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¡AY PAÍS... PAÍS. PAÍS...! - EL PRESI, ENTRE BURROS, LICUADORAS Y PRÓCERES.




Por Carlos M. Reymundo Roberts

LA NACION


Help! Que alguien me ayude: por dónde empiezo. Muchos títulos, y en todos aparece la excelsa figura de nuestro Presi: Milei habló en un colegio y se le desmayaron dos chicos. Milei la rompió en Expoagro. Dólar Milei: bajó de 1000 pesos. Milei disfruta con el escándalo de los seguros. Se desploma la economía: ¡qué está haciendo Milei!


Tranqui, paremos la mano. Hay que explicar, primero, lo de los chicos del Colegio Cardenal Copello, de Villa Devoto, donde estudiaron los infantes Javier y Karina. Imagínense la emoción de esos gurrumines al conocer al Pelu, ver de cerca al Moisés libertario. Es una experiencia sensible, fuerte para cualquiera. En su larga exposición, tan larga como la del viernes en el Congreso, criticó el adoctrinamiento escolar de “los zurditos” con adoctrinamiento de derecha; suerte de reparación histórica. Audaz, les habló sobre la performance sexual de los burros. “El burro –dijo– tiene éxito por insistidor, no por lo otro”. Ahí se desmayó el primer chico, y, calculo, la mitad de las maestras y de los padres. “Lo otro” es una sutileza a la que le debemos que el resto haya logrado mantenerse en pie. Probablemente se trató de un lapsus de tiempo y espacio: pensaba referirse a los atributos del burro en Expoagro, entre gente de campo, conocedora de las capacidades de ese noble animal. Pero en Expoagro casi no hizo falta que hablara: llegó y fue pasión de multitudes.


Cuando visité la muestra, al día siguiente, cosechas, rindes, precios o retenciones habían sido desplazados de la conversación: solo era tema el Presidente, con su rara magia marketinera de resultar agradable incluso –o precisamente– cuando se va a la banquina. Un amigo, hombre de Pro línea Mauricio, dice que Milei es una moneda al aire: “Imposible saber hoy si va a caer cara o ceca”. Antes te vas a caer vos, macrista resentido. Caminando por la feria me la encontré a la canciller Diana Mondino, muy agradable ella, y muy atrevida: me preguntó cómo estaba viendo todo. ¡A mí, asesor del Presidente! Le contesté: “Javi es una moneda al aire, que siempre cae bien. Como los burros”.


Qué tierna, se sonrojó.


Es cierto que la economía está en trance: se derrumban la industria, la construcción, el consumo; previsible lo del consumo, porque también están para atriqui salarios y jubilaciones. Lo explicó Javi en el Copello, con su sinceridad salvaje: “Fue tan fuerte lo que empezamos a hacer... mezcla de motosierra y licuadora. No voy a negar que hay licuadora: un ajuste tan rápido tiene licuadora. Lo que pasa es que, si la licuadora se vuelve permanente, se vuelve motosierra”. Interesante esa progresión, en la que, soy sincero, no había reparado: el momento en que la licuadora deviene en motosierra.


Votamos motosierra pensando en que era para la casta, y puede ocurrir, Dios no lo quiera, que termine siendo también para nosotros. Sobrevuela una duda: ¿acaso pensará –no Dios: Milei– que somos un poco casta? Entre otras cosas, por votar al peronismo. Locuras que se me ocurren. Soy una moneda que siempre cae mal.

En eso me parezco a Alberto Fernández, complicado como está, pobre profesor, en la causa por tráfico de influencias con las pólizas de seguros de organismos estatales.


Todo lo que se va conociendo le mancha las manos. Lo teníamos por holgazán –un vaguito importante–, por torpe, de formas laxas, incapaz de empuñar una lapicera, fabulador… pero no lo imaginábamos cabeza de una trama que además involucra a su secretaria y a brokers amigos suyos, destinada a cobrar multimillonarias regalías. No creo que regalías sea, técnicamente, la palabra correcta, pero cuadra: regalos que se hacían.


Me cuentan que el Presi está entretenidísimo siguiendo el curso de la investigación. Alberto lo llamó apenas volvió al país, para hablar de esto; porque el Gobierno es denunciante en la causa. Estoy en condiciones de revelar el pedido que le hizo: “Javier, please, tenemos que ayudar a María, mi querida secretaria. Está hasta las manos”.

Esa fue la inquietud del Beto. Desmiento terminantemente que le haya dicho: “Javier, te estás metiendo con la comida de Francisquito”.


Ayer a la tarde se hizo la reunión con los gobernadores en la Casa Rosada. Fueron todos, lo cual le dio un enorme realce. Por cantidad, el Pacto de Mayo empezó bien; hablar de calidad es prematuro. Hubo discusiones, sí, y pases de facturas, pero apareció una luz al final del túnel. De nuestro lado, la voz cantante fue la de Nicolás Posse, jefe de Gabinete: “Señores, sé que están en dificultades para pagar los sueldos, que podrían verse obligados a echar gente y a cerrar escuelas, hospitales, comisarías. Búsquense otro argumento, porque eso para el Presidente es una buena noticia”. Tremendo este Nico: no tiene filtro.


Justo ayer, Día de la Mujer, se informó que al Salón de las Mujeres de la Casa de Gobierno cambiará de nombre: ahora será “Salón de los Próceres”. No sé qué esperan para colgar el cuadro de Milei.

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