Dinosaurios célebres
Los dinosaurios siguen de moda. La venta de juguetes para niños incluye un gran número de dinosaurios famosos, mayormente norteamericanos (tiranosaurios, triceratops, diplodocus, etc.). De a poco comienzan a aparecer algunos dinosaurios nacionales. Curioso, al menos, si se considera que Argentina cuenta ahora con los más grandes del planeta. El podio mediático se lo lleva el Carnotaurus, un dinosaurio carnívoro con cuernos afines a los de un toro, descubierto en Patagonia, pero que se hizo popular a raíz de las películas del mundo de Disney. Libros, películas, parques temáticos, tienen a los dinosaurios como actores principales y en general no escapan a la deformación cultural.
La República Argentina alcanzó fama mundial en las últimas décadas por la calidad, cantidad y variedad de restos de dinosaurios que se encontraron a lo largo y ancho de su territorio. Especialmente en las provincias de la Patagonia y también en Ischigualasto (San Juan), que atrajeron la atención de paleontólogos de todo el planeta. Argentina rompió récords internacionales al encontrar en su geografía a los más viejos y los más nuevos, los restos de las faunas que los precedieron y de las que los sucedieron, los más grandes y los más chicos, los huevos y las pisadas, restos de la fauna y de la flora que los acompañaron, eslabones entre dinosaurios y aves, entre un sinfín de evidencias del paso por este mundo de aquellas espectaculares y exitosas formas de vida.
La Argentina llegó tarde a dar a conocer su potencial de dinosaurios. Florentino Ameghino, paleontólogo de renombre mundial, estaba abocado a descifrar el misterio de los grandes mamíferos prehistóricos que poblaron la Pampa y la Patagonia, siempre ayudado por su fiel hermano Carlos que era el gran recolector e intérprete de las formaciones geológicas en donde yacían los restos. Ameghino anunció el hallazgo de algún hueso de dinosaurio casi como una anécdota.
Mientras tanto en Estados Unidos, en la segunda mitad de siglo XIX, se libraba una guerra entre los paleontólogos E. D. Cope y O.C. Marsh que exploraban el oeste en busca de grandes dinosaurios. La atención paleontológica mundial estaba enfocada en la lucha de estos dos rivales y sus espectaculares descubrimientos, especialmente de los grandes dinosaurios del Jurásico. El magnate del acero A. Carnegie fue uno de los mecenas privados que fue recompensado con la nominación de una especie de Diplodocus con su nombre. Orgulloso, envió a hacer decenas de copias para que se distribuyeran en los principales museos del mundo. Una de ellas llegó a nuestro país con destino al Museo de La Plata.
La exploración petrolera de la Patagonia en la primera mitad del siglo XX permitió descubrir nuevos restos de dinosaurios que atrajeron, entre otros, al sabio alemán Friedrich von Huene. Él estudió desde el Museo de La Plata los restos óseos inventariados y en la década de 1920 publicó trascendentales trabajos sobre el tema. Un cambio fundamental se produjo en la década de 1960 con la incorporación del Dr. José F. Bonaparte al Instituto Lillo de Tucumán y el inicio de las investigaciones en las capas rojas triásicas de las provincias de La Rioja y San Juan. Se descubren allí faunas de reptiles que vivieron antes de la aparición de los dinosaurios así como también los que más tarde vendrían a ser los primeros dinosaurios y los más viejos del mundo. Parte de este éxito se debió a la presencia sincrónica en el Instituto Lillo del Dr. Osvaldo Reig.
Herrerasaurus y Eoraptor son nombres ampliamente conocidos y representan linajes de los dinosaurios más tempranos. Se trata de rocas con una antigüedad del orden de los 230 millones de años, o sea del periodo Carniano del Triásico superior.
Luego vendría la gran explosión evolutiva de los dinosaurios durante el Jurásico y el Cretácico, hasta su extinción 66 millones de años atrás en lo que se ha dado en llamar el límite K/T, o más recientemente K/Pg. Ésta es la edad de una anomalía internacional de iridio, un elemento químico del grupo de los platinoides, que indicaba la colisión de la Tierra con un gran asteroide. El cráter de ese impacto se encontró en Chicxhulub, en el golfo de México, y mide 150 km de diámetro y 20 km de profundidad. Esto debió ocurrir a causa de un impactor con un diámetro entre 10 a 15 km, o sea un asteroide más grande que el Everest. Y al parecer no fue el único impacto, sino que hubo otros acompañantes que desestabilizaron todos los ecosistemas terrestres, generando lluvias ácidas que mataron el plancton marino y desencadenaron el trastorno de la cadena trófica, o de alimentación, que hizo colapsar los ambientes.
Lo cierto es que entre esos 230 y 66 millones de años atrás, los dinosaurios dominaron la Tierra por más de 160 millones de años. Una enormidad si lo comparamos con el cortísimo reinado del hombre en el planeta, que comenzó sólo ayer en tiempos geológicos. Restos de los últimos dinosaurios se han encontrado en el Noroeste Argentino (Salta, Jujuy) y en la Patagonia en capas que contienen el límite K/Pg. En Salta y Jujuy ello ocurre en la Formación Yacoraite, unidad rocosa calcárea de color amarillo y de amplia distribución (Cabra Corral, Maimará, etc.).
Los norteamericanos, con el hallazgo del Tyranosaurus rex, creyeron contar con el más terrible y gigantesco predador carnívoro de todos los tiempos. Pero ese reinado iba a tener su final con el descubrimiento en la Patagonia de un carnívoro gigante aún mayor, el Giganotosaurus. Y por si fuera poco aparecieron otros dos carnívoros que le van a la zaga, que también tienen su peso y fama: Tyrannotitan y Mapusaurus. Los dinosaurios de Patagonia dejaron muy atrás a los norteamericanos y sólo rivalizan actualmente con el Carcharodontosaurus y el Spinosaurus, dos grandes predadores del Cretácico sahariano. Algo similar ocurría con los gigantescos dinosaurios cuadrúpedos herbívoros que hacían gala de sus tamaños monumentales en América del Norte, entre ellos el Apatosaurus (“Brontosaurus”), el Brachiosaurus, Camarasaurus y Barosaurus, entre otros. El hallazgo de Argentinosaurus en la Patagonia vendría a poner fin al reinado de los gigantes de otras latitudes. Pero aun cuando ya nos estábamos acostumbrando a pensar que se había llegado al tope de lo que podía ser el tamaño de un gigante, capaz de moverse por la tierra y cumplir con todas sus necesidades vitales, llegó una nueva sorpresa. Los huesos de un herbívoro gigantesco se encontraron en Chubut y fueron trasladados al Museo Egidio Feruglio de Trelew, donde, invitados por el Dr. Rubén Cúneo, tuvimos la oportunidad de visitarlos en su etapa original de preparación. Entre esos huesos había un fémur de casi dos metros y medio de largo que avizoraban un nuevo récord mundial. Efectivamente en 2017, un equipo de paleontólogos, dio a conocer el que se considera hoy el dinosaurio más grande del mundo y al cual bautizaron como Patagotitan. Este imponente dinosaurio, del grupo de los titanosaurios, mide en números redondos unos 40 m de largo y pesa unas 80 toneladas. Hasta aquí se han señalado algunos de los récords entre una gama sorprendente de otros dinosaurios, pertenecientes a las más variadas filogenias que habitaron Gondwana. Pero a ellos debe sumarse el hallazgo en Argentina de reptiles voladores como los pterodáctilos o marinos como los plesiosaurios, dinosaurios bizarros como el Carnotaurus, magníficas camadas de huevos de dinosaurios como las de Auca Mahuida (Neuquén), extraños mamíferos y aves que convivieron con los dinosaurios, y una lista interminable de vertebrados, invertebrados y plantas. La Argentina se convirtió en la nueva meca internacional para el hallazgo y estudio de los dinosaurios. Todo ello fue puesto en valor por científicos argentinos pertenecientes al Conicet o a las universidades nacionales.