Tortuga ágil, liebre lenta
"Macri va tan despacio que no se sabe si va para adelante o para atrás"
(De Orlando Ferreres)

"Mírame, mírame, mírame", le decía con la mente un muchacho a una chica que iba en el colectivo, en una vieja publicidad. Una vez que lograba el objetivo, bajaba la cabeza; avergonzado. Reculaba, en buen criollo.
Salvando las distancias -y las circunstancias-, el Gobierno navega en las aguas de ese gataflorismo tan caro a nuestra idiosincrasia: avanza y retrocede, amenaza y pide disculpas, con una mano enciende la hoguera y con la otra manipula el matafuegos.
Desde afuera, tampoco se la hacen fácil: le piden que baje el gasto público, pero que no achique el Estado; que sea duro con los delincuentes, pero que no abuse de la autoridad; que la luz no se corte, pero que no aumenten las tarifas; que nos enseñe a hacer vitel toné sin mayonesa y mayonesa sin huevos, pero que igual se le parezca, porque una fiesta de fin de año sin vitel toné no es fiesta.
Shock o gradualismo. Esa es la cuestión que ni Hamlet vio venir cuando se planteaba si era más digna acción del ánimo sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darles fin con atrevida resistencia.
El economista Orlando Ferreres opinó que "Macri va tan despacio que no se sabe si va para adelante o para atrás", y que el último paquete de medidas, si bien contribuye a "emprolijar las cosas", es "muy módico".
La tortuga veloz emparda su viaje con la liebre lenta. "Si quieren ver magos, vayan a Las Vegas", había dicho Macri a fines del año pasado, cuando la luna de miel seguía a pleno y no estaba mal visto que costeáramos el retiro espiritual de todo el gabinete en Chapadmalal.
Todo es cuestión de tiempo. Pero ya pasaron dos años y quedan dos. Y todos sabemos lo difícil que es medir el tiempo. Por un lado, el cronológico, el de los relojes y los almanaques (hoy se termina el segundo semestre del segundo año); por el otro, el psicológico ("la espera me está matando", "las vacaciones se fueron volando"). Se agregan el narrativo, el cinematográfico y el histórico, el verbal, el tiempo útil, el inútil y el polisémico. El geológico, el solar, el tiempo de Maricastaña, el muerto y el compañero de trabajo que, calladito y parapetado, se pasa la vida "haciendo tiempo".
Está también el "tiempo compartido" (pasado en buena compañía o el que se usa para turismo). Los tiempos verbales y el atmosférico ("qué tiempo loco", como saludo de ascensor). Y "todo tiempo pasado fue mejor". Ese sí que es polémico.