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Adiós a un gladiador de la salud pública

Sergio Humacata murió por COVID-19 luego de luchar dos semanas por su vida. Había asumido como secretario de Servicios de Salud de la Provincia el 9 de septiembre.

Tristeza, dolor, desconcierto y hasta miedo. En menos de 48 horas, el coronavirus se llevó la vida de otro médico muy querido por la comunidad salteña: Sergio Alfredo Humacata.

Su muerte lamentablemente es la prueba de que a cualquiera le puede tocar y que cuando el virus ataca mal a un organismo humano no hay cura que lo salve.

El 9 de septiembre había asumido como secretario de Servicios de Salud de la Provincia, dispuesto a acompañar al ministro Juan José Esteban en esta lucha, pero 10 días después su salud comenzó a complicarse tras contagiarse de COVID-19.

La larga caravana con los restos mortales de Humacata se dirigió al viejo hospital Señor del Milagro, donde trabajó gran parte de su vida. Allí lo esperaba una multitud de trabajadores de la salud, su colega y amigo Esteban y el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, entre otras personas.

El cortejo fúnebre pasó por el hospital Del Milagro, donde una multitud de trabajadores de la salud y el gobernador Gustavo Sáenz pudieron despedirlo.

Bocinazos, las sirenas de las ambulancias, aplausos. Cuando la camioneta de Pieve se detuvo a la altura de la puerta principal del hospital, la gente se abalanzó sobre el vehículo pegando globos amarillos, una foto del médico con una dedicatoria, claveles rojos, banderines.

El periodista Oscar Humacata, hermano de Sergio, quebrado del dolor, señalando el hospital, dijo: «Hermano querido estamos en el lugar que te ha formado, nos has honrado dedicándote hasta la muerte en honor a la salud de todos».

También transmitió a los presentes lo que él deseaba: «Cuídense mucho para que no sufran como nosotros lo estamos haciendo ahora». Destacó que su hermano fue «un orgullo familiar», y agradeció por las oraciones. «Nos ayudaron a sobrellevar todo esto «, dijo.

Hubo muchos abrazos. Las lágrimas se deslizaban por los rostros tristes, el desconsuelo de algunas personas son testimonio de lo que fue en vida el doctor Humacata. En medio de la confusión, un grito suplicó: «Quédense en las casas, quédense en las casas». Una opresión en el pecho que duele en el alma, sin palabras.

El ministro de Salud Pública, Juan José Esteban, que se reincorporó a la actividad tras estar aislado por COVID-19, expresó: «Siempre digo héroes o mártires en esta pandemia. Por ahí me pregunto, ¿a quién le interesa? A nosotros por supuesto que sí, porque hemos perdido gente muy valiosa».

Prosiguió: «El doctor Humacata es un gladiador de la salud pública y me duele en el alma porque asumió conmigo, fue un compañero de trabajo mucho años, una persona dedicada a los que más necesitan, a la gente marginada, hoy lo llevo en el corazón y la tristeza me embarga por la pérdida de un gran amigo».

Un legado con fundamentos

doctrinario y militante

Matías Facundo Humacata compartió en las redes sociales un manuscrito de puño y letra de su padre que encontró en el escritorio.

“Vamos a recorrer la provincia, iremos a las periferias no solo geográficas, sino las existenciales como lugares donde hay dolor, injusticia y claros pensamientos”, expresó Humacata antes de ser internado. Su intención era decir presente en los “problemas postergados, relegados, marginados” y “devolver la palabra a los callados, a los excluidos”, con la idea de “trasladar al centro las periferias”. “Nuestra provincia necesita de rectitud y de planteamientos originales, con un preciso ahondamiento crítico y autocrítico a la resolución de lo moral”, decía el ahora fallecido secretario de Servicios de Salud, quien entendía que para ello era necesario “innovar, introducir y modificar estructuras y culturas, teniendo en cuenta el impacto social, económico y ambiental”.

(Fuentes: El Tribuno – www.danielsalmoral.com)


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