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24 de marzo: Historia y Homenaje desde la Vida de Cristina Garros, una luchadora salteña


Nota del editor: Desde que este semanario nació hace ya 24 años como NUEVA PROPUESTA, CADA 24 DE Marzo cumplimos con legítimo orgullo la entrega a nuestros leales y constantes lectores de un suplemento especial evocativo de aquella la más larga y negra noche de nuestra historia: la dictadura del genocidio. La última por decisión soberana de los argentinos que supimos reconquistar la Democracia y la vamos reconstruyendo, con enormes dificultades, pero con irrenunciable convicción de lograrla plenamente. Para la cual esa Democracia deberá saldar la enorme deuda social que la torna incompleta. La Democracia de nuestros días, pero con un horizonte pleno de esperanzas y posibilidades. En esos archivos de incontables notas, y de las bibliotecas cada vez más ricas en el análisis y la visión y revisión histórica de aquella época, posibilitada precisamente por el imperio de la Libertad y el Derecho a expresarnos, rescatamos hoy una que a este cronista le impacta hoy, como cuando hace un quinquenio la escribió desde su yo siempre y de por vida conmovido por los recuerdos. Su fuente inspiradora fue la ex ministra de la Corte de Justicia de Salta, la abogada Cristina Garros, una luchadora de la vida en todos los órdenes que tornan trascendente a las personas cuando son protagonistas y sembradoras de una cosecha que trasciende por lejos lo individual y se proyecta al conjunto de la sociedad con la que están probadamente comprometidas. Esto decíamos entonces y hoy -con convicción y sentimiento- reeditamos:

Cada 24 de Marzo, inevitablemente y –lo sé- de por vida, escribiré raudamente, tan vertiginosamente como se repite en mi Memoria el film imperecedero de la página más dolorosa de nuestra Historia (la dictadura militar 1976/1983) el mensaje de reflexión que dejó en los sobrevivientes aquella prueba de dolor tan inconmensurable que aún es herida abierta en el sentimiento colectivo de esta tierra hermosa (a pesar de los bestias) como bien la llamó con su genio el romanticismo de nuestro Castilla eterno.

Donde quieras que mires, amigo, lector amigo, hermano, hay Memoria.

Transito esta Salta, como lo hago en mi Jujuy o en mi Chaco Salteño o en cualquier lugar de mi País, ya con nietos, y a 35 años de aquel tiempo puedo decirte sin posibilidad de equivocarme que donde quiera que mires, hay Memoria.

Ocasión renovada entonces de repasar el camino de esta difícil reconstrucción democrática argentina y de volver a sentirme feliz por no haber sentido –como muchos compañeros y camaradas de luchas que continúan lo sintieron- el cansancio y el rendirse porque este país no es en modo alguno, ni remotamente, el país soñado por nuestra generación en los años jóvenes.

Qué bueno entonces repetirse para uno mismo y repetirlo ante el mundo que si éste no es modo alguno el país soñado, ello no significa ni por asomo que deje y dejemos de soñar con aquel País Soñado.

Y es aquí donde por fin llego a la razón del título de esta nota.

Caminando los días presentes, oí el relato de una dama, en rueda de amistad y evocaciones, de su propia Historia, desde su Memoria, de lo que viviera en la noche trágica de aquella dictadura.

Es una Jueza de la Corte de Justicia de la Provincia de Salta. Altísimo honor el de su cargo e inconmensurable Compromiso el de su responsabilidad profesional. No hallo razón alguna para no consignar su nombre, y con satisfacción plena: Cristina Garros. Una ex detenida. Una sobreviviente.

Fui todo oído para ella y sus relatos, y sus no menos sustanciales reflexiones nacidas de la lacerante experiencia vivida en cárcel y largo exilio. Experiencia de tortura, la más vil agresión que puede cometer un individuo para con otro Ser Humano.

Y hablaba del País Soñado de su y mi generación joven. País en el que no deja de soñar, ella también hoy abuela. Justamente por ese horizonte. Un País Justo, Libre y Soberano, con Justicia y respeto a los Derechos, a los Derechos Humanos en su amplísimo significado; un País con Educación, Construcción Social y básicamente con Inclusión. En todas y para todas las actividades que hacen a la realización del Hombre en una Vida Digna. Un País sin explotación laboral…

¡Retrocedimos!... pero no nos rendimos, aunque la destrucción haya sido tan profunda en nuestro cuerpo social que la droga nos ha invadido hasta la niñez.

Un momento de los más álgidos de su relato fue la Noche del 24 de Marzo de 1976…

“Me sacaron de mi casa con los ojos vendados, las manos atadas y por varios días nos tiraron al piso de un galpón del ejército. Del Ejército del que nos enseñaron era Sanmartiniano y libertador.

“Esa misma noche –y luego otras- llegó el paroxismo, la locura de los sicópatas que gozaban con los simulacros de fusilamiento. Ello fue conocer realmente la cercanía de la muerte, el miedo, el terror…”

Respiré profundamente. De un sorbo bebí el café hasta allí intocado y por ello frío. La señora jueza de la Corte de Justicia de Salta en Democracia estaba relatando, en su relato, mi propio relato. Y yo lo padecí idéntico, en horarios, procedimientos, sicópatas borrachos, ebrios de odio, en Jujuy. Mi tierra. Y también en la U9 de La Plata. En mi Patria.

Por enésima vez se comprueba que el Golpe tenía un método, un manual. El manual del genocidio.

Volví la atención a mi impensada editorialista.

Los interrogatorios, el traslado a las cárceles y otros centros de detención, lisa y llanamente campos de concentración.

“Nos llevaron con los ojos vendados y las manos atadas con cables o alambres a la Cárcel. A Villa Las Rosas. Directamente al pabellón “Disciplinario”, o sea el de las peores condiciones… Por las voces comencé a identificar compañeras: la Lorita Ana María Giacosa, Yandira Fiqueni, Silvia Troyano, la Gorda Cuevas, la doctora Barraza y otras mujeres del interior. Me acuerdo de la licenciada Martinelli, joven detenida embarazada que cuando pudo se fue del país para no regresar nunca jamás.


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