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La endiablada “bendición” de Urtubey a Sáenz para el 2019


Que Juan Manuel Urtubey -gobernador de tres mandatos consecutivos como su ex padrino Juan Carlos Romero- es un avezado jugador en la política no es secreto para nadie, así como tampoco lo es que en sus decisivas partidas en esa vida con buena estrella, no tuvo reparos en desechar lealtades y cambiar de trincheras y discursos mostrando siempre la más dulce de las sonrisas cautivadoras de votos. Verbi gratia (tomando referencia lo más reciente): de proclamar a voz en cuello ser visceralmente Cristinista, hasta este presente de “con Cristina y el kirchnerismo ¡ni a misa!”.

Así las cosas, y en su escenario soñado de llegar a ser algún día presidente de esta Argentina maltrecha por la corrupción y la extrema pérdida de ejemplaridad de la generalidad de su dirigencia, Juan Manuel Urtubey no puede ni quiere de ningún modo perder de vista la conservación de su territorio, o sea esta tierra del Señor y la Virgen del Milagro.

Es por ello que tragando vinagre y eructando sacarina nuestro Bello Otero -según la acertada caracterización del talentoso Jorge Asís- concertó con Juan Carlos Romero, el mismo que juraba/perjuraba “meter preso por haberse robado junto a su banda hasta los ceniceros del Grand Bourg”, un evidente armisticio que se mantiene vivo. Aún.

Con la transición del invierno a la primavera de Vivaldi como música de fondo y desechando la Patética, sexta sinfonía de Pyotr Ilyich Tchaikovsky que tronaba para ambos en no lejanos tiempos, el JMU y el Júcaro de hoy pasean sus miradas sobre el tablero del 2019 pensando cómo propinarse un jaque… sin desechar otras tablas.

Un “cada cual atiende su juego” pero sin patear los trebejos. Al contrario… cuidándolos, preservándolos mientras les sean útiles. La lucha del poder, en el poder y por el poder, dicho sin falsas retóricas.

Lo que está claro también es que siempre el que ocupa el sillón de gobernador juega con las blancas.

Una de las más recientes movidas de don Juan Manuel Presidente 2019 atendiendo obligado el juego doméstico de la provincia, fue su propiciado encuentro con el jamás bien querido por los altos del Grand Bourg, pero ganador, intendente de la capital y romerista para colmo, Gustavo Ruberto Sáenz.

Con la misma sensación que su corte de cortesanos más que gabinete o círculo rojo en eso de la degustación del vinagre y la sacarina, un Juan Manuel afable recibió al intendente macrista por necesidad de supervivencia despojado de toda formalidad protocolar. “Un encuentro de compañeros” comentarían luego esas paredes que siempre oyen… y hablan.

Un contundente -pero para el convidado dudoso o cuanto menos sospechoso- “¡Es tu turno Gustavito…!” acompañado por un abrazo con sonoras palmadas en los omóplatos, fue la definitoria recepción y definición del encuentro donde el Bello Otero desnudó su pensamiento a futuro, con detalles que hasta asombraron al intendente cantor.

De esos “detalles” que sólo las paredes que todo oyen conocen y convierten en eco imposible de silenciar generó el gobernador, uno impactó con más estruendo en el invitado, y fue cuando le confesó, abriendo el pecho para mostrar sus verdades, que en realidad la provincia ya “no le interesaba” como escenario para su lucha política personal pero que sí lo apoyaría decididamente.

Por fortuna, Gustavo Sáenz, Gustavito, estaba ya apoltronado en un sillón y evitó la caída porque en ese “sincericidio” de su gobernador el lenguaje fue más directo y crudo y hasta burdo. “Salta me importa un ……” fue la expresión. Usted caro e inteligente lector, sabrá completar la frase. Sin duda.

Ni lerdo ni perezoso, el vencedor del hiper devaluado PJ “U” en la Capital cruzó un alfil tentador y de sobrepique le ofreció: “Entonces Juan Manuel, me gustaría que fueses mi senador nacional…” A lo que con idénticos reflejos Urtubey replicó “… ¡y podría ser…!

En ese momento, a la distancia porque andaba de gira por el mundo, un Juan Carlos Romero se enteraba que tal vez -sólo tal vez- sus amigos/compañeros que tantas veces apadrinó, le dejaban para el año que viene el premio consuelo del “tercer senador por la minoría” en términos de lo que significa el poder.

Dicen que dicen que El Bello Otero despidió a su nuevo pollo 2019 señalándolo con un tilde en una larga lista de similares “bendecidos” donde amontona -cabe el término- a los Javier David, los Indio Godoy, los Miguel Isa, los Parodi, los Posadita, los Juampi, los Yarade, Los Nanni, los Morello, las Fiore, y todos los que le piden besar el anillo.

Ahora, en la otra agenda, “la dorada”, también tiene candidatos “especiales” inscriptos como su hermano José, el empacho de Urtubeísmo, el molesto cristinokirchnerista Leavy y -a no desmayarse, ¡hasta el mismísimo Júcaro! viejo zorro y diablo por el que ya andan apareciendo pintadas “Romero 2019”.

Con su nuevo “vacunado”, para muchos empomado candidato, el presidenciable salteño cerró el librito sonriendo mefistofélicamente, insistieron en remarcar los maledicentes que nunca faltan.

De seguro, periodistas.


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