Premio ADEPA, Diario Clarín - Libertad de Prensa 2009
DR. RICARDO REYMUNDÍN, SU FALLECIMIENTO: SALTA HA PERDIDO A UN HOMBRE DECENTE
Por Ernesto Bisceglia
En la hora póstuma declaro mi admiración por este jurisconsulto que como todos los grandes hombres yacen durante su vida en la humildad, lo mismo que las maravillas de la Creación que se ofrecen con mansedumbre y no son asequibles a todos los hombres
Avecinados apenas a unos metros, desde mi adolescencia seguí la carrera de este abogado cuya pulcritud y apego al Derecho le valió descollar entre sus pares, superando a todos, no por grandilocuentes escritos sino por la aplicación sincera de los tres grande principios del Derecho: “ Dar a cada uno lo suyo, no dañar a otro –y sobre todo- vivir honestamente”.
Decir más sobre el Dr. Ricardo Reymundín sería sobreabundar en lo que todos conocen, no obstante, para quienes tuvimos el privilegio de su cercanía tampoco puede ser el silencio porque aquella personalidad merece aunque sea el humilde y último tributo de una palabra.
Sus méritos jurídicos ya forman parte de la historia de los Estrados de Salta, su nombre cobija los volúmenes que hablan del Derecho y de la Jurisprudencia, mas, el homenaje superior que esta figura conspicua de Salta merecería de los magistrados sería el aprender que la aplicación de una sabia Justicia cuando está en manos de hombres puros, es posible.
Con todos los pergaminos logrados más fue su sencillez de espíritu, su generosidad docente, siempre dispuesto a formar un juicio sobre algún artículo que le compartía, honor inmerecido quizás, generado en ese tráfico silente que nos permitió en los últimos años la confianza de la Red social.
Habrá la indiferencia de quienes no lo conocieron, el despojo afectivo de quienes lo amaron y admiraron, la sonroja de quienes ocuparon las mismas tribunas y no le fueron fieles a su ejemplo… todo, pero ante estos grandes hombres jamás será la indiferencia.
Todos partimos algún día, pero hay hombres como el Dr. Reymundín que se agrandan en la hora undécima y dejan sentir su ausencia porque en tiempos tan turbulentos como los que vivimos, en el inconsciente colectivo, todos sabemos que hemos perdido algo superior al ser humano que terminó su ciclo en este plano: hemos perdido a un hombre decente.
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