Viaje de Pesca: Salmón, Rey de Seattle
Crónica de una excursión desde Salta al Pacífico, en Estados Unidos
Muy pocos argentinos tienen el privilegio de visitar una de las ciudades más lindas de los Estados Unidos y, sin temor al error, del mundo. Un sencillo golpe de vista al mapamundi basta y sobra para dimensionar la distancia que nos separa de una ciudad que por estar tan pero tan pero tan al norte del gran país del norte es la más cercana a Alaska. Pegadita a Canadá, esta joven urbe se yergue en un entorno inigualable: montañas, bosques, ríos, lagos y el mar entrando manso en el estrecho de Puget Sound, al decir de uno de sus primeros navegantes, las aguas más tranquilas y seguras para la navegación que jamás pudo descubrir. Y de una riqueza ictícola inigualable, por cierto.

Florencia Gonza a la espera del salmón rey, a bordo del Ruby D, en una estupenda mañana de verano en el Puget Sound.
Por lo tanto es en un gran porcentaje visitada por turistas “propios” (estadounidenses y canadienses) quedando un pequeño resto que se reparte entre europeos y latinos, de los cuales, me animo a decir, la gran mayoría seguramente se llega hasta este verdadero confín para visitar algún familiar, como es mi caso.
Mi hermana Alejandra se ha radicado en este bello rincón verde del hemisferio boreal hace casi diez años ya y desde entonces el horizonte se nos ha ampliado y de qué forma. Latinos que somos, ese radar de los afectos que llevamos dentro nunca deja que buscarlos cuando se han ido lejos y si se tiene la posibilidad de reencontrarlos va a ir a por ellos a como dé lugar.
No es un viaje fácil, no sólo por lo costoso sino también por lo cansador. Los 9.851 kilómetros, tres aviones, dos trasbordos y consiguientes esperas en aeropuertos de enlace se hacen sentir. Pero más aún el famoso jet lag luego del periplo y, sobre todo, el cambio horario. En la ciudad del cacique Sealth, por estar tan al oeste hay cuatro horas de diferencia, y por estar tan al norte al mismo tiempo los días en verano son larguísimos: anochece a las 22:00 horas y amanece a las 05:00. Además de los usos y costumbres: la cena se sirve a las 18:00 horas y se va a dormir a las 20:00. Y si por algo nos destacamos los argentinos (del norte, sobre todo) no es precisamente el orden horario, hecho que se potencia en una familia como la nuestra que por distintas cuestiones estira por demás el límite horario de las comidas. Por lo tanto lleva varios días adaptarse y al final nunca se lo consigue pues cuando más o menos el reloj interno comienza acomodarse hay que pegar la vuelta y todo queda en la nada.

Pero vaya si vale la pena “sufrir” el proceso, más aún en Seattle y su área de influencia, que es una ciudad para “darle” semanas enteras. Lugares icónicos hay por doquier, empezando por el Space Needle que domina los cuatro puntos cardinales, custodiando a sus pies el famoso Museo de la Música, el Pacific Science Center y el mítico Key Arena, reducto del recordado equipo de la NBA Supersonics. También la fábrica de aviones más grande del mundo, la Boeing, un monstruo industrial de 35 mil empleados que no se puede dejar de visitar. Además de estadios fabulosos, como el Century Link, donde hacen las veces de locales los Sounders (aquí jugó un partido por la última Copa América la Argentina de Messi y compañía) y los Seahawks (fútbol americano), además del Safeco Field, diamante de béisbol, que tiene techo corredizo. Asimismo aquí están radicadas dos empresas monstruosas como Microsoft y Amazon.
Pesca en el Puget Sound
Este viaje lo hicimos con mi hija menor María Florencia, y fue mi segundo desde el 2013, que también reflejamos en un artículo en Viaje de Pesca. Lo diferente no fue sólo la compañía (hace tres años viajé solo) sino también el mes del año, antes fue en junio y por sólo dos semanas, esta vez duró casi un mes y fue en julio. Y, aunque sea una cuestión de días, en lo que respecta a la pasión que nos une estimados lectores, vaya si hay diferencia: julio es el mejor mes para pescar en Seattle la pieza más preciada: el salmón rey.
Aquí la vida está como cronometrada. El orden marcha a la cabeza de las premisas de los habitantes de una de las ciudades con mayor calidad de vida de los Estados Unidos, por lo tanto la pesca deportiva no escapa a la regla.
Casi al unísono, el reloj de la actividad cotidiana va de la mano con el de la pesca, pero no porque sí sino porque la riqueza ictícola de la zona así lo permite. Las distintas especies se pescan una mejor que otra en determinados meses y de acuerdo a este calendario prefijado y estudiado al milímetro se mueven los servicios de pesca deportiva guiada, tanto de río como de mar.
En nuestra anterior nota (ver Viaje de Pesca N° 20) pescamos en junio, mes donde todavía no explota el salmón rey y por lo tanto hay que buscar otras especies, tal como lo hicimos en aquella oportunidad, donde fuimos en procura del lingcod o bacalao de las rocas en el mar o de las truchas steelhead en el río Skykomish.
Pero ahora, en plena temporada, el preciado salmón rey se estaciona en el mar y las mansas aguas del Puget Sound son las más propicias para buscarlo.
También se puede pescar de costa. Aquí mi sobrino Matías Antkowiak Gonza con una perca amarilla que pescamos en Lake Washington (agua dulce), en los muelles de Madrona park, plena ciudad de Seattle.
El servicio es caro, en temporada alta oscila entre los 180 y 250 dólares por jornada y si se da buen pique suelen ser cortas, como ya lo explicaremos más adelante, pero es uno de esos gustos para los cuales no se hacen cuentas, solo se mete la mano en el bolsillo y ya.
Costó y bastante conseguir lugar pues prácticamente estaban todos los turnos tomados, pero el capitán Dale Drogseth, de Ruby D Charters, tenía un huequito y ahí nos metimos a fines de mes, un par de días antes del regreso a la Argentina.
Bien temprano, apenas despuntado el sol, a las 6 de la mañana ya estábamos firmes como dos soldaditos en los muelles de Shilshole, un puerto de veleros, yates y barcos de pesca muy cercano a la ciudad, mucho más que Port Edmonds, desde donde había partido en la anterior pesca de hace tres años con el capitán Murphy Pierson.
Puntual, el capitán nos recibió a mi hija Florencia y a mí junto a una pareja de turistas de Houston que estaban conociendo Seattle de paseo por sus diez años de casados.
De inmediato a navegar por escasos 15 minutos para empezar la pesca del preciado salmón rey con una técnica también a tono con las premisas de precisión de que hablaba párrafos arriba.

Florencia trabajó su equipo de caña media acción y reel rotativo como una profesional. Dos salmoncitos y varios "sharkies" como el de la foto el resultado de su pesca.
El movimiento de los peces es detectado al milímetro por modernos sonares que indican cantidad y, sobre todo, profundidad. Se pesca con dos cañas, por lo tanto los pescadores se turnan, dos se paran al lado de las cañas y los dos restantes esperan.
La técnica es el trolling (arrastre de señuelos con el bote en movimiento) muy internalizada entre nosotros sobre todo en el río Paraná, en las Termas de Río Hondo y cada vez más utilizada en el dique El Tunal, pero con una diferencia: en nuestros ríos y diques se hace bajar el señuelo directamente por medio de la paleta cuyo tamaño determinará su profundización, mientras que en las aguas del Puget Sound se utiliza el “downrigger”.
El “downrigger”
Al embarcar, el capitán Dale brindó una pequeña clase práctica para explicar cómo hacer ante un pique. O comprender el funcionamiento del downrigger, para ser más preciso. Se trata de un artefacto parecido a un reel que en realidad es un malacate con brazo corto en cuya puntera se ubica una roldana, cargado con un cable de acero con una bola de plomo muy pesada al que se une el nylon de la caña mediante un broche de apertura automática. La plomada baja hasta la profundidad en la que el capitán detectó movimiento de peces junto con el nylon cuyo aparejo tiene primero una cuchara grande, a la que a su vez se le adosa un tramo final de medio metro más o menos, que finaliza en un señuelo o cuchara (ver video). Puede ser manual o a motor, como el del Ruby D, el cual, dicho sea de paso, bajó el aparejo hasta los 42 metros de profundidad.
Sin perder un segundo, manos a la obra. Tomé el primer turno con Jeff, el pescador de Houston. Con el barco en movimiento, la vista fija en la puntera de la caña (va empotrada en un posacaña) a la espera de la marca del pique, que para ser lo más gráficos posible se asemeja al del pejerrey en el Puente o en catamarán, pero en otra escala, por supuesto.
No pasaron ni cinco minutos que ya tuve el primer pique y que perdí por no haber entendido del todo la mecánica del movimiento que con su enrevesado inglés explicara el capitán. Con una mímica Dale había dicho que al picar primero se tomaba la caña bobinando el reel hasta que la línea quedara tensa y luego de quitarla del posacaña pegar un tirón que, acostumbrado al dorado, malinterpreté como “cañazo”. Ergo, lo que debía ser un simple tironcito para destrabar la tanza del downrigger quien esto escribe lo hizo en forma de tremendo palazo. Resultado: pique perdido al tiempo que Dale se tomaba la cabeza con ambas manos incrédulo ante la violencia de la clavada.
La lenta re explicación sirvió para que el próximo pique, que también fue en mi caña y a no más de cinco minutos del yerro, se tradujera en un hermoso salmón rey de unos 3 kilos de peso que dio la medida. Garrote y a la bolsa. Mi pesca, aunque no había pasado ni siquiera una hora, había concluido. Cambio de turno. Florencia al frente.
King Salmon y “sharkies”
La faena siguió con un buen salmón de Missy, de similar tamaño, y varios “sharkies” (tiburoncitos) de Florencia, que acompañó con sendos salmones que no dieron la medida.
De repente la caña de Jeff se dobló al máximo y tras una breve lucha pudo levantar un hermoso salmón de alrededor de 5 kilos. Quedaba, por lo tanto, mi hija Florencia pescando con las dos cañas ya que era la única que no había podido lograr uno de medida permitida.
La espera se alargó bastante, con más sharkies y otro salmoncito. Hasta que se cansó y me dejó el último pique para mí. Que llegó ya promediando el mediodía, con un “llevadón” que trabajé con un celo sólo equiparable al tamaño del pez, a la sazón el mayor de la jornada, un estupendo salmón rey de 7 kilos que peleó como sólo esta especie lo hace, haciendo fuerza y llevando línea hasta el último aliento.
- ¡Ready! –dijo el capitán Dale- it´s time to go back- .
- Pero… ¿no podemos hacer otro tirito? -me quejé bien a lo argentino- .
No, fue la seca respuesta, y nos explicó el porqué: simple: sólo se puede extraer una pieza de medida por pescador y cuando el cupo de los cuatro pescadores ha sido completado la jornada se da por finalizada.
¿Y no se puede seguir pescando con devolución? Tampoco, se pesca lo necesario –y permitido- y se sale del agua para no seguir molestando al pez.
Por lo tanto, a las 13:00 del mediodía ya estábamos tomando un taxi con los dos trofeos debidamente fileteados y acondicionados en bolsas ziploc con hielo.
Y que fueron aprovechados en una comilona con los más variados platos de salmón rey (carpaccio, a la plancha que si de por sí es una manjar, mucho más tan pero tan fresco y sobre todo pescado con nuestras propias manos.
Misión completa.
La alegría del reencuentro tras largo tiempo con mi hermana del alma y su hermosa familia, si decorada con una “pesquita”, mucho mejor.


Ciudad joven, pero con una rica historia
Seattle es la ciudad más grande del estado de Washington, en el noroeste de los Estados Unidos de América. El área metropolitana de la ciudad comprende Seattle-Tacoma-Bellevue, es la 15ª más poblada del país y la mayor del Noroeste del Pacífico. La ciudad está situada entre el Lago Washington y la bahía conocida como Puget Sound, junto al océano Pacífico. Se encuentra 155 kilómetros al sur de la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Importante centro cultural, educativo y económico de la región, Seattle es sede del condado de King.
El área de Seattle lleva siendo habitada desde, al menos, 4.000 años, pero los primeros asentamientos europeos no llegaron hasta mediados del siglo XIX. Los primeros colonos blancos permanentes fueron Arthur A. Denny y aquellos que posteriormente fueron conocidos como el Partido de Denny, que llegaron el 13 de noviembre de 1851. Los primeros colonos de la zona fueron denominados "New York-Alki" y "Duwamps". En 1853, Doc Maynard sugirió que el asentamiento fuese renombrado a "Seattle", una interpretación anglosajona del nombre See alth, el jefe de las dos tribus locales. Desde 1869 hasta 1982, Seattle fue conocida como "Queen City" (La ciudad reina, en español). El apodo actual y oficial de la ciudad es "Emerald City" (La ciudad esmeralda) como resultado de un concurso que tuvo lugar a comienzo de los años 80, haciendo referencia con ello a los frondosos árboles de los alrededores. Seattle es también conocida como "Gateway to Alaska" (La puerta a Alaska), "Rain City" (La ciudad de la lluvia) y "Jet City", debido a la influencia de la multinacional Boeing, originaria y fundada en la ciudad.

Tomasito, Matías, Alejandra y Florencia durante un paseo por Bainbridge Island. Abajo, selfie con el Space Needle de fondo.
Seattle es famosa por ser la tierra natal de la música grunge también conocida como el sonido de Seattle y de bandas que impulsaron ese movimiento a comienzos de los 90 como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains. Heart, la banda de las hermanas Ann y Nancy Wilson, banda de rock famosa con más de 30 años de carrera, también es originaria de esta ciudad, así como el grupo de metal progresivo Queensrÿche. Como dato curioso Seattle también es la ciudad natal del famoso guitarrista de rock Jimmy Hendrix así como de Duff McKagan, integrante de la banda Guns N' Roses. También es conocida por la gran cantidad de café que se consume, además de por ser originarias de aquí cafeterías como Starbucks, Seattle's Best Coffee y Tully's.Hay también muchos artesanos independientes tostadores de café espresso de gran éxito. En 1999 Seattle acogió la cumbre de la Organización Mundial del Comercio, lo cual desató protestas y disturbios antiglobalización conocidas como N30 (por haber tenido lugar el 30 de noviembre) o Batalla de Seattle.
El símbolo y mayor atracción de la ciudad es el Space Needle (Aguja Espacial), una torre construida en 1962 en el centro de la ciudad, realizada por Edward E. Carlson e inspirado en la torre de Stuttgart, Alemania. Es una estructura de 184 metros de altura pesa una 5.850 toneladas, colocando el centro de gravedad de la torre a apenas a un metro del nivel del suelo. Para llegar a la cima es necesario abordar un elevador que toma tan sólo unos segundos en subir. Incluye un restaurante giratorio desde donde se puede apreciar toda la ciudad de Seattle.

Diversas investigaciones de la Central Connecticut State University señalan a Seattle como la ciudad más alfabetizada de las sesenta y nueve ciudades más pobladas de los Estados Unidos en 2005 y 2006, la segunda más alfabetizada por detrás de Minneapolis en 2007 y empatada con esta misma en 2008.17 Además, análisis de un estudio elaborado en 2003 por la Oficina del Censo de los Estados Unidos indican que Seattle fue la ciudad más formada de las grandes ciudades estadounidenses, ya que un 51,6% de los habitantes de 25 años o más poseían títulos de bachillerato.
En términos de renta per cápita, un estudio de la Oficina de Análisis Económicos de los Estados Unidos situaban al área metropolitana de Seattle en 17º lugar entre 363 áreas metropolitanas del país en 2006.
Seattle recibe su nombre de Noah Sealth, jefe de las tribus duwamish y suquamish, mejor conocido como Jefe Seattle. David Swinson ("Doc") Maynard, uno de los fundadores de la ciudad, fue el principal promotor de nombrar la ciudad en honor al Jefe Seattle. Previamente, la ciudad había sido conocida como Duwamps (o Duwumps); una variación de ese nombre se preserva hasta hoy en el nombre del río Duwamish.
El clima de Seattle es suave, con una temperatura moderada por el mar, protegida de vientos y tormentas por las montañas. La ciudad de Seattle tiene una reputación por sus lluvias frecuentes, 30 aunque "la ciudad lluviosa" solo recibe unos 970 mm de precipitación por año, menos que casi todas las ciudades mayores de la costa este de los Estados Unidos como por ejemplo, la ciudad de Nueva York que recibe en promedio 1200 mm. Aunque llueve mucho más que otros lugares del mundo como Madrid (430 mm) o Ciudad de México (830 mm).
La fama mundial de Seattle por lluvia es debido al hecho de que, al igual que en Londres, casi toda su precipitación cae en la forma de llovizna o lluvia ligera, como Seattle está en la sombra orográfica pluviométrica de las montes Olympic. O sea, aunque llueve con regularidad, no llueve muy fuerte. Pasan lluvias de noviembre a marzo. Diciembre es el mes más lluvioso. (www.viajedepesca.com)