la que detallaron las condiciones del Hospital. Allí, según denuncian, sólo funcionan tres de los cinco quirófanos, no hubo tomógrafo por tres meses, la mayoría de los baños no funciona o está clausurado, “hay faltantes de insumos y medicación, que el escaso personal hace magia con la anticuada aparatología que poseemos, que las especialidades son cada vez menos, que el sistema de turnos está colapsado y que los equipos de salud están incompletos”, entre otros puntos.


Después de hacer referencia a que “el salario de todo el personal está por debajo de la línea de pobreza”, solicitan un bono “como el que acordó la CGT, de $100 mil y no los miserables 6.500 que prometió en abril el Presidente de la Nación, Alberto Fernández y que aún ni siquiera ha pagado”, termina la carta del pasado 1 de julio. Como en aquella “Rebelión en la granja” de Orwell, todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros. ¿Qué han hecho los médicos, más allá de arriesgar su propia vida y la de sus familias en una pandemia que no da tregua, para no merecer el mismo súper bono que, por caso, los empleados bancarios?


Si algo no se le puede negar a Mayra Mendoza, eso es coherencia. Con Néstor Kirchner tatuado en su brazo izquierdo, sigue sus pasos con el “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Después de que el entonces Presidente creara una Unidad de Atención Presidencial en el Hospital Argerich en 2004, dicha unidad sólo se usó dos veces para esos fines: él se sometió ese año a una videocolonoscopía y dos años después Florencia, su hija, fue operada allí de las amígdalas.


De ahí en más, todas las cuestiones de salud del grupo familiar se tramitaron en el sector privado: sanatorio Los Arcos, en Palermo; Otamendi, en Recoleta, Fundación Favaloro en el Centro porteño, el Austral en Pilar. Hasta ese Hospital incluso llegó Máximo Kirchner en junio de 2012, cuando el Tango 01 se fletó especialmente para trasladarlo desde Santa Cruz por un problema en su rodilla. Dos meses después, Cristina decía: “Yo creo que hay sistema de salud pública cuando los presidentes se atienden en los hospitales públicos. Lo demás, es puro cuento”. A confesión de parte...


Para privilegios, nada como el Vacunatorio VIP. Claro que, aunque consideró que hay que seguir investigando a las autoridades del Gobierno involucradas y el caso de los padres de la ministra Vizzotti, la jueza federal María Eugenia Capuchetti ya decidió que no cometieron ningún delito todos los que, por izquierda, recibieron su dosis de vacuna contra el Covid antes que el resto de la población y anotados como personal de salud sin serlo, como el procurador del Tesoro y abogado, Carlos Zannini y su mujer, entre tantos otros.



Escribió Primo Levi: “Es el deber de los hombres justos hacer la guerra a todos los privilegios inmerecidos, pero no hay que olvidar que esta es una guerra sin fin”. (Fuente: www.clarin.com)

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