El bórax de la Puna
La rica y larga historia de la mina Tincalayu, ubicada en el sector salteño del salar del Hombre Muerto
La Puna Argentina es un importante reservorio de minerales de boro a escala mundial, junto con Turquía, Estados Unidos y el Tíbet. Uno de esos boratos es el tincal o bórax que aparece tanto en rocas viejas de uno 5 a 7 millones de años de antigüedad o bien como cristales en los salares actuales. Es el mismo mineral que antiguamente Marco Polo llevaba desde Asia a Europa a través de la ruta de la seda. En especial lo aprovechaban los joyeros venecianos como fundente del oro. En la Puna se han encontrado dos yacimientos en rocas viejas, neógenas, que son Tincalayu en Salta y Loma Blanca en Jujuy. También aparecen cristales sueltos en los salares de Cauchari, Turi Lari, Lina Lari, Rincón, entre otros. En esta nota se cuenta la poco conocida historia de una de esas minas de bórax: Tincalayu.
La mina Tincalayu, ubicada en el sector salteño del salar del Hombre Muerto, cuenta con una larga y rica historia. Al parecer fueron los jesuitas que explotaban el oro de la mina Incahuasi quienes dieron con los primeros cristales de bórax o tincal, esto es el borato de sodio decahidratado. Este mineral es conocido desde la antigüedad por ser un fundente especial del oro al que no solamente le baja el punto de fusión sino que además decapa liberándolo de impurezas.
Tincalayu fue descubierto, o redescubierto, en la década de 1920 por el Dr. Luciano R. Catalano (1890-1970). Catalano llegó a la Puna como químico y geólogo de la Dirección Nacional de Geología y Minería. Desde 1923 a 1927 estuvo muy activo explorando la mayoría de los salares del entonces Territorio Nacional de los Andes. Sus largas campañas duraban hasta seis meses en los cuales aprovechaba para tomar datos meteorológicos, muestrear las aguas, reconocer los tipos de rocas y hacer pozos de cateo en busca de definir los depósitos de boratos de los salares. Ya en sus primeros trabajos, publicados en 1926, menciona a Tincalayu, nombre dado por él creando un neologismo híbrido para el topónimo de marras que fusiona una palabra persa con una palabra quechua. Efectivamente tincal viene del persa que significa de color blanco y “ayu” del quechua con el significado de lugar; o sea, lugar donde hay tincal.
Fue también Catalano quien dio nombre a los accidentes geográficos de la región del salar del Hombre Muerto siguiendo conceptos de la geología marina, como si aquellos salares fuesen mares desecados, cosa que él sabía muy bien que no lo eran. Así y todo habló de penínsulas, islas e islotes, nombres que quedaron incorporados a la toponimia de la región. Precisamente la mina Tincalayu se encuentra ubicada en el extremo austral de la península de Tincalayu, a 4100 m sobre el nivel del mar y al oeste del islote de Farallón Catal.
Si bien las manifestaciones de bórax fueron mencionadas por Catalano en la década de 1920, pasarían más de dos décadas antes de que comenzara a explorarse para delimitar el cuerpo mineralizado y comenzar su explotación. El señor Novaro Espinosa, que junto a su hermano Omar fueron reconocidos mineros de la Puna, es una de las personas que trabajó en los orígenes de los cateos junto al Ing. Remy Solá. Don Novaro, hoy nonagenario, pero dueño de una memoria y lucidez envidiables, cuenta con lujo de detalles y anécdotas varias aquellos primeros tiempos.
El yacimiento fue adquirido por la compañía The Cuevitas Trading Co., que lo cedió a la Compañía Internacional de Bórax S.A., y que luego comenzó a operar como Boroquímica Samicaf, dependiendo de la británica Río Tinto. Con la puesta en marcha del yacimiento y de la planta de tratamiento de minerales en Campo Quijano para la elaboración de bórax decahidratado, pentahidratado y anhidro, comenzó una intensa actividad económica que dio vida a la Puna y a Salta.
El FFCC Belgrano, Ramal C-14, movilizaba el borato preconcentrado de la Puna, que se procesaba en Campo Quijano. En Tincalayu se desarrolló un pueblo que llegó a contar con 500 habitantes en la década de 1980, disponiendo de hospital, escuela y destacamento policial, los que apuntalaban la soberanía salteña sobre aquel salar. Además de la mina de tincal, el yacimiento contaba con talleres de maquinarias pesadas y planta de concentración del mineral cuya ley fue bajando con el tiempo desde más de 24% a menos de 16% de anhídrido bórico. Los capataces y obreros mineros eran mayormente de la Puna, especialmente de San Antonio de los Cobres, Olacapato, Santa Rosa de los Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra, aunque otros venían de remotos lugares de la Puna jujeña, salteña o catamarqueña.
Muchos de los hijos o nietos de aquellos mineros han estudiado luego en las tecnicaturas mineras de San Antonio de los Cobres o en la más reciente de Campo Quijano que acaba de tener su primera promoción y cuyo acto de graduación se llevó a cabo el martes 22 de noviembre de 2106. Algunos de los apellidos de obreros puneños que recuerdo de mi paso por Boroquímica entre 1980 y 1984 son los Chaparro, Varas, Morales, Rodríguez, Martínez, Casimiro, Salva, Fabián, Quipildor, Vilca, Torres, Córdoba, Álvarez, Cruz, Mamani, Guanuco, Flores, Arjona, Pastrana, Guitián, Viveros, Gutiérrez, Puca, y sigue una larga lista. El yacimiento estuvo activo desde 1957 y lleva ya más de medio siglo de explotación minera continua.
En sus primeros tiempos se explotó en forma subterránea una zona muy rica de grandes cristales transparentes con una alta ley en anhídrido bórico. Ellos provenían de un pozo vertical que se llamaba “Shaft-109”. Luego la explotación avanzó y se abrió un “open-pit”, que llegó a ser la mina a cielo abierto más importante del país, superada luego por la apertura de los grandes yacimientos de cobre-oro. Además de ser la mina de bórax más significativa de América Latina. El rajo a cielo abierto alcanzó las siguientes dimensiones: 2000 m de largo, 800 m de ancho y 110 m de profundidad.
Entre los hombres que dirigieron la empresa se destacan el Ing. Jorge Fillol Casas, el Ing. Octavio Figueroa, el Ing. Rodríguez Durañona (en cuyo homenaje se dio el nombre a la calle principal del Parque Industrial de Salta), el Ing. Ramiro Cornejo Torino y el Contador Carlos Alberto Trunzo. También debe destacarse el rol de los abogados mineros doctores Carlos Chevallier Boutell y Agustín Pérez Alsina, así como de los geólogos Mario A. Raskovsky, Juan A. Meregaglia, Raúl V. Gutiérrez y Alejandro Pelayes. Finalmente Boroquímica se convirtió en Bórax Argentina S.A. en 1993 y luego fue vendida en 2012 a la empresa australiana Oro-Cobre que opera actualmente el yacimiento. Desde el punto de vista minero cuenta con 39 pertenencias que cubren un área de 3718 hectáreas.
Tincalayu se hizo famoso al encontrarse allí especies minerales únicas en el mundo descubiertas por el Dr. Cornelius Hurlbut, Jr., uno de los grandes mineralogistas del siglo XX, junto al Dr. Lorenzo Aristarain. Entre esas especies, además de bórax, kernita, tincalconita, ulexita, inderita y kurnakovita, se descubrieron como nuevas para la ciencia ezcurrita, ameghinita, rivadavita y aristarainita, todas ellas boratos de sodio, calcio o magnesio.
El cuerpo de bórax se formó en un lago adonde fluían aguas boratadas calientes provenientes de los volcanes de la región y en donde se depositaban distintos tipos de sales especialmente sal y yeso, además de los boratos. Dado que el bórax es un mineral muy soluble en agua, el cuerpo mineralizado se conservó como un “fósil” al ser enterrado por capas de arcillas rojas y cenizas volcánicas sobre las que se derramó finalmente una colada de lava basáltica.
El evento de depositación boratífera ocurrió unos 6 millones de años atrás tal como lo indica la datación radimétrica de una ceniza volcánica intercalada en la secuencia sedimentaria portadora del bórax. Los fenómenos tectónicos de la deformación andina plegaron las rocas y las dejaron como relieves positivos creando las penínsulas e islas mencionadas al principio.
El bórax tiene múltiples aplicaciones además de las de fundente por las que era conocido desde que Marco Polo lo trajera a Europa desde el Tíbet. El bórax se utiliza además en la fabricación de detergentes, jabones, suavizantes, pesticidas y desinfectantes, esmaltes, cerámicas, manufacturas de vidrios, pinturas, conservante de maderas, desoxidante, ingrediente en fertilizantes, farmacopea y hasta en los enjuagues bucales.
Tincalayu fue por muchos años uno de los yacimientos más importantes de la minería salteña junto con la mina de azufre de La Casualidad y la mina de uranio “Don Otto”.