Malos hábitos: dos historias de abuso que desatan un nuevo escándalo en la Iglesia
Terrible relato sobre las denuncias contra los curas Agustín Rosa (Salta) y Nicolás Parma (Santa Cruz)
Existen unas 25 denuncias canónicas y 2 penales detrás del fundador y otros sacerdotes de una congregación que nació en Salta, se expandió por Chile, México y España; y fue intervenida por la Santa Sede. Los relatos de Yair, abusado por dos curas; y de Valeria, una ex monja, que se atrevió a hablar de todo.
"Te voy a partir en 8”, “te voy a comer la boquita”. Yair tenía miedo cuando el padre Felipe se acercaba. “Tenés que perdonarlo”, le dijo el fundador de la orden, el padre Rosa, cuando el chico le contó del abuso. A él nadie lo contradecía. Algunos lo consideraban un santo. Por miedo, hacían lo que él quería. Yair confió en el hombre que luego sería su segundo abusador.
Valeria fue la mano derecha del padre Rosa, confió en él y hasta llegó a contarle que sabía que había “muchos abusos dentro de la comunidad”. Él no la escuchó: “Es un chusmerío”. Cinco años más tarde, ella sufrió en carne propia.
En 1996, el padre Agustín Rosa fundó el Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista que depende del Arzobispado de Salta. Veinte años después, el cura fue expulsado y vive recluido en Finca La Cruz. Tanto Rosa, de 64 años, como Nicolás Parma, otro sacerdote de 38 años de la misma comunidad, están denunciados por abuso sexual.
TN.com.ar publica el testimonio del ex novicio Yair Gyurkovitz, que denuncia a los dos sacerdotes por abuso sexual simple; y el de la ex monja Valeria Zarsa, que sufrió el abuso del fundador del Instituto. Estos testimonios se convirtieron en denuncias en la justicia penal. La primera es la de Yair y está radicada en la fiscalía número 2 de delitos contra la integridad sexual de Salta, a cargo de María Luján Sodero. La segunda causa, iniciada por Valeria en la Oficina de Orientación a la Víctima, está radicada en la misma fiscalía. Ella denuncia al padre Rosa por amenazas coactivas, reducción a la servidumbre y abusos sexuales reiterados contra su persona y otros miembros de la comunidad e incluye una petición de prohibición de acercamiento. La declaración, que ya tiene trece páginas, será ratificada y ampliada el 21 de diciembre.
La orden, que nació en la Parroquia de la Santa Cruz en Salta, se convirtió en una comunidad con representación en todo el país, Chile, México y España. El instituto tiene a cargo parroquias, hogares de ancianos, conventos de clausura y casas para la formación religiosa. En esos lugares, conviven hermanos y hermanas que, según los preceptos del derecho canónico, deben consagrar su vida a la oración y respetar los votos de obediencia, pobreza y castidad. La orden, que hoy tiene 150 miembros, llegó a contar con más de 47 sedes.
“Te voy a partir en 8”
Yair tiene 21 años y vive en La Plata. Cuando tenía 16, estaba en la casa que la comunidad tiene en Puerto Santa Cruz, en la provincia del mismo nombre. Allí sufrió el primer abuso por parte del cura Nicolás Parma, cuyo nombre religioso es Felipe. “Era una persona violenta”, recuerda Yair. En 2012, el padre lo invitó a su habitación y ocurrió lo que hoy prefiere olvidar.
Estaba lejos de su familia y sin poder hablar con nadie. En Santa Cruz, al principio, Yair soportó la soledad y el olvido de Felipe. Hasta que algo cambió. Empezó a tenerlo en cuenta. “Te voy a comer la boquita, te voy a partir en 8”, le decía. Le tenía miedo. “Me llamó una vez a su pieza, me pidió que duerma la siesta con él, yo le dije que no. Me dijo que me acueste en su cama. Él estaba tapado y yo estaba vestido. Empezó a besarme el cuello y a acariciarme la espalda y las piernas. Mientras hacía eso, se masturbaba. Sentía cómo se movía y cómo gemía”.
Su hermanito de 12 años fue a vivir con él a la comunidad. Lejos de tranquilizarlo, su presencia le sumó más angustia. El chico confiesa que intentó suicidarse más de una vez. Cuando todo esto pasó, le escribió una carta al Padre Agustín Rosa para contarle su infierno. Confió en que lo cambiarían de casa. Volvió con su familia hasta que, inesperadamente, recibió el llamado de Rosa. Para él fue toda una sorpresa: para sus padres, la palabra del cura era la palabra de Dios. Lo invitó a regresar al Instituto pero en su sede, en Salta. Allí fue abusado al menos otras cinco veces por el fundador de la orden.
Para muchos, Rosa es un santo; para otros, es el hombre que les destruyó la vida. “Me volvió a pedir que nunca dijera nada de lo ocurrido y que cuidara el nombre del padre Felipe”, dice Yair. Rosa le pidió que perdonara la debilidad de su colega y empezó a acercarse más a él.
“Para abusar de los hermanos, el padre Agustín era muy astuto”, asegura Valeria. “Se acercaba a ellos, les decía que había querido tener hijos y les decía que él los quería como tales. Después (les decía) ‘tu familia no te contiene, yo te contengo'; o 'tu papá te abandona, yo no’”. Yair relata lo mismo: “Me decía que mi papá no había estado en mi infancia y que él era mi nuevo papá”. Yair y Valeria coinciden en el modus operandi de Agustín: “Le decía a los hermanos que tenían varicocele y les pedía que se bajaran los pantalones para revisarlos”.
“Quedate quieta”, el peor momento de Valeria
Valeria es una ex monja de la comunidad, tiene 43 años y vive en Salta. También denuncia que fue víctima del padre Rosa. Trabajó durante 10 años a su lado: fue su asistente personal y encargada de los retiros que hacían los hermanos. Varios de ellos le confesaron haber sido víctimas de abusos sexuales, acosos o manoseos por parte de algún miembro de la comunidad.
En 1997, con la creación del Instituto Religioso, ingresa a la comunidad por invitación de una amiga. Quería ser hermana misionera. Conoció al padre Agustín y, al poco tiempo, se convirtió en su preferida. Debía resolver sus problemas y hasta incluso hacerle masajes en los pies. También coordinó retiros para los hermanos y fieles. Esa tarea la compartía con Sergio Salas, el padre Josué.
A fines de 2005, Valeria ya conocía situaciones de abuso porque los hermanos confiaban en ella y le contaban lo que sabían. Pero no le decían quiénes habían sufrido el abuso ni por parte de quién. Decidió transmitírselo al padre Agustín. Él le pidió nombres que ella no tenía. “Bueno, entonces esto es un chusmerío. No quiero saber más nada”, le contestó.
Ese mismo año, Valeria viajó a México luego de que el Instituto decidiera abrir una nueva sede en Toluca. El padre Agustín la visitó en esa ciudad y, dos días antes de que retornara a la Argentina, le dijo que se tenía que quedar allá. La noticia tomó por sorpresa a Valeria, pero aceptó.
Allí, en Toluca, cinco años más tarde, recibiría nuevamente la visita de Rosa y se desataría un episodio que hoy forma parte de su denuncia judicial. Valeria denuncia cómo fue que el padre abusó de ella luego de una reunión: “Con las mujeres sentía rechazo y aversión, pero en una ocasión estábamos en una habitación de un convento en Toluca, Estado de México. Estando mi Superiora, la hermana María Luz, de nombre civil Daniel Mónica Olmos, el padre Rubén Agustín Rosa Torino me dijo que quería probar si a las monjas le quedaban mejor los cinturones que los cíngulos (cordones que se usan alrededor de la cintura) y en el momento en que mi superiora entra al baño de esa habitación, él se saca su cinturón y lo pasa por detrás de mi espalda diciendo: “Quedate quieta”. Mientras lo hacía, hundió su rostro en mi pecho, en clara actitud sexual intimidatoria, abusando de su poder”.
“Yo le grité asustada: ‘No, ¿qué hace Padre?', le dije y lo retiré, con esfuerzo, de encima mío. Los minutos posteriores no los puedo recordar. Sólo sé que me subí a la camioneta y arranqué mientras mi superiora me decía una y otra vez por celular que vuelva, que el pobre Padre estaba tenso, que lo entendiera, que estaba solo, que los hermanos le habían hecho muchísimo desprecio. Regresé, pero no quise subir de nuevo a su habitación. Me quedé en el comedor del convento, mientras la hermana María Luz permaneció con él en su habitación”, detalla Valeria en su presentación ante la Justicia.
En octubre de 2010, volvió a la Argentina por pedido de su superiora para descansar tres meses, pero terminó quedándose. Al poco tiempo, la aislaron, no tenía permiso para hacer nada ni contacto con sus hermanas. Un médico clínico le recetó pastillas y sus superiores la trataron de loca. En 2014, logró conseguir un permiso para viajar a España para conocer a su sobrina y su hermana le dijo: “No sos ni la sombra de lo que eras”. Así Valeria empezó a abrir los ojos y en menos de un año abandonó el Instituto.
Las denuncias ante la justicia canónica
En agosto de 2015, el Vaticano designó a un comisario canónico para analizar las 25 denuncias recibidas por canales eclesiásticos de miembros de la comunidad sobre las irregularidades dentro del Instituto.
Las conductas que debería analizar ese enviado papal, Monseñor Luis Stockler, obispo emérito de Quilmes, incluían abuso sexual de menores, corrupción económica y enriquecimiento, violencia psicológica y reducción a servidumbre.
Tres veces no
TN.com.ar viajó a Salta, a la Finca La Cruz, a 32 kilómetros de la capital provincial, donde vive el Padre Rosa desde que la congregación fue intervenida por la Santa Sede. El sacerdote, muy tranquilo y con una sonrisa, juró ante Dios ser inocente. Se defendió y confió que en el juicio tendrá la oportunidad de que se sepa la verdad. Telenoche difundió el descargo completo del cura denunciado. (N. de R.: Y ya detenido pero trasladado a una clínica so pretexto de razones de salud, obviamente con custodia policial) (Fuente: tn.com.ar)
Comunicado de Prensa del Obispo Stöckler, Comisario Pontificio
Ante las noticias difundidas en relación al Instituto Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, deseo informar a la opinión pública que oportunamente se recibieron en ámbitos eclesiásticos denuncias de hechos graves presuntamente cometidos por miembros del Instituto.
En respuesta a las mismas, el 17 de julio de 2015 la Santa Sede me nombró Comisario Pontificio con el objetivo de investigar la situación planteada. Por tal motivo fueron apartadas de sus funciones las autoridades del Instituto. Durante este tiempo se han realizado diversas actuaciones tendientes a analizar el funcionamiento del Instituto a partir de las denuncias presentadas y el testimonio de sus integrantes, tanto de los denunciantes como de los denunciados. Dicha información ha terminado y ha sido remitida directamente a la Santa Sede, respetando la intimidad y privacidad de las personas involucradas.
La tarea que se me ha encomendado se inscribe en la firme voluntad de la Iglesia de esclarecer este hecho cuya denuncia ha sido asumida rápidamente desde el primer momento. Agradezco a quienes han colaborado para que, desde la verdad y la justicia, se pueda dilucidar el accionar de miembros del Instituto y que el mismo pueda llevar adelante su misión y carisma.
Luis Teodorico Stöckler, Obispo emérito de Quilmes- Comisario Pontificio. Buenos Aires, 21 de diciembre de 2016
También se expidió el Arzobispo Cargnello
Ante los acontecimientos que son de dominio público y que afectan a los Institutos de los Servidores de Jesús de San Juan Bautista y de las Servidoras de Jesús de San Juan Bautista, ambos de derecho diocesano de esta Iglesia particular, el Arzobispo de Salta, después de haber consultado con el presbiterio y luego del comunicado emitido el día de ayer por el Señor Comisario Pontificio de dichos institutos, Mons. Luis Stockler, informa a la opinión pública:
El arzobispado, cuando recibió las denuncias en abril de 2015, procedió de acuerdo a lo establecido por las leyes eclesiásticas y envió la documentación correspondiente a la Santa Sede. Una vez que la misma decidió la intervención nombrando un Comisario Pontificio, el proceso correspondiente está en manos de la Santa Sede, según lo ha informado Mons. Luis Stockler.
Frente a la decisión de algunos ex miembros de los Institutos de presentar las denuncias en el ámbito civil, corresponde a dicho fuero actuar en consecuencia. El arzobispado procederá de acuerdo a lo que se le solicite.
Manifestamos nuestro profundo dolor y nuestra unidad con todos los fieles de la arquidiócesis de Salta, en particular con aquellos involucrados en estos acontecimientos.
Rogamos al Señor que el pronto esclarecimiento de la verdad permita alcanzar la justicia, mientras hacemos nuestro el llamado a la conversión que la Navidad nos invita a celebrar y anunciar.
Mario Cargnello, arzobispo de Salta - 21 de diciembre de 2016