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EL PAÍS: QUÉ TIENEN EN LA CABEZA SERGIO MASSA Y JAVIER MILEI PARA EL DÍA DESPUÉS...


La imagen de Milei intervenida por las de Massa. Se terminó una campaña marcada por las agresiones cruzadas. El domingo se define al nuevo presidente. Foto: AP



Por Jorge Lanata Clarín


Los dos se ven ganadores y planifican la economía. El ministro-candidato apunta al gradualismo para ordenar lo mismo que él desordenó. El libertario quiere revisar las cuentas y apuesta a salir rápido del cepo para encontrar el techo al dólar.


Si gana, Sergio Massa va a empezar a gestionar desde el primer día después de las elecciones: quiere ordenar la macroeconomía que el mismo desordenó. Pretende eliminar exenciones impositivas a las grandes empresas, gravar con bienes personales los campos en el exterior y unificar las alícuotas del IVA.

El diagnóstico del equipo de Massa descarta una estrategia de shock para desarmar el cepo cambiario porque sería hiper-inflacionario. Saben sus integrantes que el modelo “gradualista” provocará al menos seis o siete meses de alta inflación.

Si por el contrario, el ganador es Milei, a su equipo económico le preocupa la corrida cambiaria. Tanto en Economía como en el Banco Central sostienen que Massa “no va a hacer el trabajo sucio" para Milei. ” Vamos a tratar de no entrar en default pero no vamos a devaluar nosotros por él”, le dice a Clarín una fuente del equipo financiero de Massa.

Milei quiere, en caso de ganar, tomarse las primeras tres semanas para ver el estado real de las cuentas. Quiere saber qué hay debajo de la alfombra, además de los 400.000 millones de dólares de deuda formal del Estado, los pagos postergados a proveedores y los compromisos con las provincias.

La salida del cepo será rápida y uno de los economistas de Milei se imagina un cambio de equilibrio equivalente a unos 700 pesos de hoy. Eso implicaría una devaluación del 100%. Nadie se anima a ponerle techo al dólar.

Con la moneda en el aire todos insisten en que el caudal de asistencia de votantes y la fiscalización serán los dos factores que sellen el resultado. Massa se ilusiona con que el Conurbano y las provincias del Norte lo ayuden a ganar la pelea. Hasta ahora, llevó adelante una estrategia muy calculada de la que no se apartó en ningún momento:

1) Hasta la primaria, en agosto, mostró la unidad interna del peronismo y el kirchnerismo frente a las peleas de Juntos por el Cambio.

2) Hasta la general, en octubre, rivalizó con las propuestas de Milei, aunque no con el libertario personalmente.

3) Hasta el balotaje sostuvo la idea de unidad nacional sin ninguna simbología partidaria. Habló del futuro y de una “nueva etapa”.

Todo sazonado con una campaña del miedo que le dio resultado. "Fue efectiva porque operó sobre un temor que existe. Lo del boleto de colectivo fue un mensaje claro”, dicen en su entorno. En la última semana se enfocó en los indecisos: clase media informada pero no politizada. Se anunció el apoyo de Roberto Lavagna, Martín Balza, el socialismo y, también, la decisión de ofrecer la Oficina Anticorrupción a la oposición. Una manera de decir que él no es Cristina pero sin decirlo.

El espionaje K, Insaurralde, el gato, el yate y Chocolate Rigau, no hicieron mella en la campaña. Cristina y el finado Alberto le hicieron el favor de correrse y todos jugaron la coreografía que pidió Massa. ¿Seguirán así si Massa pierde?

Si gana Milei, llegará liviano: es lo nuevo, no tiene que rendir cuentas y, en todo caso, él fue su peor enemigo. "Claramente encarnó el cambio, no hay dudas. Esta elección es cambio o continuidad”, le dice Clarín un integrante de su mesa chica.

Nadie entiende, en estos últimos días, su posición frente a la fiscalización del comicio: Macri le ofreció la estructura del sector del PRO que le responde, pero Milei primero se opuso a ceder las riendas del control de ese lugar desplazando a Guillermo Ferraro. "Ferraro está mayor y no conoce nada de lo que implica la logística de una elección. Es un viejo amigo de Cafiero”, comenta un dirigente que recuerda su vínculo con Antonio.

Pero lo más demencial es el asunto de las boletas. La Libertad Avanza presentó menos de las requeridas en la Justicia Electoral, bajo el argumento de que podrían robárselas. Las boletas se distribuyen en las urnas a través del Correo. Tanto los partidos oficialistas como opositores usan esta vía y se entregan, como mínimo, 350 boletas por mesa de votación. El padrón es de 35 millones de electores.

El domingo a la mañana habrá en los colegios menos boletas de Milei que de Massa y dependerán de sus fiscales para equilibrar la cuenta. Cada uno de ellos debe pasar con su bolsita de boletas para reponerlas en las más de cien mil mesas. Aunque LLA no tiene esa estructura, imprimió cuatro padrones de boletas, lo que los obliga a movilizar más de cien millones de boletas durante el comicio.

Desde el espacio de Milei se viene “denunciando” en los medios un posible fraude. Hay que decir que en los 40 años de democracia ninguna elección fue deslegitimada aunque, es cierto, para ganar una elección en Argentina hace falta un partido con capilaridad y recursos para fiscalizar el proceso.

Para el domingo, La Libertad Avanza armó un sistema de mesas testigo -800 en total- que anticiparían un resultado estimativo alrededor de las 20, a la espera del escrutinio provisorio. "Si nuestras mesas testigo y los datos oficiales son similares y nos da una derrota, la reconoceremos”, dice alguien del ala moderada de los libertarios. Si la coincidencia no ocurre va a ser una noche complicada.



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