Los políticos cosechan lo que sembraron en el tiempo y pagan justos por pecadores
Cosecharás tu siembra… Tiempo precioso ha transcurrido desde que recuperamos la democracia en aquel año 1983, donde Raúl Alfonsín emocionaba con sus discursos de campaña plagados de algarabía y cerrados con el emotivo Preámbulo de nuestra Constitución. Ejemplo de demócrata con infeliz final en su mandato. En nuestra Salta siempre postergada ver a un exitoso empresario convertirse en gobernador -Roberto Romero-; político inexperto para el cargo pero un visionario que dejó huellas y realidades de la Salta pujante que soñaba liderar en un Norte Grande jamás comprendido por sus pares que lo sucedieron. Hombre discutido, amado y odiado, con aciertos y errores en su gestión. Y así pasaron los años…

Los ciudadanos, algunos, podrían sospechar que de haber tenido en mayoría una dirigencia honesta, que deponga su interés personal a favor del bien común gozaríamos hoy de una Argentina diferente y nuestra provincia sería rica y pujante. Con educación de excelencia, trabajo calificado, Salud Pública de primer nivel con respeto a los que menos tienen, con acceso razonable y digno a la vivienda, fruto del esfuerzo y el trabajo, inversiones, moneda estable y valorable, previsibilidad política y económica, garantía de estabilidad y permanencia de las leyes, respeto a nuestra Constitución entre tantas otras virtudes que se escaparon entre los dedos de las manos de quienes se enriquecieron a costa de un pueblo llevado en extremo a la pobreza, a la indigencia, a la falta de educación y el desapego al trabajo, condenado a la vagancia y a la dádiva.
¿Qué ocurrió para que esto nos pasara?
En 1983 nació una nueva casta que aglutinaba en el poder a la dirigencia que todavía hoy mira para el costado buscando un culpable. (Los niños, inocentes ellos, cierran sus ojitos para jugar a las escondidas creyendo que así, nunca los encontrará quien los busca). Y cerraron su ojos dirigentes empresarios, gremiales, políticos, deportivos, profesionales etc. Se hicieron dueños del presente y futuro de los argentinos, sometiendo a todo un país a lo que somos, un país postergado, endeudado, pobre, sin educación, anárquico y con anomia crónica; con moneda devaluada y que con razón nadie la quiere como un bien, entre tantos otros males. Somos un país pobre, ya sin clase media y con la riqueza en pocas manos, pymes que cierran empleos cada vez más inestables y políticos llenos de asesores y una vida tranquila económicamente acomodada cuando no rica o millonaria.
Pero parece que en un descuido, los que tenían los ojos cerrados para no ser descubiertos, a causa de un imbécil, entre tantos, fueron puestos en evidencia y una mayoría importante que parece despertar, se incomoda, se enerva y comienza a ver y descubrir lo que hay escondido en los nombres de dirigentes que no merecen serlo. Y aquí paga justo por pecador porque no todos, solo una gran mayoría.
Y sale a la luz la inconveniencia de las listas sábanas electorales por ejemplo, solo para comenzar, porque esto es sólo la punta del ovillo en un solo poder del Estado. Ellas esconden personajes cuyos prontuarios en caso de salir a la luz pondrían colorado al mismo Lucifer. Convengamos que Ameri es uno de los casos más chiquitos que uno puede mencionar en nuestro país. Sólo fue la gota que rebasó el vaso.
La dirigencia se muestra molesta. Se esfuerza por demostrar que hechos como los de Ameri y su asesora son insoportables, pero rápidamente lo hacen renunciar quien sabe para evitar la expulsión y su inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos, pues hubo candidatos procesados y nadie se puso colorado siquiera.
La generalización molesta y es injusta. Lo sostengo.
Pero lo que sí es justo es que cosecharás tu siembra. (Fuente: www.ernesto Biscrglia.com.ar)