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Reducir la conflictividad social será prioridad oficial

Varios funcionarios cercanos a Mauricio Macri aseguran que la Marcha Federal del 2 de septiembre no les produjo un bajón anímico ni un momentáneo desconcierto. Pero no pueden disimular que quedaron impresionados por la magnitud de la movilización. Con ese antecedente, ahora se muestran mucho más preocupados por el clima de conflicto que se agita en las organizaciones sociales, las centrales gremiales del Estado y hasta en la propia CGT unificada.

No debería ser sorpresa para nadie que lo que queda del kirchnerismo sindical, como es el caso de la CTA liderada por Hugo Yasky, la izquierda de esa misma organización que encabeza Pablo Micheli o las distintas expresiones de la izquierda política estén enarbolando banderas de combate ante el Gobierno.

Lo que a muchos llama la atención es la actitud que asume la CGT, con posiciones predeterminadas, muy duras a favor de un paro general, cuando sus referentes políticos son más tolerantes con Macri. El caso más notable es el del llamado clan Moyano, que parece actuar como un equipo coordinado que regula trompadas y caricias según la ocasión. Hugo Moyano es en los últimos tiempos un visitante asiduo de la Quinta de Olivos, donde además de compartir asados con el Presidente, se habla de fútbol, de gremios y de política. El menor, Facundo Moyano–diputado nacional por el Frente Renovador de Sergio Massa–, es uno de los más duros de ese espacio, pero siempre negociador y dispuesto al diálogo. En el extremo está Pablo Moyano, el heredero en el Sindicato de Camioneros y uno de los principales fogoneros de la medida de fuerza.

Frente a un cuadro semejante, es comprensible que los interlocutores oficiales con estos sectores no den abasto. Cuando parece que se abren puertas a la comprensión y la tolerancia, cambia el viento y se cierran de un golpe.

Diferencias de criterios

La semana que pasó permitió observar uno de esos mecanismos. Massa se había mostrado a favor de compatibilizar el proyecto de Primer Empleo.

Al día siguiente, los diputados massistas de origen sindical descalificaron la iniciativa. “Massa habla por él, no por todo su bloque”, se escuchó en los pasillos del Congreso de boca de uno de los miembros de esa bancada.

Las diferencias de criterio también se exhiben en el oficialismo. El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, tiene miradas críticas sobre el modo con que se maneja el Gobierno, en especial el área que controla el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Las discrepancias trascienden a la acción política e incluyen las visiones del macrismo acerca del armado electoral en la provincia de Buenos Aires, un distrito clave a la hora de proyectar el futuro de la gestión.

Esa situación subyace a la necesidad de encarar las cuestiones más urgentes, como son, por ejemplo, evitar la declaración de un paro general por parte de la CGT en su Comité Central Confederal convocado para el 23 de septiembre.

En el Gobierno, estiman que el actual endurecimiento gremial busca crear un clima de presión para negociar en mejores términos el proyecto de modificación del Impuesto a las Ganancias. Esa iniciativa llegará antes de fin de mes al Congreso, apenas después de ingresada la Ley de Presupuesto para el año próximo.

En el campo sindical, aseguran que sólo con Ganancias no se arregla la situación de los trabajadores, pese a que reconocen que el nivel de la inflación está en franco descenso y la obra pública se va poniendo en movimiento.

A los gobiernos no peronistas les

resulta difícil contener a los gremios

Hay una pregunta del millón: “¿Cómo vamos?”. Familias y empresas no encuentran una respuesta definitiva en el bombardeo de opiniones que se lanza a diario.

El kirchnerismo se refugia en los datos de su gestión y cuestiona la recesión–la economía cae en los tres primeros trimestres de este año en relación con períodos similares de 2015–, la inflación y la pérdida de empleos. ¿Qué dirá cuando los números del último trimestre muestren datos positivos en relación con los últimos meses de 2015? La comparación será con los peores datos del año pasado. Las cifras del Indec sobre la desocupación suponen el sinceramiento del desempleo que la anterior gestión escondía detrás de una baja tasa de actividad (personas que están en el mercado laboral).

Algunos representantes del kirchnerismo tienen un discurso desestabilizador, como les enrostró Carlos Reutemann. Se desgarran las vestiduras por el ilegítimo proceso contra Dilma Rousseff, pero en la calle y en los discursos usan el mismo tono que los legisladores brasileños utilizaron para anular el mandato de la ex presidente.

Un botón de muestra: el kirchnerismo, que votó en contra la Ley de Reparación Histórica para Jubilados, propone ahora darles 1.500 pesos mensuales extra para compensar la caída del poder adquisitivo. Un ex funcionario de la Anses ligado al kirchnerismo tiene trabado–vía un amparo–el pago de las sentencias y el aumento de los haberes a 2,4 millones de beneficiarios.

El Gobierno nacional aporta lo suyo. El pass through de la devaluación (traslado de la variación del tipo de cambio a los precios) fue mayor al esperado; la inflación provocó una caída del salario real de 10 a 12 puntos, según los convenios, y las anunciadas inversiones demoran en llegar. Mauricio Macri y su gabinete celebran que en agosto el índice de precios haya subido menos de 1 %, aunque esta calma será difícil de ser mantenida desde octubre. En el próximo mes, regirá la suba del gas natural a las familias–promedio: 203 %–; la nafta se ajustará 8 %; la medicina privada, 9 %.

Hugo Haime, un consultor vinculado al peronismo, afirma que más del 60 % de la población no llega a fin de mes; otro 30 % está ajustado entre sus gastos e ingresos y sólo el 10 % conserva poder de compra. Es el núcleo que hoy llena los aviones para visitar las playas del Caribe y el paisaje europeo.

La consultora CCR–que mide el consumo con base en los tickets de mayoristas, supermercados y autoservicios–asegura que la demanda medida en unidades cayó 3 % en los siete primeros meses. Sólo se salvaron las golosinas (más 2 %). Fue como “darse un gustito” en el frío invierno.

¿Va a repuntar el consumo? CCR anticipa que sí en comparación con los últimos meses de 2015, aunque el promedio anual mostraría una caída del 2 %.

La CGT unificada y los movimientos sociales evalúan un paro general en la primera quincena de octubre. El flamante triunvirato no quiere que las CTA y la izquierda ganen la calle.

A los gobiernos no peronistas les resulta difícil contener a los gremios. Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa dieron fe de ello, aunque ambos–al igual que Macri–son los que más plata pusieron en los bolsillos de los gremialistas. Cristina Fernández estuvo años sin repartir a las obras sociales los fondos retenidos en la Superintendencia de Servicios de Salud.

¿Esto tiene que ver con la economía? Nadie “entierra” una inversión en una economía que no crece y vive del conflicto social. Ya es tarde para recrear un pacto social con empresarios y gremialistas. La campaña electoral que largará en marzo haría trizas cualquier acuerdo.

Sin consensos mínimos, la falta de certezas genera incertidumbre, que termina por afectar las decisiones de consumidores y de inversores.

Saldo a favor

Los empresarios de la construcción–un sector que permite recuperar puestos de trabajo y dinamizar la economía–sostienen que las licitaciones en el Estado vienen en cuentagotas y que todavía no puede hablarse de una reactivación efectiva. Lo atribuyen, en parte, a que los funcionarios del área son inexpertos, y también a que a raíz de los casos de corrupción ocurridos en el gobierno anterior ahora los procedimientos son controlados y verificados de manera excesiva, lo que demora trámites que podrían ser más simples.

Una panorámica más amplia de la situación que afronta el Gobierno permite visualizar también algunos pasos positivos. El viaje del Presidente a la reunión del G-20 en China bien puede calificarse desde la diplomacia como un éxito, pues los contactos bilaterales con los principales líderes mundiales dejaron un importante saldo a favor. El país ganó una presencia que últimamente no tenía a nivel internacional, y fue evidente la voluntad de contribuir a una nueva era en las relaciones económicas.

El otro punto a favor fue el notable descenso de la inflación, lo que permite proyectar con más previsibilidad un crecimiento de la economía para el año que viene. Con el soplo de estos nuevos vientos, las disputas entre los funcionarios de Hacienda tienen colores más suaves y menos nervios.

La relación de la Casa Rosada con los gobernadores–una de las claves políticas de efectos múltiples que maneja el ministro del Interior, Rogelio Frigerio–ha llegado también a un punto de definiciones. Hasta ahora primaron más las promesas que los hechos, y el dinero que todo lo soluciona no llegó a las provincias de la forma esperada. Ese objetivo y el de reducir la conflictividad social serán prioridades oficiales.


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