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El objetivo es que ningún otro aparezca

Mauricio y La Doctora se legitiman con reciprocidad

Tío Plinio querido,

A la distancia, la política de la Patria es de una simpleza conmovedora. La claridad resulta ofensiva. Argentina actual oscila entre la ilusión y la resignación. Valores que, en la práctica, se complementan. El “efecto comparativo” (cliquear) es redituable y mutuo. Mauricio, Presidente del Tercer Gobierno Radical, se encuentra sostenido por la gran ilusión. El deseo intenso de “que le vaya bien”. Que el camión atascado de la economía arranque de una vez. Que acierte, hasta acomodarse y enderezar el rumbo. Como acertó en Boca. O en el maxi-quiosco de la ciudad.

Contrincantes perfectos

La gran ilusión es movilizada por el amplísimo sector de la sociedad que espera. Que confía, aun después de catorce meses de explicables justificaciones. Si pasan otros seis meses de declinante incertidumbre, de recesión, postergación y mishiadura, persiste el riesgo del otro cambio. La gran ilusión por el retroceso de la resignación. Cuesta aceptar la idea del posible regreso de los que hoy gran parte de la sociedad detesta. Entre el amague vigente del populismo paquete de Mauricio, y el desvencijado modelo redistributivo de La Doctora, se extiende justamente, tío Plinio querido, la rivalidad tramposa que los legitima. Son -Mauricio y La Doctora- los contrincantes perfectos. Jugadores que se retroalimentan. Es la pugna exclusiva entre “lo nuevo”, el macrismo que vino para quedarse, contra “lo viejo”. El peronismo en su versión kirchnerista que transitoriamente se fue. Pero quiere volver. Sin tiempo para un recambio de máscara. Sin nadie que pueda atreverse a una pulseada. Ambos líderes -La Doctora y Mauricio- se devuelven los favores. Se necesitan. Se escogen gentilmente. Adversarios rigurosamente confeccionados a la medida del otro. “No aparece nada nuevo”.

Suele escucharse la queja del bandoneón: La sentencia confirma que Sergio, lanzado titular de la Franja de Massa, está lejos de perforar el juego tendido de la plácida confrontación. Pero “no aparece nada nuevo” porque precisamente es, tío Plinio querido, el objetivo compartido. Por Mauricio y La Doctora. Están cómodos en el parque, los dos, en el sube y baja. Aunque el que baja pueda definitivamente perder. Ir, por ejemplo, preso. Es el objetivo frontal de Clarín con La Doctora. Con otra agenda, Mauricio se resiste a la idea de mandarla en cana por deficiente hotelera.

Cuando La Doctora pontificaba desde la altura, Mauricio estaba, tío Plinio querido, procesado. Solía abnegarse por llegar al juez Norberto Oyarbide. Incluso llegó a acosarlo, envuelto en toallas blancas. Fue en el Spa del Colmegna. Movilizado por la desesperación. Ahora el que está en lo alto es Mauricio. Pero La Doctora mantiene la deplorable centralidad, a través de las pinchaduras telefónicas que admiten el lenguaje de vestuario. Los procesamientos y las descalificaciones. Si Mauricio acierta, si emboca alguna al ángulo, con consumo popular y mangos en los bolsillos, el juego de La Doctora decididamente cae. Pero si Mauricio vuelve a tragarse aquel bigote de Freddy Mercury, se estampa el helado en la frente, o si sencillamente no acierta, el cuadro cambia. Sobre todo si La Doctora, a este paso, se aguanta la adversidad de la hotelería, sigue relativamente libre y con el electorado cautivo que la banca. Debe tenerse en cuenta la crueldad absoluta del desierto. El exacto objetivo que comparten. Para que ningún otro aparezca. Terceros afuera. Abstenerse. Para que la Franja de Massa se agote, torpedeada entre la insuficiencia. Para que los arrebatos impulsivos del gobernador Urtubey, de Randazzo, del mismo Scioli o incluso de Bossio, queden reducidos a las meras cartas de intención. Bocetos emotivos de peronistas inspirados.

Doble compulsión

El “efecto mutuamente comparativo” mantiene similares códigos argumentales para la próxima elección de importancia artificial. “Debe ganarlas Mauricio”, según la concepción vengativamente democrática de Eduardo Duhalde. Pero brota la sensatez desdramatizadora de la señora Gobernadora Vidal. Tal vez por los sondeos esclarecedores de la Tercera Sección. Dice María Eugenia: “Si se produce la derrota no es el fin de nada”. La Chica del Flores de Girondo promueve la conveniencia perversa del peronismo descuartizado en tres porciones. Lo que importa obsesivamente es la provincia (inviable). Buenos Aires. Sin gran originalidad, tío Plinio querido, la campaña va a ser polarizada por la doble compulsión. María Eugenia y Mauricio, por una parte. Acompañados por los juniors, expresiones del cambio aplicado. La profundización de “lo nuevo”, el cambio, o sea Ellos. O el retorno de los malos peores. Los que se enjuagaron las patas en la fuente de Plaza de Mayo. Pero ocurre que los malos también juegan. Replican con la simultánea compulsión. Aquí no cuentan las caras. Cuentan los estados. Anímicos, económicos, espirituales. “¿Con quién comías y vivías mejor?”. ¿Con la dura realidad del Tercer Gobierno Radical o con la fantasía febril de La Doctora?

Epílogo en Buenos Aires

Adrián Werthein, arquetipo del empresario ilusionado, confirma que “el gobierno de Mauricio es un ventarrón de aire fresco”. Infobae. Conformista, Mauricio confirma, sin fuerte modestia, que está “muy orgulloso” por los resultados de su gestión. La Nación. Objetivo, el colega Ignacio Zuleta confirma que “el peronismo -según Mauricio- se acabó”. Clarín. Suele decírselo a los pudorosos peronistas originarios que sobreviven en su formación. “Olvídense del peronismo. Está históricamente agotado”. Son efluvios ideales que sintetizan la oración del regreso. “El ventarrón Mauricio irrumpe para acabar orgullosamente con el peronismo”. (Severos nubarrones de flatulencias confluyen en el horizonte cercano).

Dígale a tía Edelma que el Año del Gallo de Fuego es para lucimiento exclusivo de los seres brillantes, elegantes y espiritualmente refinados. Pero el año viene atravesado. Con la tendencia natural del Gallo hacia la complicación. Dígale a tía Edelma que no haga caso a los propagadores astrológicos del optimismo. Emiten macanas tóxicas.

El Gallo pertenece al Triángulo de la Ponderación. Favorece especialmente a los “ponderados” Búfalos (como María Eugenia, Búfalo de Agua). Viene bien también el Gallo para las “ponderadas” Serpientes. Abundan Serpientes que hoy ocupan espacios gravitantes pero son preventivamente competidores. Como Marquitos, Serpiente de Fuego, con Horacio, Serpiente de Madera. O Marquitos contra Monzó. O contra la señora Gabriela, la castigada Serpiente que tiene signado un próximo juramento.


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