Cristina y el largo y frío camino del adiós
Sabe que a partir del lunes, gane quien gane la elección presidencial y por más que haya segunda vuelta, empezará a ser recuerdo y esa situación la tiene mal, muy mal, al igual que a su enorme troupe de “talibanes” inútiles y corruptos.
Cristina Fernández sabe que cuando el domingo termine la jornada electoral, el enorme poder que supo tener en sus manos, se le comenzará a escurrir como agua en un canasto por eso mandó a sus incondicionales a las “trincheras” con la consigna: “resistir a cómo de lugar y salvarse del naufragio que ya llega”.
Cada hora y cada día que pasa camino al domingo electoral, la lleva a reflexionar y darse cuenta que en su tremenda ambición de poder, nunca supo, ni ella ni su marido, construir una alternativa propia para sucederla por eso no le quedó otra que aceptar e impulsar a Daniel Scioli, un tipo al que en verdad siempre despreció y ninguneó, para que trate de preservar los restos de más de una década de gestión a la que le imprimieron su sello personal.
Desde que Néstor Kirchner llegara al poder en 2003, el matrimonio pensó que habría, en ellos, un poder ilimitado ya que habían planificado sucederse mutuamente de manera ininterrumpida hasta el final de los días.
Eran los tiempos de “pingüino o pingüina”. Eran los tiempos de “tomála vos, dámela a mí”.
Cómo idea era genial, pero se les cruzó la parca y allí todo comenzó a caerse, por lo que entonces intentó reformar la Constitución para hacer lo que ya hicieron sus entrañables amigos Nicolás Maduro en Venezuela y Evo Morales en Bolivia: perpetuarse en el poder.
Aquí a ella le fue mal con eso. Una sociedad advertida de sus intenciones, salió a las plazas de toda la República y le dijo que no estaba dispuesta a aceptar otro toqueteo a la Carta Magna con el sólo objeto de satisfacer sus angurrias políticas.
A partir de allí comenzó su calvario porque aunque no lo decía, sabía que su final político iba a llegar muy pronto.
Los más obsecuentes e irresponsables de su círculo íntimo, pretendieron, en momentos no tan lejanos, que lo sacara a la cancha a su hijo Máximo, convencidos que con su apellido y su parecido con su padre, bastaría para darle continuidad a sueño sucesorio primigenio.
Si bien hicieron algunos ensayos, pronto la realidad les indicó que el heredero era bueno para hacer negocios a costa del Estado en beneficio propio, pero no para convertirse en el nuevo “pingüino” por lo que debieron devolverlo a sus jueguitos de computadora y reservarle una banca legislativa para que tenga fueros y evitar así terminar “in jail”.
Por eso no les quedó otra que hacerse los “amiguitos” de Scioli y lanzarlo al ruedo presidencial con la intención que sea el continuador del proyecto “nacional y popular”.
El gobernador de Buenos Aires, un hombre con paciencia oriental y estómago de acero inoxidable, cansado de los destratos, aceptó el desafío y se vistió de manso discípulo con la intención firme de llegar al poder y una vez allí hacerle un corte de manga a Cristina primero y a los gurkas que lo maltrataron siempre, después.
Ahora, muy cerca de la Presidencia, ya le hizo saber, con sus gestos, que no tiene intención de seguir por la ruta que le quiso marcar porque ya deja ver que su andar, de llegar al gobierno, será diferente.
Será el que ya están anunciando Juan Manuel Urtubey y los otros gobernadores peronistas, quienes adelantaron que la intención del ex deportista es alejarse lo más rápido posible de Rusia, Irán, China, Venezuela y Cuba, y “arrimar la bocha”, urgente, con Estados Unidos y Europa.
“Hay que arreglar con los buitres y con todos los organismos financieros internacionales así volvemos a ser un país confiable para que lleguen inversiones y dejemos de padecer por falta de financiamiento”, lanzó el gobernador de Salta desde Nueva York primero y en el “Coloquio de IDEA” en Mar del Plata la semana pasada, agregando que con Scioli, si llega obvio, se termina el pensamiento único y aquello de declarar enemigos a los adversarios políticos.
Sus palabras, causaron escozor en Cristina y sus más cercanos como Carlos Zannini, Axel Kicillof y Aníbal Fernández, entre otros, que ya se dieron cuenta que su “revolución” imaginaria, con Scioli, va rumbo al desaguadero.
Por eso es que ahora marcharán a las “trincheras” para aguantar el tiroteo que llega y esperar a que el pueblo, como lo hiciera con Juan Domingo Perón, muy pronto colme Plaza de Mayo para pedir, desesperadamente, el regreso de Cristina a la Casa Rosada.
“El de Scioli será un gobierno de transición”, dijo moderadamente Estela de Carlotto, mientras que Hebe de Bonafini, delicada como siempre, dijo que un eventual gobierno de Scioli, sería “una cagada” directamente.
Ambas, juntos a otros, como la corte de actores, deportistas y buscas beneficiados estos años con la plata de todos que llegaron a sus manos sólo por ser “focas aplaudidoras” y apañar la ineficiencia y la corrupción, desde este último domingo de Octubre comenzarán a soñar con el día del regreso triunfal de Cristina para que así estos doce años de hedonismo puro que vivieron a costa del hambre y el sufrimientos de muchos, regresen.
Seguro que se quedarán con su sueño. Ya se sabe que si gana Scioli andará otro camino y ni que hablar si los triunfadores son Mauricio Macri o Sergio Massa.
Si alguno de estos últimos se impone, la preocupación menor de Cristina y sus fieles será pensar en el regreso, ya que un futuro de tribunales y presidio se les estará presentando a la vuelta de la esquina.
Tanto Macri como Massa, ya dijeron que van a perseguir a quienes robaron con el mayor descaro desde los despachos oficiales estos largos años pasados.
Dijeron que los chorros tendrán que ir a rendir cuenta de sus fechorías y de eso, de chorros, el gobierno de Cristina está lleno.
“No deberían joder mucho con Daniel porque si lo hacen, también se le dará por impulsar causas y varios parientes y fanas de la Presidente pueden terminar en gayola”, afirmaba un dirigente peronista que se ilusiona con qué el “verdadero” peronismo vuelva a la Argentina.
El domingo 25 de Octubre, dentro de muy pocas horas, puede haber un nuevo presidente en el país.
Sea quien sea, significará que estos doce años K, van hacia el pasado.
Eso, que para cualquier país democrático resultaría absolutamente normal, aquí no lo será porque la que se está yendo es la viuda de Kirchner.
Cristina, la abogada exitosa, la arquitecta egipcia, la conductora del proyecto “revolucionario”, la que refundó el país junto a Néstor y gracias a quien hoy los argentinos tenemos Patria, comenzará la marcha a cuarteles de invierno, en el largo y frío camino del adiós.
Cuando llegue allí, se dará cuenta, con dolor, que ella, ahora, será solamente la protagonista de aquel tango que dice: “ya una sombra muy pronto serás”.