¿Máximo, el vice?
El peronismo desde su origen hasta hoy funciona en forma machihembrada, recogiendo la tradición hispánica que al finalizar la reconquista española inauguraran los Reyes Católicos Isabel y Fernando. Su lema era tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando. Unión conyugal que más allá de lo sentimental y religioso, como vínculo político, hizo del matrimonio una institución de gobierno indisoluble y única.

Eva Perón en los orígenes del peronismo se unió al entonces coronel Juan Domingo Perón, como liana al árbol y así se mantuvo hasta el fin, haciendo del ingrediente femenino el factor decisivo del fenómeno llamado peronismo, dándole un perfil inconfundible.
El 17 de octubre reunía la más multitudinaria marcha política jamás vista, y Perón y Evita iniciaban su vuelo político nupcial.
En 1951 Perón acabó aceptando la candidatura presidencial que en nombre del pueblo le ofreciera Espejo, secretario de la CGT, y Eva Perón ausente, completaba la formula conyugal. Nueve días después, por radio anunció su renuncia indeclinable a su candidatura a vicepresidente.
Después de casi dos décadas de proscripciones y exilios el peronismo tuvo que integrar su fórmula presidencial, haciéndolo con un eufemismo de su vieja tautología: Perón, Perón.
Esta vez con un disfraz de fantasía, Isabelita.
Después concurrió a los comicios ofreciendo a la opinión pública no ya una fórmula que repitiera más de lo mismo. Tiempo después lo expuso en forma alternativa, para mejor decirlo, como relevo de posta. Se podía abarcar así más el calendario presidencial, haciendo un cóctel de principio de legitimidad donde se mezclaba en batido; la cooptación (el que se va indica al que viene; de allí viene el dedo índice, la dedocracia).
La ley de la herencia principio monárquico, no ya en cabeza del hijo mayor sino de la propia esposa. Así asoma la sospecha del poder vicario o el poder en comodato o préstamo de uso, o el poder detrás del trono.
Muchas veces la República, adopta de la monarquía instituciones ortopédicas que la ayudan a caminar y también malos hábitos políticos que la conducen al fracaso.
La regencia de los cardenales Mazzarino y Richelieu hizo madurar lo que después fue el esplendoroso reinado de Luis XIV en Francia, conocido como el rey Sol. Esto ocurría al par que se degradaba en la España del valido y el favorito, sucediéndose un vulgar personaje como monomanía dinástica. Valenzuela fue asesor y confidente de Ana María de Austria y se lo llamó “El Duende de la Reina” o “El Espíritu Travieso de la Reina”; fue cuando el sol se ponía en la monarquía española. Pero un contratiempo mayor esperaba España mientras reinaba Carlos IV cuando es elevado a la condición de Primer Ministro Manuel Godoy, Duque de Alcudia y Príncipe de la Paz, inmortalizado por Goya en un retrato. El escandaloso amasiato de la Reina con el valido revela los peores vicios del nepotismo y la corrupción.
Hay gente que se dice progresista en lo social y se declara partidaria del divorcio vincular, pero siente la irresistible vocación de la indisolubilidad del vínculo político, para asegurar de esta forma la continuidad en el poder.
El trono del Rey, como el sillón de Rivadavia, está hechos de tabla y brocado. Todo depende de quien se siente en él, y quien detrás de él se esconde, como se esconde el Diablo en los altares tras los blancos manteles litúrgicos (poder detrás del trono). Ya alguna vez, en el peronismo la consigna fue “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Nada nuevo bajo el sol.
La “Alternativa Pingüina” entre dos esfenicidios (variedad que habita en los mares australes) se hizo inevitable para el peronismo. Anatole France, célebre escritor francés y autor de la “Isla de los Pingüinos” dice: “No pienso considerar los pingüinos antes de su metamorfosis. Solo es de mi incumbencia desde el momento en que salen de la zoología para entrar en la historia”. Tampoco distingue el literato francés entre la variedad del alcidio y esfenicidio, este último pingüino habita en nuestros mares australes.
Menos aún lo hace con su sexo.
Una bandada de pingüinos indica la latitud política en estas regiones australes; provienen de la misma pingüinera de Santa Cruz y las candidaturas se gestan dentro del redil connubial.
Pronto llegara el momento de elegir la fórmula presidencial, sería previsible que se reiterara una vez más la vieja jurisprudencia llevando como acompañante a su hijo como compañero de fórmula para no repetir la experiencia de Cobos y de paso cumplir con el olvidado cupo masculino.