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Topografía del infierno en nuestra geografía

La geografía del norte argentino y la de muchas otras regiones del mundo están llenas de curiosos nombres de lugares (topónimos), que recuerdan cuestiones relacionadas con el infierno y sus circunstancias. Diablos, muerte, brujas, infierno, salamancas, están presentes en la naturaleza de algunos topónimos. Un nombre que se repite bastante es infiernillo. En general se designa con este calificativo a una cuesta o borde de precipicio donde soplan fuertes vientos y cuyo tránsito por allí sea a pie o en animales puede resultar peligroso.

Infiernillo es un regionalismo y se emplea especialmente en la alta montaña del oeste y noroeste argentinos. Viene a ser el coronamiento de un precipicio y los vientos fuertes y constantes representan allí un verdadero peligro en que muchos pagan el precio con la propia vida. Entre los lugares que se mencionan con este topónimo se tienen el Arroyo del Infiernillo en el curso superior del río Mendoza, la Cordillera del Infiernillo en La Rioja, la Quebrada del Infiernillo al suroeste de Balboa en Salta, el Alto del Infiernillo en un camino que une el Valle Calchaquí con la Puna a la latitud de Tacuil y el Abra del Infiernillo en Tucumán, a mitad de camino entre Amaicha del Valle y Tafí del Valle.

Esta última abra, a 3050 m sobre el nivel del mar, es un rasgo geográfico importante ya que constituye la divisoria de las aguas entre los afluentes del río Salí al este y del río Santa María al oeste. Además es el punto de transición entre la Sierra de Aconquija y las Cumbres Calchaquíes. Cerca de la ciudad de Catamarca está la Quebrada del Infiernillo, de triste memoria, ya que allí fue alcanzado en 1841 el gobernador José Cubas y degollado junto a los soldados y oficiales que lo acompañaban por las tropas al mando de Mariano Maza.

También se mencionan como infiernillos algunas fuentes termales de la Puna con salidas de aguas muy calientes, olores sulfurosos y chiflidos producidos por escapes de gases. Dos palabras asociadas a infiernillo, en el sentido de coronamiento de un precipicio, son abismo y despeñadero. Abismo viene del griego y significa “sin fondo”. Es uno de los nombres con que se designa al infierno en las sagradas escrituras. Suena a profundidad peligrosa, demonios, castigos y cuestiones por el estilo. En la tradición judeocristiana, cada uno de los ángeles rebelados contra Dios y arrojados por él al abismo, son los demonios y de allí el temor a los abismos.

Despeñadero si bien se refiere a lugar de donde se desprenden peñas, en realidad se utiliza para aquellos puntos difíciles de sendas a orillas de precipicios donde alguna vez rodó alguna mula o algún jinete. Otro topónimo relativo al infierno es Diablillos. En la Puna salteña se tiene el salar de Diablillos y el río Diablillos que en él desemboca. Al parecer este topónimo proviene de los remolinos que son comunes en la superficie de los salares o los campos que los rodean. Está enraizada la costumbre de que adentro de estos remolinos se mueve el diablo que juega y se divierte levantando ráfagas de polvo.

Para los viajeros que hacían el viaje desde los Valles Calchaquíes hacia la Puna el arribo a las amplias depresiones cerradas de los salares representaba una vista y un cambio total de paisaje. El militar chileno Jorge Boonen Rivera (1858-1921), que participó en la Guerra del Pacífico, los menciona como “verdaderos paisajes lunares”, mientras que el general Daniel Cerri (1841-1914), primer gobernador del Territorio de los Andes, refiere que “me parecía viajar por un planeta desconocido”.

A los remolinos donde baila el diablo les llaman también tuctuca, palabra que derivaría del quechua en el sentido de riesgo, inminencia o peligro. Existe una localidad de este nombre en el departamento de Santa Victoria (Salta).

En muchos lugares de la Puna los remolinos corren en superficies coloradas, cargadas de óxido férrico, y levantan un polvo que da lugar a los huayra puca, o vientos rojos. En los salares en cambio se cargan de eflorescencias blancas y dan origen a los huayra yurac o vientos blancos. Otros topónimos que hacen referencia directa al demonio son la Garganta del Diablo y el Puente del Diablo. La Garganta del Diablo y el Anfiteatro son dos hermosas geoformas en la Quebrada de las Conchas en el camino a Cafayate. Se formaron por erosión hídrica a fines del Pleistoceno, cuando discurrían por allí las aguas del deshielo de las últimas glaciaciones.

El Puente del Diablo es otra geoforma interesante cerca de La Poma y en frente a los Volcanes Gemelos. Es una caverna natural por la cual discurre el río Calchaquí y se formó a causa de las erupciones basálticas que acontecieron allí unos 50 a 30 mil años atrás y bloquearon el curso natural generando un endicamiento y un lago temporario, sobre cuyos restos se asienta el pueblo de La Poma. Una frase de corte regional que se incorporó a la lengua es “donde el diablo perdió el poncho”, que hace referencia a un lugar muy distante o poco transitado. Otro topónimo que remite a una divinidad funesta, demoníaca, entre los calchaquíes es Chiqui, al cual se realizaban antiguamente sacrificios humanos. Aunque no necesariamente todos los topónimos que comienzan con chiqui tengan que ver con el diablo. Entre otros se tiene Chiquimil, Chiquiliampata, Chiquiligasta, etcétera.

La encarnación del mal en la mitología quechua es el Zupay, Supay o Anchanchus. Sin embargo no se registran topónimos que hagan referencia a esos vocablos por estas regiones. Un topónimo muy difundido es Salamanca, que en principio nada tiene que ver con la famosa ciudad española y su universidad. En el caso andino Salla Mancca hace referencia a “Infierno de las peñas” o como en Rumi Huasi en el sentido de casa de piedra o cueva. Se dice que allí el diablo como jefe de ceremonias y las brujas preparan los aquelarres donde canjean a los incautos sus almas eternas por los placeres mundanos. Casi no hay rincón de la geografía donde no se hable de una salamanca y es una creencia muy arraigada en el campo.

El folclore alrededor de este tema es vastísimo y fue abordado por Adán Quiroga, Juan Ambrosetti, Ricardo Rojas, Pablo Fortuny, Augusto Cortazar, Félix Coluccio, Antonio Paleari, Luis Borelli, entre muchos otros. Y así podrían seguirse nombrando otros topónimos que referencian al tema, entre ellos Pampa del Infierno en el Chaco, el Cerro de las Ánimas en Tucumán, Salar de Hombre Muerto, Salar de Niño Muerto, o los diferentes campos de la Viuda. Estos últimos en las extensas planicies de la Puna donde los camioneros aseguran que cuando viajan solos en esos despoblados se les aparece sentada una bella mujer que rápido se transforma en una aterradora bruja. Aunque nombres como estos no son privativos de nuestra geografía y en California, por ejemplo, está el Valle de la Muerte, donde algunos lugares llevan nombres como La Viuda, Vista Dantesca o Montes Funerales.


 
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