Esteban Bullrich. El espejo que nos refleja - Por Pablo Sirvén - La Nación (Anuario 2021)
El poder de resiliencia del Senador Nacional por la Provincia de Buenos Aires, que tiene Esclerosis Lateral Amiotrófica·
Ser resiliente nos permite que, en vez de agotar toda nuestra energía en afligirnos, busquemos caminos alternativos para encontrar esas soluciones que no están tan a la vista. No darse por vencidos ni aún vencidos. Poner en perspectiva lo que nos sucede y no dejar que la mala sangre domine nuestros estados de ánimo las 24 horas del día.
· “Todo pasa para algo. Voy a averiguarlo y hacerlo valer la pena” . . . Reflejémonos una vez más en el espejo de EB y no dejemos que el tema que nos preocupa (sea una enfermedad u otro asunto) se convierta en obsesión y domine las 24 horas de nuestro día. Hagamos como él, que sigue ocupado en otras cosas. “Tenemos un país muy dividido -dijo hace algún tiempo-; no podemos permitirnos seguir viviendo en esta pelea paralizante”.
A Esteban Bullrich le surgió una misión inesperada: ser espejo de cada uno de nosotros mismos. Un espejo mágico porque no nos refleja tal como somos por fuera, sino que el suyo bucea e interpela nuestras profundidades más recónditas que, tal vez, nosotros mismos desconocemos. Un espejo que nos puede mejorar, si reaccionamos más humanamente de lo que pensábamos, o que nos devuelve peores reflejos si evidencia oscuridades de las que no nos creíamos capaces. Puede ser un espejo que nos eleva, que solo nos incomoda o que nos despierta el morbo. Cada uno elige la calidad de su propio reflejo. Porque ser mejores depende básicamente de uno.
El senador de Juntos por el Cambio (N. de R. de Nueva Propuesta: que esta semana renunció a su banca a pesar del pedido de sus pares que siga perteneciendo al parlamento y participe en forma virtual, en una sesión que quedará para la historia como ejemplo de entereza y compromiso y obviamente por conmovedora) nos sorprendió a todos el 28 de abril último al comunicar que le habían diagnosticado ELA, siglas por las que se conoce a la Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa y progresiva del sistema nervioso, que afecta los músculos, la deglución y hasta la respiración. La ELA es una enfermedad poco conocida y muy extraña que afecta a unas cinco personas cada cien mil habitantes en todo el mundo. Tuvo su momento de mayor difusión en 2014 cuando celebridades mundiales como Mark Zuckerberg, Bill Gates y David Beckham, entre muchos otros, participaron del Ice Bucket Challenge, el desafío del balde de hielo. La campaña que procuraba recaudar fondos para financiar la investigación científica de la enfermedad fue un éxito rotundo en Internet, con más de mil millones de reproducciones de conocidas personalidades tirándose encima un balde de agua con cubitos de hielo y nominando, a su vez, a otros tres para que imitasen ese gesto. En la Argentina también fue furor y se sometieron al desafío Susana Giménez, Luisana Lopilato y Lionel Messi, entre otras luminarias locales.
28ABR.de 2021
El día en que Esteban Bullrich comunicó que le habían diagnosticado ELA
A las 9, y por medio de Twitter, el senador publicó el comunicado “Sobre mi salud”, en el que anunciaba su enfermedad, que provoca parálisis muscular. “Es más frecuente de lo que se cree, pero sigue siendo difícil de diagnosticar. Hay mucho para hacer y me comprometo a hacer mi aporte”, decía
Esteban Bullrich tiene una vida muy relevante e intensa, particularmente en el ámbito político: acompañó a Mauricio Macri como ministro de Educación, tanto cuando gobernó la ciudad de Buenos Aires como en la Nación. También fue diputado y, en 2017, logró la proeza de ganarle la senaduría por la provincia de Buenos Aires, nada menos que a Cristina Kirchner. Ella, precisamente, lo llamó tras enterarse del repentino mal que lo aquejaba. Y en un país tan agrietado como la Argentina, fue muy emocionante ver a todo el Senado, oficialistas y opositores sin excepción, aplaudir su presencia en ese recinto. Los no memoriosos podrían pensar que la ELA que cayó como un rayo sobre la vida de Esteban Bullrich es la primera prueba personal difícil que le toca transitar. Y no. No es así. Su hija Luz tuvo cáncer, a los siete años. "Luz estuvo casi un mes encerrada en un cuarto por un autotrasplante de médula. Fue el último tratamiento que tuvimos que hacer. Después estuvo casi un año en casa, no podía salir", contó en 2017. Ese episodio fue superado. Pero, a los 13, a Luz le apareció un tumor en el hígado. Fue entonces que Esteban le escribió una carta al papa Francisco en la que le pedía que rezara por su hija. “Estoy rezando”, le respondió el pontífice.
De aquel mal momento también Luz se recuperó y Esteban, junto con su esposa, María Eugenia Sequeiros, viajó a Roma para agradecerle a Jorge Bergoglio. Bullrich casi no se acuerda de lo que hablaron en los veinte minutos de esa audiencia porque no paró de llorar de la emoción. Casados desde hace 21 años, María Eugenia y Esteban son padres de cinco hijos, tres mujeres y dos varones, que tienen entre 19 y 6 años. Cada noche se reza el rosario en esa casa. Ya lo dice el dicho: “La fe mueve montañas” y el matrimonio Bullrich no duda de eso.
Muy devoto de la Virgen del Cerro, a fines de octubre, acompañado por un centenar de fieles, visitó su santuario en Salta. Allí, nuevamente brotaron las lágrimas por la emoción y al fin de tan conmovedora jornada tuiteó: “Fin de un día muy especial. Abrazado por el amor de mi vida, mis hijos y amigos y por la Virgen también. Puedo decir como Lou Gehrig que le puso nombre a esta enfermedad. Hoy me siento el hombre más feliz del mundo #LaVidaEsHoy”.
“Creo que Dios nunca nos pone pruebas que no podamos superar”
¿Y por qué Esteban Bullrich ahora, además de todo lo dicho, sería un espejo de nuestras profundidades? Porque la difícil prueba por la que atraviesa nos impacta de distinta manera y, según de qué manera dejamos que nos llegue, eso hablará más de cada uno de nosotros que de él mismo. Nos pone dramáticamente ante la finitud de la vida que es algo que tratamos de asordinar, pero que está siempre ahí, latente. En el plano de las oscuridades, hay quienes se deprimirán y se llenarán de miedos; para otros será más fácil mirar para otro lado como una vía de escape y, por último, a aquellos con almas más sórdidas y atormentadas, tal vez ganados por los peores valores de la política, podrán experimentar hasta algún goce pervertido por el mal trance de un dirigente que no digieren.
Pero hay más posibilidades por el lado luminoso. Y Esteban es el primero en dar el ejemplo en la materia. “Como católico -aclaró hace algún tiempo-, creo que Dios nunca nos pone pruebas que no podamos superar. Él hace nuevas todas las cosas, confío en Él”. Aquí es donde podemos lograr los mejores reflejos del espejo que nos brinda Esteban. Para quienes creen, no hay energía más vital que la fe.
Agnósticos y ateos podrían traducir “fe” en buena vibra, predisponerse en positivo para enfrentar las contrariedades. Es lo que se llama resiliencia, la capacidad para superar situaciones adversas o traumáticas, en lo que también Bullrich nos invita a reflejarnos y potenciar, ya que nos hace más amable la vida al aprender a no ahogarnos en un vaso de agua y a tener mayor temple cuando las cosas se ponen complicadas y no salen como queremos.
Ser resiliente nos permite que, en vez de agotar toda nuestra energía en afligirnos, busquemos caminos alternativos para encontrar esas soluciones que no están tan a la vista. No darse por vencidos ni aún vencidos. Poner en perspectiva lo que nos sucede y no dejar que la mala sangre domine nuestros estados de ánimo las 24 horas del día.
“Todo pasa para algo. Voy a averiguarlo y hacerlo valer la pena”
Aquí otra recomendación de Esteban, que bien puedan aplicar tanto creyentes como quienes no lo son: “Todo pasa para algo. Voy a averiguarlo y hacerlo valer la pena”. Y una más: dice que no lo define la enfermedad que lo aqueja, sino cómo la lleva adelante. Tomar nota: sirve para aplicar en cualquier circunstancia negativa. Reflejémonos una vez más en el espejo de EB y no dejemos que el tema que nos preocupa (sea una enfermedad u otro asunto) se convierta en obsesión y domine las 24 horas de nuestro día. Hagamos como él, que sigue ocupado en otras cosas. “Tenemos un país muy dividido -dijo hace algún tiempo-; no podemos permitirnos seguir viviendo en esta pelea paralizante”.
“Al mal tiempo, buena cara”, es otro dicho que Esteban practica: digitalizó su voz, le colocaron un botón gástrico, hace kinesiología y se ocupa, por partes iguales, de sus tareas en el Senado y en su fundación para ayudar a quienes sufren ELA como él. “Planes no tenemos. La vida es hoy”, me dice por whatsapp mientras escribo este artículo. Vale para todos.
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