Macri se comprometió con los principios de la libertad de expresión y la prensa libre
Acto en la Casa Rosada con la presencia de la SIP y ADEPA
El presidente de la Nación, Mauricio Macri, se comprometió a velar por el cumplimiento de los principios de la libertad de expresión, la prensa libre y el acceso a la información, postulados en la Declaración de Chapultepec, vigente desde 1994.
En un acto realizado en el Salón de los Científicos Argentinos de la Casa Rosada, y ante la presencia de los principales directivos de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), el presidente argentino rubricó el documento que establece la plena vigencia de las libertades de expresión y prensa como elementos fundantes del sistema democrático, y que, a la vez, conforman derechos inalienables de los pueblos de las Américas.
La delegación de la SIP presente en el acto en Casa Rosada, estuvo representada por Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información; los ex presidentes de la organización Danilo Arbilla, Jorge Fascetto y Raúl Kraiselburd; Jorge Canahuati, presidente del Comité Ejecutivo; Lourdes de Obaldía, vicepresidenta de la Comisión de Libertad de Libertad de Prensa e Información; y Ricardo Trotti, director ejecutivo de la institución.
Por Adepa, participaron su presidente, Guillermo Ignacio; Carlos Janet, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa; Daniel Dessein, presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales; Miguel Gaíta, secretario general; Martín Etchevers, secretario de Organización; José Claudio Escribano, ex presidente y actual miembro del Consejo Ejecutivo; y Gregorio Badeni, titular del Servicio de Orientación Legal. Asistieron también directivos de diversos medios de todo el país.
Entre los funcionarios presentes, estuvieron el Jefe de Gabinete Marcos Peña; el ministro Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos; el ministro de Educación Esteban Bullrich; el Secretario General de la Presidencia Fernando de Andreis; Miguel de Godoy, presidente del Ente Nacional de Comunicaciones; la directora de ese organismo Silvana Giúdici; el secretario de Medios de la Nación, Jorge Grecco; y el titular de la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales, Eduardo Bertoni.
Tras la firma por parte de Macri, Paolillo dijo que para la SIP se trata de un “acto de honda significancia, ya que Argentina nos ha tenido ocupados y preocupados durante los últimos tres gobiernos anteriores”. El directivo de la SIP le comentó al presidente argentino que entre 2003 y 2015 la entidad realizó 6 misiones en Argentina, en las nunca fueron recibidos oficialmente por sus antecesores. “En ese período, siete de los 10 puntos de la Declaración de Chapultepec fueron vulnerados”, señaló.
Macri agradeció la presencia de los directivos de SIP y Adepa, y expresó su alegría porque “todo eso parezca historia lejana”.
La Declaración de Chapultepec fue adoptada el 11 de marzo de 1994 en el Castillo homónimo, ubicado en la Ciudad de México, lugar donde se celebró la Conferencia Hemisférica sobre Libertad de Expresión. Allí, participaron líderes políticos, escritores, académicos, abogados constitucionalistas, directores de periódicos y ciudadanos de las Américas.
Desde entonces, ha sido firmada por jefes de Estado, políticos, líderes, organizaciones, estudiantes y por ciudadanos que respaldan los 10 principios que la sustentan.
Macri es el segundo presidente argentino en ejercicio en firmar la Declaración de Chapultepec. El primero fue Carlos Menem, quien la rubricó el 6 de junio de 1994. En septiembre de 1999, en plena campaña presidencial, los candidatos Eduardo Duhalde y Domingo Cavallo adhirieron al documento hemisférico, mientras que el candidato a vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez la firmó en nombre de Fernando de la Rúa, quien resultó electo presidente en esa elección.
En 2013, Adepa promovió en la Argentina la firma de la Declaración entre representantes de distintas agrupaciones políticas. Entre ellos, la actual vicepresidenta Gabriela Michetti, los ministros Patricia Bullrich, Oscar Aguad y Sergio Bergman, el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti, el presidente del Senado Federico Pinedo, los legisladores nacionales Sergio Massa, Margarita Stolbizer, Elisa Carrió, Julio Cobos, Fernando Solanas, Ricardo Alfonsín, Héctor Baldassi, Pablo Tonelli, Alicia Cicilliani, Mario Barletta, y los funcionarios Gustavo Ferrari y Gerardo Milman.
Adoptada por la Conferencia Hemisférica sobre la Libertad de Expresión celebrada en México el 11 de marzo de 1994
La Declaración de Chapultepec
Preámbulo
En el umbral de un nuevo milenio, América puede ver su futuro afincada en la democracia. La apertura política ha ganado terreno. Los ciudadanos tienen mayor conciencia de sus derechos. Elecciones periódicas, gobiernos, parlamentos, partidos políticos, sindicatos, asociaciones y grupos sociales de la más variada índole, reflejan más que en ningún otro momento de nuestra historia las aspiraciones de la población.
En el ejercicio democrático, varios logros suscitan el optimismo, pero también aconsejan la prudencia. La crisis de las instituciones, las desigualdades, el atraso, las frustraciones transformadas en intransigencia, la búsqueda de recetas fáciles, la incomprensión sobre el carácter del proceso democrático y las presiones sectoriales, son un peligro constante para el progreso alcanzado. Constituyen también obstáculos potenciales para seguir avanzando.
Por todo ello, es deber de quienes vivimos en este hemisferio, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, consolidar la vigencia de las libertades públicas y los derechos humanos.
La práctica democrática debe reflejarse en instituciones modernas, representativas y respetuosas de los ciudadanos; pero debe presidir también la vida cotidiana. La democracia y la libertad, binomio indisoluble, solo germinarán con fuerza y estabilidad si arraigan en los hombres y mujeres de nuestro continente.
Sin la práctica diaria de ese binomio, los resultados son previsibles: la vida individual y social se trunca, la interacción de personas y grupos queda cercenada, el progreso material se distorsiona, se detiene la posibilidad de cambio, se desvirtúa la justicia, el desarrollo humano se convierte en mera ficción. La libertad no debe ser coartada en función de ningún otro fin. La libertad es una, pero a la vez múltiple en sus manifestaciones; pertenece a los seres humanos, no al poder.
Porque compartimos esta convicción, porque creemos en la fuerza creativa de nuestros pueblos y porque estamos convencidos de que nuestro principio y destino deben ser la libertad y la democracia, apoyamos abiertamente su manifestación más directa y vigorosa, aquella sin la cual el ejercicio democrático no puede existir ni reproducirse: la libertad de expresión y de prensa por cualquier medio de comunicación.
Los firmantes de esta declaración representamos distintas herencias y visiones. Nos enorgullecemos de la pluralidad y diversidad de nuestras culturas, y nos felicitamos de que confluyan y se unifiquen en el elemento que propicia su florecimiento y creatividad: la libertad de expresión, motor y punto de partida de los derechos básicos del ser humano.
Sólo mediante la libre expresión y circulación de ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de exponer y reaccionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar, de publicar y transmitir, es posible mantener una sociedad libre. Sólo mediante la práctica de estos principios será posible garantizar a los ciudadanos y grupos su derecho a recibir información imparcial y oportuna. Sólo mediante la discusión abierta y la información sin barreras será posible buscar respuestas a los grandes problemas colectivos, crear consensos, permitir que el desarrollo beneficie a todos los sectores, ejercer la justicia social y avanzar en el logro de la equidad. Por esto, rechazamos con vehemencia a quienes postulan que libertad y progreso, libertad y orden, libertad y estabilidad, libertad y justicia, libertad y gobernabilidad, son valores contrapuestos.
Sin libertad no puede haber verdadero orden, estabilidad y justicia. Y sin libertad de expresión no puede haber libertad. La libertad de expresión y de búsqueda, difusión y recepción de informaciones sólo podrá ser ejercida si existe libertad de prensa.
Sabemos que no toda expresión e información pueden encontrar acogida en todos los medios de comunicación. Sabemos que la existencia de la libertad de prensa no garantiza automáticamente la práctica irrestricta de la libertad de expresión. Pero también sabemos que constituye la mejor posibilidad de alcanzarla y, con ella, disfrutar de las demás libertades públicas.
Sin medios independientes, sin garantías para su funcionamiento libre, sin autonomía en su toma de decisiones y sin seguridades para el ejercicio pleno de ella, no será posible la práctica de la libertad de expresión. Prensa libre es sinónimo de expresión libre.
Allí donde los medios pueden surgir libremente, decidir su orientación y la manera de servir al público, allí también florecen las posibilidades de buscar información, de difundirla sin cortapisas, de cuestionarla sin temores y de promover el libre intercambio de ideas y opiniones. Pero, cuando con el pretexto de cualesquiera objetivos se cercena la libertad de prensa, desaparecen las demás libertades.
Nos complace que, tras una época en que se pretendió legitimar la imposición de controles gubernamentales a los flujos informativos, podamos coincidir ahora en la defensa de la libertad. En esta tarea, muchos hombres y mujeres del mundo estamos unidos. Sin embargo, también abundan los ataques. Nuestro continente no es una excepción. Aún persisten países con gobiernos despóticos que reniegan de todas las libertades, especialmente, las que se relacionan con la expresión. Aún los delincuentes, terroristas y narcotraficantes amenazan, agreden y asesinan periodistas.
Pero no solo así se vulnera a la prensa y a la expresión libres. La tentación del control y de la regulación coaccionante ha conducido a decisiones que limitan la acción independiente de los medios de prensa, periodistas y ciudadanos que desean buscar y difundir informaciones y opiniones.
Políticos que proclaman su fe en la democracia son a menudo intolerantes ante las críticas públicas. Sectores sociales diversos adjudican a la prensa culpas inexistentes. Jueces con poca visión exigen que los periodistas divulguen fuentes que deben permanecer en reserva. Funcionarios celosos niegan a los ciudadanos acceso a la información pública. Incluso las constituciones de algunos países democráticos contienen ciertos elementos de restricción sobre la prensa.
Al defender una prensa libre y rechazar imposiciones ajenas, postulamos, asimismo, una prensa responsable, compenetrada y convencida de los compromisos que supone el ejercicio de la libertad.
Principios
Una prensa libre es condición fundamental para que las sociedades resuelvan sus conflictos, promuevan el bienestar y protejan su libertad. No debe existir ninguna ley o acto de poder que coarte la libertad de expresión o de prensa, cualquiera sea el medio de comunicación.
Porque tenemos plena conciencia de esta realidad, la sentimos con profunda convicción y estamos firmemente comprometidos con la libertad, suscribimos esta Declaración, con los siguientes principios:
No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del pueblo.
Toda persona tiene el derecho a buscar y recibir información, expresar opiniones y divulgarlas libremente. Nadie puede restringir o negar estos derechos
Las autoridades deben estar legalmente obligadas a poner a disposición de los ciudadanos, en forma oportuna y equitativa, la información generada por el sector público. No podrá obligarse a ningún periodista a revelar sus fuentes de información.
El asesinato, el terrorismo, el secuestro, las presiones, la intimidación, la prisión injusta de los periodistas, la destrucción material de los medios de comunicación, la violencia de cualquier tipo y la impunidad de los agresores, coartan severamente la libertad de expresión y de prensa. Estos actos deben ser investigados con prontitud y sancionados con severidad.
La censura previa, las restricciones a la circulación de los medios o a la divulgación de sus mensajes, la imposición arbitraria de información, la creación de obstáculos al libre flujo informativo y las limitaciones al libre ejercicio y movilización de los periodistas, se oponen directamente a la libertad de prensa.
Los medios de comunicación y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores en razón de lo que escriban o digan.
Las políticas arancelarias y cambiarias, las licencias para la importación de papel o equipo periodístico, el otorgamiento de frecuencias de radio y televisión y la concesión o supresión de publicidad estatal, no deben aplicarse para premiar o castigar a medios o periodistas.
El carácter colegiado de periodistas, su incorporación a asociaciones profesionales o gremiales y la afiliación de los medios de comunicación a cámaras empresariales, deben ser estrictamente voluntarios.
La credibilidad de la prensa está ligada al compromiso con la verdad, a la búsqueda de precisión, imparcialidad y equidad, y a la clara diferenciación entre los mensajes periodísticos y los comerciales. El logro de estos fines y la observancia de los valores éticos y profesionales no deben ser impuestos. Son responsabilidad exclusiva de periodistas y medios. En una sociedad libre la opinión pública premia o castiga.
Ningún medio de comunicación o periodista debe ser sancionado por difundir la verdad o formular críticas o denuncias contra el poder público.
La lucha por la libertad de expresión y de prensa, por cualquier medio, no es tarea de un día; es afán permanente. Se trata de una causa esencial para la democracia y la civilización en nuestro hemisferio. No sólo es baluarte y antídoto contra todo abuso de autoridad: es el aliento cívico de una sociedad. Defenderla día a día es honrar a nuestra historia y dominar nuestro destino. Nos comprometemos con estos principios.