ISRALBERTO: El primer país donde fue, el mismo al que no debería volver - Por Sergio Bergman
El caso de Israel evidencia una vez más cuál es la coherencia y consistencia del Presidente: no tiene ninguna.
Por Sergio Bergman (*)
30 de Mayo de 2021
Fue el primer país que visitó al asumir la investidura presidencial, hoy ya evidentemente vacía de autoridad y sentido. Sin-sentido en la doble acepción. Todos los argentinos bien sabemos en la misma medida que a Nisman lo mataron y no se suicidó, y que Alberto como presidente sí se suicidó políticamente. Hoy nadie cree que como presidente tenga vida propia. Sin embargo, en un acto que sí le fue propio, de los pocos que pudo decidir por si mismo, fue a Israel en visita protocolar cuando se recordaba un acontecimiento histórico, los estadistas del mundo rendían memoria y homenaje a las víctimas de la Shoa, y al horror del nacional-socialismo, que en la Europa bajo régimen nazi se transformó en la más feroz expresión de antisemitismo que montó con precisión alemana una maquinaria industrial de genocidio y masacre sistemática de seis millones de judíos. Entre ellos, un millón de niños.
Hoy nos encontramos frente a un fenómeno global donde el antisemitismo mutó bajo la forma de antisionismo. Debo ser claro, todos y cada uno de nosotros podemos y debemos criticar acciones de los gobiernos cuando entendemos que son inaceptables en cuanto a, entre otras, su política de derechos humanos. El gobierno de Israel, tanto el que ahora gobierna, como el que gobernó en el pasado o gobernará en el futuro, está sujeto a opinión, crítica y al mismo tiempo debate global internacional. Pero no nos confundamos, todos los gobiernos deben ser evaluados, criticados y hasta condenados por igual. Cuando eso no sucede, el argumento se hace falaz, ya que se utiliza la condena sólo a un determinado gobierno, omitiendo a todos los demás, lo que pone de manifiesto la intencionalidad de utilizar críticas que pueden o no corresponder sólo con la intención de desacreditar y condenar ya no a un gobierno sino, atacar la misma existencia del Estado de Israel.
Cuando Israel es atacado sólo en la arena internacional y otros países con situaciones que también deberían obtener la misma condena, no sólo son omitidos o exceptuados, sino lo que es más paradójico y absurdo están del lado de los que condenan, se hace evidente el fraude y sólo se alimenta el oído del relato, nunca la búsqueda de la verdad. Imaginen sólo a Cuba en nuestra región o Irán en medio oriente del lado de quienes acusan violaciones a los derechos humanos. En palabras mas sucintas, esta discrecionalidad no es un error ni una distracción, es una intención: antisemitismo como antisionismo. Ya no es atacar a Israel como gobierno, sino negar la historia, la verdad y el derecho a ser un estado, para sólo encender la furia global contra los judíos donde vivan, no contra los dirigentes políticos del gobierno de Israel.
Toda esta situación es general, pero en este caso la política internacional de nuestro país, es manifiestamente patética. Una evidencia más no sólo de mala praxis como el caso del manejo de la pandemia, la economía y la viabilidad del país, sino que evidencia una posición ideológica estratégica que debe ser denunciada y rectificada. En este momento, lo más importante es que no debemos tener miedo y no podemos callarnos, debemos expresarnos, como así también en meses y en unos pocos años lo haremos en el marco de una nueva elección. Estamos mal, pero vamos en la dirección equivocada. Volvieron, pero como en otras áreas evidentes, también en política exterior volvieron sólo para ser peores.
Durante la segunda guerra mundial fueron pro-nazis dando refugio, entre otros, a Eichmann e instalando la fascinación fascista entre nosotros, en los 60 castristas y guevaristas de un revolución que suprimió las libertades del pueblo cubano, luego chavistas para llevarnos a una Venezuela del sur y omitir al día de hoy denunciar la violación de derechos humanos en las manos impunes de Maduro, ya a partir del 2010 aliados de Irán con un memorándum de encubrimiento y ahora en el 2021, defensores del terror de Hamas.
Argentina había logrado crédito internacional por su política exterior de integrarse al mundo, y dejar de estar con los peores, para formar parte del diálogo con los países que son motores de desarrollo, que respetan la ley, sostienen consistencia en sus instituciones y tienen previsibilidad para generar bien común en sus sociedades suscribiendo acuerdos multilaterales. Así en el Gobierno de Mauricio, estas posiciones nos permitieron entre otras cosas, firmar en la COP21 el acuerdo de París por el cambio climático, presidir el G20, acceder a ser de los países evaluados para ingresar a la OCDE, haber logrado un acuerdo con la Unión Europea, y adherir a las convenciones internacionales y sus estándares para que Argentina esté dentro del mundo y no fuera de él.
Lo pongo en este contexto, ya que entre estas políticas globales, Argentina también acordó una política global de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo internacional. Los argentinos entre otras tragedias, tenemos dos ataques terroristas: en 1992, la embajada de Israel, en 1994 sede de la Amia y en 2015 el magnicidio de Alberto Nisman. En estos tres eventos no hay duda de las conexiones locales, pero es evidente la participación, vinculación o investigaciones que nos conectan con el terrorismo internacional.
Hezbolá fue incluida entre las organizaciones terroristas por la Argentina, según los estándares internacionales, por financiar y operar el terror en nuestro país vía la embajada de Irán, en el mismo grupo de operaciones y financiamiento se encuentra Hamas.
Nadie puede ni debe justificar la violencia y todos debemos no sólo lamentar la pérdida de vidas inocentes, sino estar comprometidos con una solución pacífica para ambos pueblos, israelíes y palestinos en sus justas expectativas de soberanía, seguridad y desarrollo nacional en una tierra prometida que debe ser repartida.
Sin embargo, Hamas no sólo atacó a la población civil con misiles, sino que antes de hacerlo sometió a la población civil palestina a su terror interno antes de ejercer el frente bélico. Mientras la autoridad palestina en Cisjordania reconoce a Israel, Hamas que tomó con terror la franja de Gaza sólo pide la destrucción del estado de Israel. Es por ello que Israel siempre tendrá el derecho a defenderse y proteger a sus ciudadanos de estos ataques. También deberá dar cuentas de sus acciones, pero de ninguna manera someterse a la trampa antisemita de odio a los judíos para plantear que Israel debe ser condenada, no por una acción, sino por el mismo derecho a su existencia.
Quienes así lo plantean no critican un país, ni tampoco a un estado, su aparente antisionismo no es otra cosa que antisemitismo. No vamos a permitirlo. Pacíficamente, políticamente, democráticamente, haremos todo lo que sea necesario para que no nos metan miedo, y tengamos el coraje y el valor para con orgullo, expresar que nuestra identidad judía, en cualquier parte del mundo, no deja de comprometernos como ciudadanos plenos en los países que vivimos y al mismo tiempo defender la existencia, vigencia y logros únicos de un país ejemplar en muchísimos aspectos como lo es Israel para el mundo entero y poder, desde ya, también criticar en aquello que sí debemos criticar y se debe modificar, afirmando, primero, que tiene derecho tanto a existir como a defenderse.
Argentina es un ejemplo de coexistencia en el diálogo interreligioso. El legado de Francisco en la cultura del encuentro, no debe intoxicarse importando conflictos de Medio Oriente entre nosotros. Ya bastante con la grieta que cultivan para gobernar, es tiempo de construir puentes, no de dinamitarlos como hacen cada día, en cada oportunidad de dividir a los argentinos.
Es necesario referirnos a los usos proporcionales de la fuerza. Debe haber una investigación internacional objetiva e imparcial. Todos lamentamos que las Naciones Unidas no puedan cumplir con estas dos mínimas condiciones. No hace falta explicarlo. Es evidente. Las Naciones Unidas, ya no están unidas sino reunidas cuando se trata de Israel, para condenarlo unilateralmente por el balance de fuerzas entre quienes por su antisemitismo camuflado de antisionismo, no hacen otra cosa que en lugar de juzgar condenar. Con respecto a Hamas, ¿habrá algo para investigar o decir? Su terror dentro de los territorios para con los civiles palestinos y el ataque a civiles israelíes con misiles, merece alguna condena o investigación? Hamas no puede ser investigado en simetría con un estado como es Israel. Es una organización terrorista. El terror debe ser condenado no equiparado o mucho peor reivindicado como Argentina propone con su voto
Por último, que es el principio, junto con la preocupación por estar la Argentina sin rumbo y sin sentido en tantas dimensiones, en el caso de la política exterior, el caso de “Isralberto” evidencia una vez más cuál es su coherencia y consistencia: no tiene ninguna.
No resiste ningún archivo: memorándum de Irán, corrupción, economía y política. Recuerden todas las manifestaciones públicas grabadas, escritas, registradas de lo que decía entonces y lo que dice ahora. Eso sí, cumple con su trabajo, es el presidente que “ella” puso y “le” obedece. A Cristina le cumple, a los argentinos no. Nada de lo que dijo es lo que hizo. No sólo que no cumple, también nos complica. Ya sea porque Argentina no tiene las vacunas, pero sí el record de encierro y de menos libertades, contagios sin testeos, y muertos en aumento, vacunatorios de privilegio para los compañeros, mientras siguen esperando los trabajadores de la salud, los docentes y nuestros abuelos, sino que además instruye a su Ministerio del Exterior a alinearse con la posición antisemita-antisionista con su voto en Naciones Unidas.
Alberto se contradice con el sentido común más que con la política internacional. Vota condenando a Israel, pero al mismo tiempo retira de La Haya la denuncia contra Maduro, violador manifiesto de los derechos humanos en Venezuela, que aparece un escenario que el mundo lamenta y nuestro gobierno se entusiasma y nos orienta para que sea el norte aspiracional del gobierno que elegimos. Obvio que como tantas otras cosas no es lo que el entonces moderado candidato
Alberto prometió que nos daría y que gobernaría no para quienes lo votaron, sino para todos los argentinos. Recordemos lo que prometió y asumamos que esto es lo que nos deja, no hay heladeras llenas, ni asado, ni su promesa de vacunas, ni escuelas abiertas sino dos años sin clases, ni economía viable con inflación del 50%, ni un presente, ni mucho menos un futuro.
Alberto no promete, sólo cumple, él se debe a ella y no a nosotros. No nos cuida, sus prioridades están claras y su gestión está bien orientada, es un obediente presidente de la vicepresidencia. Nunca quiso, supo o pudo asumir el lugar de presidente de la Nación. ¡Sabrá el pueblo votar! Mientras tanto, ya sería necesario que Israel, que fue el primer país que lo recibió, le haga saber que no es una persona grata para que vuelva.
(*) El autor es presidente de la Unión Mundial del Judaísmo Progresista
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